Cada vez queda menos para que se esclarezca uno de los crímenes más resonantes de la zona Este provincial en los últimos años. Se trata del homicidio de una verdulera de San Martín durante un asalto, que antes de ir a juicio ya tiene a tres acusados confesos. El último miércoles reconoció su autoría quien disparó el arma de fuego que le quitó la vida a Carina Rodríguez (42) frente a su pequeña hija.
Genaro Pantaleón Lucero (43) declaró ante el fiscal Martín Scatereggi, junto a su abogada y al resto de los defensores, asumiendo que en la siesta del 21 de noviembre de 2019 mató a la víctima en el negocio ubicado en la esquian de Lima y Soler.
En líneas generales, el detenido explicó que durante el robo la mujer estaba muy nerviosa y gritaba. En un momento se vino contra él y fue allí cuando salió la bala mortal.
El sospechoso agregó que el tiro se le “escapó” y que su intención no era herir a la comerciante.
Con este relato, la fiscalía logró la confesión de tres detenidos, ya que además de Pantaleón Lucero habían asumido su participación David Bravo Chaile (37) y Gonzalo Bravo Corso (36). El único que por ahora niega su intervención en el hecho es Genaro Lucero (24), hijo del autor material.
La reciente declaración significa la última prueba en la instrucción de la causa, que en breve será elevada para ir a un juicio por jurados.
La versión del acusado no cambia la hipótesis de los sabuesos, ya que los peritajes de balística realizados en un par de oportunidades no dieron cuenta de un disparo accidental, principalmente porque la verdulera fue baleada en la nuca y estando de espaldas a su asesino.
Distintos roles
Los cuatro imputados no llegarán al debate arriesgando la misma pena. Pantaleón Lucero podría recibir perpetua por un homicidio criminis causa -matar para ocultar el asalto-, mientras que sus cómplices quedarán frente a una pena de 13 a 33 años por homicidio en ocasión de robo, agravado por el uso de arma de fuego.
Según establecieron los investigadores, durante el atraco Bravo Corso se quedó afuera del negocio esperando como conductor para fugarse en un Peugeot 307.
Lucero hijo estaba en la puerta como “campana” y Bravo Chaile fue quien tomaba los elementos que se robaban. Cada uno ejecutó tareas diferentes, con lo cual el mayor peso cae sobre el hombre que disparó.
Más allá de estas variantes, los tres acusados enfrentarán a un jurado popular que definirá su culpabilidad o inocencia. En el caso de Pantaleón Lucero, sólo le cabe la pena máxima.
En cambio, para los otros tres sindicados será un juez técnico quien ponga la pena, si se dictamina previamente su responsabilidad.
Las pruebas
Además de sus declaraciones, hay elementos que vinculan a esta banda con el sangriento hecho. Entre ellos, el aporte de un testigo que mencionó el auto en el que se fugaban. Este vehículo fue secuestrado por la Policía y allí se hallaron las huellas dactilares de Bravo Corso, marcado como quien manejaba.
Por otra parte, está la cámara Gesell de la hija de la víctima -presenció el crimen con 12 años-, donde reconoció a Lucero hijo y describió características físicas similares en Lucero padre.
A Bravo Chaile en un allanamiento le encontraron la balanza que se habían robado de la verdulería -también se llevaron dinero- y en su ropa se detectó pólvora, lógicamente, proveniente de un arma de fuego.
Por último, hay dos mujeres que son testigos de identidad reservada y que declararon que mientras estaban detenidas en una comisaría. Narraron que, desde un calabozo contiguo, Pantaleón Lucero les contó lo sucedido.
