Sin que nunca se haya llegado a conocer la identidad del supuesto sicario que mató a León Domingo Burela (64), la investigación por el asesinato de este médico ha llegado a su fin y la Unidad Fiscal de Homicidios ha solicitado que se haga un juicio que, en este caso, deberá ser por jurado popular.
Un año y medio después del crimen ocurrido en el tranquilo barrio Kolton de Las Heras, esta semana la fiscal de Homicidios Claudia Ríos decidió la elevación a juicio del expediente que tiene a Elizabeth Ventura -esposa de Burela- y a su amiga y confidente, la “vidente natural” Mónica Castro –conocida mediáticamente como “la bruja”- como acusadas.
Según la hipótesis investigativa, Ventura sería la “autora intelectual” del crimen y Castro la “partícipe necesaria” de un “homicidio agravado por el vínculo”, cuyo actor material se ignora por completo.
Ante la elevación a juicio, los abogados de las acusadas ya se han opuesto y, en breve, el juez Federico Martínez deberá decidir si el juicio se hace, o bien no existen pruebas contundentes para que las mujeres sean juzgadas.
En efecto, tanto Mónica Soleti -abogada de la vidente- como Cristian Varas Leyton y Agustín Magdalena –por la viuda- se han opuesto al juicio y, en contrapartida, han pedido el sobreseimiento de las mujeres cuestionando la falta de pruebas.
Soleti explicó a Los Andes que la elevación a juicio sostiene la presencia de un “sicario” pero “nadie sabe quién es, cuándo y cómo le pagaron y qué tuvo que ver” su clienta.
Entre otras pruebas, existe una escucha telefónica donde se aprecia una especie de pelea en la que la vidente le dice “¿Vos sos la que guarda secretos? Decile, pues, que mataste a tu marido… Que mandaste a matar a tu marido”. Y por otra parte, en la casa de la vidente se secuestraron gran cantidad de “trabajos” o “brujerías”, básicamente mensajes escritos en papelitos con los que la fiscalía entiende que habrían querido contrarrestar la tarea de los investigadores a través de ciertos “asesores espirituales”.
Más allá de lo “folclórico” que resultan estas llamativas pruebas o indicios, Soleti sostiene que tanto la llamada como “los papelitos” -muchos escritos de puño y legra por la viuda y “embasados” por la parapsicóloga- sólo permitirían acusarla por el delito de encubrimiento. Por eso solicitó un cambio de carátula.
Otro elemento que tiene en cuenta la abogada es que Ventura es la única acusada en Mendoza de un homicidio que consiguió que le dieran prisión domiciliaria por tener patologías que la predisponen al Covid-19.
Por su parte, Vaira Leyton explicó que han solicitado el sobreseimiento de Ventura, advirtiendo la no autoría. “Desde que la acusaron y luego del audio no se han sumado pruebas relevantes. No hay pruebas contundentes, objetivas y determinantes que hagan pensar que nuestra clienta contrató a un sicario para matar al marido. Un juicio por jurado establece que deben presentarse pruebas de calidad para no contaminar al jurado. Y esto no estaría pasando”, afirmó el letrado.
Pero antes de resolver si la causa debe ser elevada a juicio, el juez deberá resolver otro entuerto: en las últimas semanas aceptó que los dos hermanos del médico se constituyeran en querellantes, aun sin ser herederos forzosos. Luego, hace pocos días los dos hijos del médico también se constituyeron en querellantes. Los abogados sostienen que habrá que unificarlos o bien excluir a una parte.
Un asesinato misterioso
León Burela fue ejecutado en la tranquila mañana del 15 de abril de 2019, en la casa 17 de la manzana D, del barrio Kolton. El médico estaba solo porque su mujer se había ido al gimnasio. Cerca de las 11, la víctima, en bata y cursando un posoperatorio, estaba sentada en un sillón del living, frente al televisor.
El asesino traspasó el portón de rejas, ingresó por el patio a la vivienda y lo ejecutó de cuatro balazos que salieron un arma de calibre pequeño.
Según las pericias iniciales, el médico no pudo hacer nada salvo, tal vez, levantar intuitivamente el brazo izquierdo para protegerse por lo que el primer proyectil le ingresó por la axila. El segundo disparo le rozó el cuello y el plomo terminó incrustado en la ventana del frente de la vivienda.
Luego, como si fuera un asesino profesional, se acercó a la víctima y disparó dos veces más: el tercer disparo le dio en un hombro y el cuarto fue directo al cráneo.
Terminado el trabajo, el delincuente salió por la puerta llevándose el teléfono de la víctima y dos armas de puño: una calibre 9 milímetros y el arma homicida.