La mañana del último miércoles se tiñó de misterio, luego de que Linda Suárez (77) fuese hallada sin vida en su casa en el distrito El Bermejo, Guaymallén, mientras que Oscar Antonio Moraga (78), su marido, estaba tendido en el suelo, casi moribundo, a su lado. Al principio se habló de un supuesto pacto suicida, pero la fiscalía lo descartó y por estas horas ha encuadrado la investigación en un presunto caso de femicidio.
Pasadas las 10 del miércoles, una unidad móvil policial y una ambulancia del Servicio de Emergencias Coordinado arribaron a la casa 16, ubicada en la manzana A del barrio Fe y Esperanza, luego de que un joven llamara desesperado pidiendo ayuda urgente en la casa de sus abuelos.
Cuando los efectivos llegaron se encontraron con una escena del terror. En un dormitorio de la vivienda yacía el cuerpo de Linda Sánchez, una vecina del barrio que era de nacionalidad chilena, completamente bañada en sangre con dos heridas letales en el cuello, que a primera vista podrían considerarse como la causa de la muerte.
A su lado, pero tendido en el suelo, estaba su marido Oscar, también lleno de sangre. El anciano estaba moribundo, con dificultad para respirar y malherido con cortes punzantes en diferentes partes del cuerpo, entre ellos, uno en las venas de la muñeca, que a primeras se consideró como un intento de suicidio, según precisaron a Los Andes fuentes allegadas a la causa.
Los médicos del SEC constataron el deceso de Linda y se llevaron al hombre a la clínica Santa María, de Ciudad, donde los galenos verificaron que tenía -además del profundo corte en la muñeca de la mano derecha- lesiones hechas con cuchillo en una pierna y en el abdomen.
A pesar de la gravedad con la que Moriaga llegó a ese centro asistencial, para las últimas horas del día ya se encontraba estabilizado, sin riesgo de muerte. Mientras que la causa pasó a manos de la fiscal de Homicidios Claudia Ríos Ortíz.
Según trascendió en un primer momento, el hombre de 78 años le habría enviado un texto a uno de sus hijos durante la mañana de ayer dejando un confuso mensaje. Eso fue lo que le despertó a este último cierto temor, por lo que le pidió a su hijo que fuese hasta la casa de los abuelos y se fijara qué estaba pasando.
Relatos de fuentes cercanas a la investigación alegaron que cuando el muchacho entró a la vivienda lo primero que vio fue una mesa en llamas. Pero, precavido, lo primero que hizo fue cerrar la llave de gas para que no ocurriera un incendio. Aunque desafortunadamente, cuando caminó unos pasos más, se encontró con la sangrienta escena y llamó al 911.
Minutos más tarde llegaron todos los hijos de la pareja -tres varones y una mujer- a la escena del crimen y contaron en sus primeros relatos a la Policía que sus padres padecían enfermedades mentales y que se encontraban bajo tratamiento psiquiátrico. Aunque esa información no ha sido confirmada hasta el momento por la fiscalía.
Presunto femicidio
El supuesto mensaje de texto que Moriaga le habría enviado a sus hijos despertó en un principio la hipótesis de que ambos ancianos habían pactado suicidarse y que el encargado de cumplirlo sería el hombre.
Sin embargo, para la fiscalía esta hipótesis carece de fuerza para poder considerarla. Por ello, la representante del Ministerio Público Fiscal está llevando adelante la investigación bajo el marco de averiguación de femicidio, delito que prevé una pena de prisión perpetua, en caso de ser encontrado culpable.
Por otra parte, la fiscalía espera los primeros informes de las diferentes pruebas realizadas para poder pensar en una imputación, mientras que se avanza con el resto de la batería de investigaciones ordenadas, como la inspección a los celulares de las víctimas y las pericias psicológicas, que serán determinantes, así como también las declaraciones de los hijos de la víctima.
Otra chilena asesinada
La muerte de Linda Suárez recuerda el caso de otra mujer chilena que fue asesinada por su marido mendocino. Concepción “Conchi” Arregui murió en marzo de 2018, luego de que Roberto Audano (70) le diera dos disparos, para luego trasladar su cuerpo hasta el dique Potrerillos, donde terminó arrojándolo a las aguas lejos de la costa.
Tras un mes de investigación, los sabuesos lograron encontrar los restos.
