La violencia de género ejercida contra las mujeres no es solamente física, sino que también puede ser económica, verbal e incluso laboral. En relación a este último ejemplo, la Justicia de Entre Ríos condenó a un policía y al Estado provincial a indemnizar a una oficial con 1.2 millones de pesos por ordenarle que vaya a trabajar “en minifalda y colaless”, según informaron fuentes judiciales.
Este caso de violencia laboral ocurrió en septiembre de 2007, cuando un comisario principal, le ordenó a víctima, a través de una carta firmada por él, que fuese a trabajar “en minifalda y colaless, bien afeitada y perfumada” ya que iba a “pasar revista del cumplimiento” antes de comenzar la jornada laboral.
Los jueces Gisela Schumacher y Rodolfo Jáuregui indicaron que hubo “violencia de género laboral y sexual”, y que el imputado le causó a la mujer una “incapacidad sobreviniente, pérdida de chance, daño moral y daños patrimoniales”, ya que la mujer debió consumir “medicamentos y un tratamiento psicológico”.
Por su parte el tercer magistrado, Hugo González Elias, no estuvo de acuerdo con sus colegas y consideró que la orden “fue impartida con igual sentido para ella y sus compañeros varones” y que “el componente psicológico preexistente disparó” la denuncia. De esta forma consideró que no hubo violencia de género.
A su vez, la Cámara revocó la sentencia de un Juzgado de Primera Instancia de la capital entrerriana y ordenó al comisario principal y al Estado provincial el pago de 1.293.518 pesos, más los honorarios de los abogados intervinientes, a la víctima.
La agente denunció a su jefe por “acoso sexual y laboral sistemático” ya que recibió numerosos mensajes preguntándole si trabajaba, y si quería que la buscara por su domicilio, según informó Crónica.
La versión del policía
Por su parte, el acusado negó los hechos ante sus superiores y dijo que la mujer está “desde hace tiempo afectada psíquicamente, es mentirosa, fantasiosa y vive en un mundo alejado de la realidad”.
Y aseguró que el mensaje se lo envió como “una broma de mal gusto entre compañeros de trabajo”, y la calificó de “artera y de mala fe”, ya que realizó la denuncia " recién tres meses después de ocurrido”.
Resolución judicial
En tanto, uno de los peritos intervinientes en el juicio aseguró que por el hecho, la mujer sufrió “un cuadro de desestabilización y brote de mecanismos depresivos, contextualizado con sus repercusiones de su historia de vida”, y recordó que debió ser internada en un hospital neuropsiquiátrico.
En su voto, la jueza Schumacher remarcó “las dificultades probatorias del acoso sexual y laboral, porque son hechos que no suelen suceder frente a otras personas” y pidió “empoderar la palabra de la señora de policial jerarquía inferior, que denunció a un superior y afrontó todo el proceso posterior que implica, siempre, enorme desgaste emocional”.
La jueza precisó luego que se tildó “de broma algo que fue considerado ilegal por la propia Policía” de la provincia, sin atender la “percepción de la víctima sobre tal acto”, y recordó que " se la culpó por su personalidad como un factor predisponente, siendo que pidió licencia y estuvo internada poco después de haber recibido la nota” y de haber sido víctima de violencia de género.
Para la magistrada, la falta de consentimiento “ha quedado demostrada” y destacó que la ex agente se sometió a “innumerables instancias en las que mantuvo firmemente su versión de los hechos, que incluyó la expresión contundente del desagradado, malestar y daño que lo vivido le provocó”.
Si sos víctima o conoces a alguien que sufra violencia de género llamá al 144 las 24 horas.