A siete meses del femicidio de María Aida Oliva, la mujer de 52 años que fue hallada asesinada en el circuito de Papagayos, la Justicia condenó a prisión perpetua a Mario Castro (55). La mujer había desaparecido en abril y dos días después hallaron su cuerpo tras la confesión de su marido, quien se quebró al ver la Policía en su casa y señaló el lugar exacto donde la había dejado tras golpearla hasta la muerte.
En mayo, Castro había recibido la prisión preventiva luego de que las pruebas recabadas por la fiscal de Homicidios Claudia Ríos Ortíz efectivamente lo señalaran como el femicida de “La Negrita”, como la llamaban a la víctima con cariño.
Este miércoles, el único sospechado de asesinar a Oliva aquella noche del cinco de abril, fue sentenciado a prisión perpetua tras asumir su culpabilidad frente al juez Sebastián Sarmiento, del Juzgado Penal Colegiado 1.
Se trató de un juicio breve entre la defensa, la querella y la fiscalía, donde el magistrado decidió dictarle al detenido la pena máxima por homicidio agravado por el vínculo y por mediar violencia de género, es decir, femicidio.
Años de matrimonio y femicidio brutal
María trabajaba como empleada doméstica y vivía sola, en La Favorita, luego de haberse separado de Mario, con quien se casó siendo muy joven. Ambos se convirtieron en padres de seis hijos y forjaron un matrimonio que duró décadas, hasta que ella decidió ponerle fin un año y medio antes de su muerte.
La separación del matrimonio generó una especie de grieta en la familia. Esto debido a que cuando “La Negrita” y Mario se separaron, él quedó sumido en una depresión, lo que provocó que la mayoría de los hijos se inclinaran hacia su padre, situación que María en más de una ocasión había expresado que la hacía “sentir sola”.
En la mañana del miércoles 6 de abril, una de las hijas de María Aida se presentó en la Oficina Fiscal 2, de la Ciudad de Mendoza, para pedir denunciar el paradero de su madre ya que no sabían nada de ella desde el mediodía anterior, cuando almorzó con otro de sus hermanos.
En su declaración, la joven alegó que junto a sus hermanos estaban preocupados porque su madre no les atendía los llamados, no se le entregaban los mensajes y tampoco se conectaba a las redes, todas actitudes que no eran típicas en ella.
Pasaron dos días y personal de la División Homicidios, junto a la fiscal Ríos Ortíz se presentaron en la vivienda de Mario Castro, ubicada en otro sector del mismo barrio donde residía su esposa. Los detectives llegaron hasta allí para hacerle unas preguntas, pero el hombre al verlos miró directamente a la representante del Ministerio Público Fiscal y casi en un grito de desahogo le confesó: “Yo la maté, está en Papagayos”.
Sin embargo, esa confesión no tuvo validez legal en ese momento ya que fue ante los sabuesos de la causa.
A partir de ese momento, Mendoza se rindió ante el asombro de estar frente al primer femicidio, desde que había empezado el año. El cuerpo de María Aida fue hallado sin vida escondido entre matorrales justo en un sector del circuito de Papagayos, en el piedemonte de la ciudad, donde los vecinos de la zona suelen usar de tiradero.
“La negrita” estaba severamente golpeada y según detallaron los peritos del Cuerpo Médico Forense que le realizaron la necropsia, la mujer falleció a causa de un fuerte golpe en la cabeza que le quebró el cráneo.