Los más de 20 muertos y 70 internados en estado de gravedad que ha dejado esta semana el consumo de cocaína adulterada en la provincia de Buenos Aires ha abierto el debate no sólo sobre la peligrosidad de los hábitos de consumo de cocaína, sino también sobre los riesgos que pueden generar las sustancias “de corte” que se utilizan para aumentar la droga.
Estas sustancias adulterantes son la que generaron la tragedia en las cercanías de Puerta 8. Hasta el viernes se creía que la droga había sido adulterada con un opiáceo (tal vez fentanilo, una sustancia sintética, entre 50 y 100 veces más poderosa que la heroína) pero se llegó a hablar de algún veneno puesto en la droga de forma accidental o deliberada. La investigación está abierta.
Los Andes consultó a especialistas en drogadicción y en narcotráfico pero también a conocedores de los usos y costumbre de los narcos locales para saber qué cocaína “toman” o esnifan los consumidores locales.
“Le ponen de todo, lo que tiene a mano” coincidieron algunos para luego enumerar algunas sustancias clásicas que van desde el almidón a la cafeína, pasando por la ketamina (anestésico de uso veterinario) y llegando incluso a ponerle cal, tal como se ha detectado en algunos procedimientos policiales.
“De un kilo llegan a hacer tres”, dicen. La idea siempre es obtener mayores beneficios. Y las sustancias que se usan para “estiramiento”, hacen variar el precio de “papel” o “raviol” o “mogra”, una “bolsita” que no supera el gramo y cuyo valor oscila entre los $500 y los $5.000.
Como toda actividad comercial, la cocaína no escapa a las reglas del mercado: oferta y demanda, relación precio-calidad, volumen del negocio. Más cantidad, más dinero. Lo saben todos los integrantes de sistema, desde el productor al “dealer” que se la vende al consumidor. Así, quien compra una dosis en Mendoza está consumiendo entre un 3% a un 30% de cocaína pura, el resto está formado por elementos de corte.
Cómo engañar al consumidor
Estas sustancias, explica el médico Sergio Saracco, presidente de la Asociación Toxicológica Argentina, se pueden clasificar de la siguiente forma: 1) sustancias “inactivas” usadas para conseguir volumen; y 2) elementos “activos” que simulan los efectos característicos de la droga.
Para aumentar la cantidad se le agregan sustancias que como condición esencial deben ser de color blanquecino, como almidón o manitol (un edulcorante que tiene diversos usos).
Cristalina, de sabor amargo y con potente poder anestésico, la cocaína o clorhidrato de cocaína es un psicoestimulante, que libera adrenalina, produce aumento de la frecuencia cardiaca y rigidez muscular, ofreciendo a modo de recompensa una agradable sensación de omnipotencia. Pero, claro, su uso genera una altísima dependencia.
Para estirarla con la intención de engañar el consumidor y hacerle creer que es una dosis de cierta pureza, se le agrega productos de sabor amargo como dipirona (novalgina) o ácido acetilsalicílico (aspirina). Y para simular el poder anestésico, se agregan por ejemplo lidocaína que, deshidrata, se muestra como cristales blancos.
Por otra parte, para lograr ese efecto “adrenalinico” se puede utilizar cafeína, con la que se obtienen muy buenos resultados ya que es una sustancia psicoactiva.
El folclore narco sostiene que. en el siglo pasado, se llegaron a usar sustancias peligrosas como estricnina (un veneno para las ratas y que hoy no se comercializa) y también bajas dosis de vidrio de los tubos de luz molido para “intervenir” la sustancia.
Saracco sostiene que el mayor riesgo que tiene el consumidor no son los elementos de corte sino “consumir una droga de alta pureza, sobre todo cuando el consumidor desconoce estar frente a un producto de calidad”.
Si bien entonces el mayor problema es la concentración del producto, “el corte es una caja de pandora porque pueden pasar estos accidentes (como el de Buenos Aires). Cuando se cambia de dealer o se desbarata una banda se encarece el producto y la sustancia cambia de componentes; el consumidor no lo sabe y eso es muy peligroso”, sostiene el especialista.
De un kilo hacen tres
Todas las fuentes consultadas sostienen que en Mendoza son los “dealers” -es decir el regentea kiosquitos o hace delivery. Quienes se encargan de “estirar” la droga.
El comisario Marcelo Rivera, jefe de Lucha contra el Narcotráfico de la Policía de Mendoza informa que “el dealer puede comprar 100 gramos o 1 kilo, según el capital disponible y puede llegar a triplicar el peso: de 1 kilo salen 3″, cuenta Rivera.
Pero a falta de manitol o ketamina, “se estira con lo que tiene a mano: aspirinas, cualquier medicamente que “levante” o bien que anestesie como la lidocaína (un anestésico de uso odontológico). Una vez encontramos en El Bermejo unos tachos con una sustancia blanca. Pensamos eran droga y terminó siendo lidocaína”, dice el uniformado.
Puro marketing
En setiembre de 2021 la policía dio un duro golpe al narcotráfico: secuestró en Ciudad 20 kilos de cocaína que tenía un sello de un delfín, una marca clásica de la droga que mueve en México el cartel del Golfo. Sin embargo se hizo un análisis de trazabilidad y se comprobó que venía de Perú por el tipo de precursor utilizado.
“Era una droga que tenía un 30% de pureza como la que puede encontrar en cualquier kiosco local pero tenía ese sello que hacía pensar que era de México. Puro marketing como cualquier negocio”, dice le comisario.
Precios y calidades en el mercado local
Una fuente que conoce el mundo narco local por dentro y un ex uniformado de Inteligencia Criminal consultados para esta nota armaron una suerte de mapa de las elementos de cortes que usan los dealers mendocinos
Así, Tafirol, Novalgina, Almidón (o maicena) y creatina (sustancia utilizada el rendimiento del ejercicio y la masa muscular) son los productos que están en el último escalón ya que son baratos, fáciles de conseguir y sirven para aumentar el volumen de la droga. En el mercado local un “papel” de esta calidad puede valer unos $500.
Entra las sustancias para cortes “de mediana calidad” se encuentran la lidocaína, el manitol y la ketamina. Una dosis de estas características se cotiza en el mercado local “a $2.000 o $3.000 la dosis que no llega a pesar un gramo”.
Por ultimo “El corte más caro es el anhídrido de cafeína que produce insomnio y regula el efecto del éter y la acetona que ya tienen la cocaína que llega al país”.
Hay dos formas de comercialización que solo realizan “dealers vip” y que no se suelen cortar. Una es la llamada “alita de mosca” o “escama”, una cocaína cristalina que tiene un costo de hasta $5.000 pesos el gramo.
También se pueden conseguir “tizas” –llamadas así por ser similares a las tizas que se usa en las escuelas- una versión " potente que pesa 10 gramos y tiene un valor que va de los $17.000 a los $25.000 la unidad”.