Hace exactamente seis años, en un control rutero que realizaba Gendarmería Nacional en Luján, el estudiante Andrés García Campoy (20) murió tras recibir un disparo que salió de una vieja carabina fabricada en 1890 que llevaba en el auto. Según los dos uniformados -únicos testigos del hecho- el chico sacó el arma, los amenazó y luego se quitó la vida. Según los familiares de “Andy”, no se trató de un suicidio sino de un caso de “gatillo fácil”.
La muerte se investigó inicialmente en la Justicia local y, por ser en una ruta nacional con funcionarios nacionales implicados, la investigación pasó a manos del Juez federal Walter Bento, quien desde entonces investiga este llamativo caso. En febrero, el expediente sumó nuevas pericias pero aún no hay definiciones.
“Yo no quiero que la Justicia se olvide de Andrés. Yo, como madre, sigo pidiendo justicia. Quiero que esto se termine. Andy era un estudiante, un buen chico, para nada impulsivo. Un estudio realizado por una psicóloga dice que nunca pudo quitarse la vida”, indica su madre, Mónica Campoy, desde San Luis, donde reside.
La mujer sostiene que “nunca se investigó a los gendarmes” y que ni la ropa ni las manos de su hijo tenían pólvora. “Ellos dicen que murió adentro del auto pero no se encontró sangre. Hay muchas irregularidades que se tienen que investigar”, apuntó.
Tras la pandemia, la causa está paralizada pero en febrero pasado un equipo de especialistas de Buenos Aires de la Policía Federal realizó algunas pericias que podrían resultar de interés, cuando concluyan.
¿Un caso tan complejo como el de Nisman?
“Salvando las distancias, el caso de Andrés García es tan complejo como el del fiscal Nisman o el de Santiago Maldonado: no son sencillos y generan discusiones eternas. Acá no hay demoras si no complejidad. La misma naturaleza de la investigación hace que los términos sean razonables”, sostiene Ramiro Villalba, abogado de la familia del joven.
El letrado informó que el equipo de forenses realizó en febrero una serie de pericias vitales para que la investigación se clarifique. Por un lado, realizaron disparos experimentales para analizar el arma con la cual el joven se habría suicidado o bien lo habrían asesinado. Es que ni la víctima ni los dos gendarmes implicados tenían ese elemento en sus manos.
También se hicieron disparos experimentales sobre la piel de un animal, desde distintos ángulos, con el fin de reconstruir la morfología de la herida, en relación a las fotos que registraron durante la necropsia. Con esto se podría llegar a conocer la posición del tirador y del cuerpo y poder llegar a una hipótesis sobre quó pasó con Andrés.
Por otra parte, los peritos tomaron nota sobre el funcionamiento del arma. Es que los gendarmes sostuvieron que funcionaba de forma perfecta a pesar de ser un armamento muy viejo.
¿Suicidio o gatillo fácil?
Andrés García Campoy era mendocino. Estudió en San Luis, cuando su madre se mudó a esa provincia vecina, y luego volvió para estudiar Higiene y Seguridad Industrial.
El 13 de junio de 2014, “Andy” fue detenido en su Peugeot 504 en un control realizado por Gendarmería en la ruta 7, en Luján de Cuyo, a la altura del kilómetro 1060.
El joven se detuvo, mostró los papeles del auto en regla, le hicieron abrir el baúl y constataron que todo estaba en orden.
Según declararon inicialmente dos gendarmes, inesperadamente Andrés abrió la puerta trasera de su auto, tomó una carabina modelo 1890 y después gritó algo como “Mirá lo que tengo para vos”. Luego de disparar un tiro al aire el joven se habría disparado en la cabeza, quedando sin vida dentro del vehículo.