Crimen y seis casas incendiadas en Godoy Cruz: “Se me desplomó en los brazos”, contó la viuda

La pareja del hombre ultimado hace una semana en el barrio Solidaridad, de Godoy Cruz, explicó el trasfondo del conflicto vecinal. Prendieron fuego seis casas para echar a un conflictivo clan.

Crimen y seis casas incendiadas en Godoy Cruz: “Se me desplomó en los brazos”, contó la viuda
Un asesinato a tiros en Godoy Cruz desató una ola de venganza, balaceras y fuego. | Foto: gentileza

Acá, en la esquina de Perón y Plumerillo del barrio Solidaridad de Godoy Cruz, el sábado pasado, poco después de las 11, asesinaron de un disparo a un encofrador de 30 años llamado Roberto David Karim Tapia.

Acá, en la misma esquina de la manzana “F”, hoy a la misma hora, se encontraba parada la esposa de Tapia, madre de cuatro hijos, el mayor de 15 y el menor de 6. El día del asesinato, ella fue testigo presencial del crimen ya que llegó al lugar en medio de la trifulca. “Cuando lo voy a agarrar, se me desplomó en los brazos”, contó a Los Andes.

Esta mañana, la mujer estaba charlando en la fatídica esquina con “La Tía”, una vecina que hace 44 años que vive en esta zona del piedemonte. “La Tía” supervisaba el trabajo de unos tres muchachos que, manguera en mano y con palos y escobas, intentaban destapar una acequia llena de basura de la que salía un olor nauseabundo.

Un asesinato a tiros en Godoy Cruz desató una ola de venganza, balaceras y fuego. | Foto: gentileza
Un asesinato a tiros en Godoy Cruz desató una ola de venganza, balaceras y fuego. | Foto: gentileza

En esa esquina, si se hace un giro de 360 grados, se puede dimensionar de inmediato el 52.9% de pobres que acaba de marcar el Indec. Y no sólo eso: las seis casas quemadas en los últimos días, en esa misma esquina, hacen pensar que, a pesar del grupo de niños que ahora andan por ahí, se desató un hecho de violencia extrema.

“Ese día nos reunimos acá porque queríamos hacer una marcha para que se fueran. Los vecinos les quemaron las casas para que no vuelvan más. Esto no podía seguir así. No han vuelto más”, dijo la viuda de Tapia.

Las seis casas en cuestión eran habitadas por un clan familiar, un matrimonio, varios hijos y otros parientes, cada uno con sus respectivos hijos, que ocupaban este grupo de viviendas de la manzana “F”, levantadas hace una década por el IPV.

Hubo momentos de alta tensión social cuando llegaron al lugar la Policía y los bomberos: unas 20 personas reclamaban por el esclarecimiento del asesinato y se negaban a abandonar el lugar.

Un clan de alta conflictividad

Hoy, “la Tía” y la esposa de Tapia se mostraban indecisas. “No quiero hablar”, decía la mayor y miraba a la joven, a quien le brillaban los ojos con ese brillo que sólo da el dolor. “Acá nadie quiere hablar”, decían y, en efecto, una vuelta por la zona tratando de buscar testimonios sobre el asunto no dejó más que silencio.

“Estamos ocupados”, dijo una almacenera, esquivando la requisitoria, mientras los clientes miraban para otro lado, tal vez temiendo que la familia conflictiva pueda volver. Quizás, en el fondo, la pregunta que se esquiva es una que cuya respuesta todos conocen: ¿quién mató a Tapia?

Pero finalmente, tanto la joven viuda como “La Tía”, hablaron. “Esto pasó por la inseguridad. Me encontré con una vecina y me dijo que por fin ahora puede dormir. Ayer fui a llevar a mi hijo autista a la plaza, porque si no se ahoga, y me encontré con una mujer que nunca había visto en la plaza”, apuntó para marcar el cambio que ha tenido la barriada en los últimos días, tras la partida del peligroso clan.

No hablaban de drogas ni de robos, sino de un grupo familiar de alta conflictividad. Una mujer que se sumó a la charla de pasada agregó: “Mirá, por ejemplo, se paraba un auto para preguntar algo, como ahora vos, y salían y te decían: ‘¿Qué estás hablando vos, buchona?’ y te amenazaban”.

“Ellos eran el centro de la inseguridad. Si no había problemas con los vecinos, se peleaban entre ellos. Y no sólo los hombres, sino las mujeres, siempre patoteando”, aseguraron.

Para las entrevistadas, la solución sería que demuelan las casas quemadas y hagan una plaza, un parquecito que continúe con los juegos y la canchita que están junto a las edificaciones calcinadas. “Un parquizado para que los niños puedan vivir tranquilos”, pidió la joven viuda.

“Se me desplomó en los brazos”

La esposa de Roberto Tapia accedió a contar cómo fue asesinado su marido ya que ella fue testigo presencial. “Quiero aclarar que él nunca pisó una comisaría. En todos los diarios salió que tenía antecedentes y eso es mentira”, señaló.

Todo comenzó el viernes 20 pasado por la noche, cuando el hermano de la víctima, un chico de 17 años, fue amenazado con un arma por algunos individuos que habitaban las casas que luego se quemaron. El chico volvió a su casa, ubicada en el “Sector 12″, a poco más de una cuadra de la esquina de los conflictos, y le contó a Roberto lo que había sucedido.

Al día siguiente, cerca de las 11, Roberto Tapia tenía que ir a buscar un mueble a Las Heras, pero antes fue a comprar algo para desayunar y se encontró con su hermano que era agredido por un grupo de hombres, entonces llamó a su mujer para explicarle la situación.

La mujer fue entonces al lugar del hecho. “Veo a mi cuñado peleando con cuatro o cinco tipos y ellos sacaron armas. Mi marido, cuando ve que los están rodeando y que están armados, se acerca para sacar al chico y entonces el tipo empieza a tirar varias veces”, contó la viuda a este diario.

“Él quiso sacarlo y le dieron por la espalda. Me acerco y me dice: ‘Me pegaron un tiro’ y cuando voy a agarrarlo, se me desplomó en los brazos”, agregó la mujer con lágrimas en los ojos.

Después, un vecino que pasaba por el lugar lo trasladó a la guardia del hospital Lencinas. Tapia tenía una herida de arma de fuego en el flanco izquierdo de la espalda, con orificio de entrada sin salida, es decir que el plomo había quedado alojado.

Además, había sufrido un roce en el brazo izquierdo, según constataron los médicos que lo asistieron y que, minutos después, certificaron que había fallecido.

“Yo quiero que se haga justicia. Que esto no quede impune, que paguen por lo que hicieron y que a los dos años no salgan libres”, exigió la mujer. “Estoy destruida. Los chicos se quedaron sin su papá. Nadie va a reparar esto. Pero yo voy a salir adelante…”, confió finalmente.

Ahora la mujer se ha quedado sin los ingresos que traía su marido y sólo le queda lo que recibe en un merendero que funcionaba en el barrio Los Barrancos y que ahora trabaja sólo los viernes y se lo conoce como “La olla popular”. “Yo sé trabajar, cocinar, he sido remisera; pido cualquier tipo de ayuda para salir adelante”, cerró.

“Esas familias son muy complicadas”

“Las familias implicadas son muy complicadas y tienen estas lógicas de arreglar sus situaciones de esta forma. Tanto víctimas como victimarios tienen antecedentes”, afirmó la ministra de Seguridad y Justicia, Mercedes Rus, respecto al conflicto en el barrio Solidaridad.

Y agregó: “Es una lástima que tengamos que poner un policía ahí las 24 horas para evitar que tengan comportamientos inadaptados, pero un incendio es un foco de riesgo para la ciudadanía en general”.

“Por supuesto que un homicidio es una cuestión gravísima pero, en realidad, pone en escenario un nivel extremo de esa violencia, que a micro escala, es diaria entre estas familias”, completó la funcionaria.

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