Cansados de la inseguridad, vecinos realizan patrullajes, grupos de WhatsApp y duros carteles

Hartos de vivir con miedo, se organizaron para frenar hechos delictivos. En el barrio Infanta, de Las Heras, hacen rondines y en Godoy Cruz piden a los ladrones que no hagan daño al robar.

Cansados de la inseguridad, vecinos realizan patrullajes, grupos de WhatsApp y duros carteles
Lilia Real debió escribir carteles a los ladrones para que no le hagan daño a su familia ni a los bienes de su almacén en Godoy Cruz. | Foto: José Gutiérrez / Los Andes

Combatir la inseguridad como se pueda, de eso se trata. A esta altura todo vale si se trata de cuidar la integridad propia y, de los vecinos. Algunos mendocinos se las ingenian como pueden, como el caso de una comerciante de Villa Hipódromo que decidió pegar carteles en su local con mensajes a los ladrones pidiendo que no hagan daño. En tanto, en el barrio Infanta de Las Heras, crearon dos grupos de WhatsApp para que todos estén al tanto de los casos. Luego, tras una asamblea, los vecinos decidieron turnarse y salir a patrullar por las noches para espantar a los sospechosos.

Lilia Real (48) apeló justamente al ingenio cuando ya no supo más qué hacer frente a tantos robos en su mercadito polirrubros situado en calle Montes de Oca al 1500, en Villa Hipódromo, Godoy Cruz.

“Con fibras y cartulinas me puse a escribir carteles para los ladrones. Es decir, carteles donde les pido que solamente me roben, que no me hagan daño. Una locura, algo ilógico pero real. La última vez que me robaron me rompieron una estantería que me costó muchísimo esfuerzo comprar”, explicó a Los Andes la mujer, casada y madre de hijos ya adultos que colaboran con la rotisería. El local tiene varios rubros: café, almacén, quiosco y, a la noche, comidas rápidas.

Con letra grande y legible, redactó uno de los carteles: “Quiero agradecer a los señores ladrones por tan solo robar y no hacernos daños mientras dormíamos... Mil gracias, Dios los bendiga”.

“Estoy cansada de que toda la sociedad repita: ‘Menos mal que no me hicieron daño’. No puedo creer a lo que hemos llegado. Mi esposo me dice que soy una arriesgada, que no tire tanto de la cuerda, pero ya estoy jugada”, disparó Lilia con ironía.

El restante cartel también trata de “señores” a los delincuentes. Lilia asegura que lo escribió en serio y sin ninguna otra connotación. “Señor ladrón, trate de no romper nada, nosotros soportamos el robo pero no el daño. Trabajamos duro para poder reponer lo robado... No podemos reparar dos cosas. Sepa entender”, se lee claramente en el escrito sobre una cartulina de color rosado.

Foto: José Gutiérrez / Los Andes
Foto: José Gutiérrez / Los Andes

Lilia y Alejandro decidieron abrir el polirrubro poco antes del inicio de las restricciones por la pandemia como forma de incrementar los ingresos familiares. Si bien ella trabaja de mañana en la Municipalidad de Godoy Cruz desde hace más de 20 años, la situación económica la obligó a reforzar los ingresos, que nunca alcanzan.

Desde que abrieron las puertas del local, todos los integrantes de la familia trabajan muchísimo y en horario corrido: desde las 6.30 hasta la medianoche. Muy temprano mantienen la reja cerrada para evitar los robos, aunque no siempre lo logran ya que han sido asaltados varias veces. Cuando comienza a aclarar, abren las puertas al público.

“Temprano en la mañana solemos recibir clientes fijos, muchos albañiles, empleados, taxistas, que pasan por un café y una tortita. El resto del día seguimos trabajando mucho, muy bien. Siempre digo que si no fuera por los robos sería un muy buen trabajo”, aclaró Lilia.

La comerciante advirtió que nada de lo que escribió en las cartulinas de colores fue en broma. “De verdad, yo siento que soy una bendecida cuando no me hacen daño. Por eso les dije lo mismo a ellos, que Dios los bendiga”, repasó.

Más allá de los sinsabores que debió atravesar, también le robaron tiempo atrás el celular en la esquina mientras esperaba el colectivo para ir a trabajar. “Estaba mirando justamente la aplicación en el teléfono para ver el horario del micro. Es todo muy terrible y lo peor es que esto está instalado, hay que seguir viviendo, laburando”, reflexionó casi con resignación.

“Todos los días tenemos que decir ‘Gracias por no pegarme, por no matarme’ ¿Hasta dónde hemos llegado?”, cuestionó Lilia.

Foto: José Gutiérrez / Los Andes
Foto: José Gutiérrez / Los Andes

La idea de los agradecimientos a los delincuentes, según relató, fue pura y exclusivamente suya. Su esposo le pide que se calme. “Pero no me puedo calmar, estoy cansada. Y creo, además, que esta es una forma de cuidarme. De verdad, me costó mucho comprar la estantería que rompieron. Me endeudé. No es justo, me levanto a la mañana y trabajo todo el día para que me roben dos veces al mes. Quiero que tomen conciencia”, continuó.

Agobiada por la situación reinante, la comerciante cerró: “Hice los carteles porque lo sentí y estoy satisfecha con el hecho de que haya tomado estado público. Esto se tiene que visibilizar, algo debemos hacer para cambiarlo. No puede ser que la gente trabajadora siga haciendo esfuerzos y los delincuentes se nos rían en la cara”.

Más allá de la estantería destruida, en otras oportunidades también la familia sufrió la sustracción de materiales para la construcción (estaban edificando un baño), herramientas y una balanza. Harta de la situación, Lilia finalizó su relato con palabras directamente dirigidas a quienes se dedican a robar y dañar: “Sean profesionales”.

El barrio Infanta y una pasarela “clave”

Si por algo se caracterizó toda la vida el barrio Infanta, en Las Heras, que posee alrededor de 35 manzanas, es por su tranquilidad y su gente trabajadora. Gente, en gran parte, mayor de edad. Sin embargo, esa vida tranquila que hasta hace poco todos apreciaban se transformó en un calvario, sobre todo a la noche, a partir de la presencia de delincuentes juveniles provenientes de tres barrios cercanos: Sargento Cabral, San Martín y 8 de Abril, según relatan los vecinos.

“Los delincuentes atraviesan una pasarela que hace de puente, llegan al barrio, roban y se van. Muchos son robos violentos: celulares, camperas, mochilas”, describió Facundo Morales, dueño de la panadería Don Carlos, en la esquina de Mercedes Sosa y Arturo Jauretche.

Justamente en esa esquina, y a instancias de una vecina, Carolina Vilches, que armó dos grupos de WhatsApp, se reunieron varios vecinos en una suerte de asamblea. Oficializaron así dos acciones concretas: crearon los grupos “Alerta vecinos” y “Vecinos en acción” para comentar todo tipo de hechos sospechosos. Los grupos tienen nada menos que 400 integrantes. Y, al mismo tiempo, decidieron salir a patrullar por las noches las calles del vecindario.

A simple vista, el barrio es apacible, con vecinos amables y solidarios. Muchos se conocen de toda la vida. La panadería de Facundo es lugar de encuentro porque la fundó su abuelo en 1972 y mucha gente se reúne a comprar pan y a contar las novedades del día.

En el barrio Infanta crearon dos grupos de WhatsApp para hacer prevención. | Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
En el barrio Infanta crearon dos grupos de WhatsApp para hacer prevención. | Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Paula Lucero contó que es nacida y criada en esta zona y que, aunque vive en un departamento relativamente segura, el miedo de salir a la calle siempre está.

Facundo volvió a la carga: “La Policía no hace nada. Cada vez que la hemos llamado tenemos que esperar mucho hasta que aparece. Demasiadas vueltas y preguntas”. Por eso él mismo, junto con otros vecinos, comenzaron a turnarse y salir a patrullar de madrugada con sus propios vehículos.

“¿Gente sospechosa? ¡A cada rato!”, exclamó el panadero. Y dijo que, como se sabe quiénes son, directamente los espantan como pueden.

“Claro que nos da miedo, pero no encontramos otra forma de actuar. Si nadie nos defiende nos tenemos que defender entre nosotros”, sostuvo.

“Comenzamos a patrullar, a enfrentar a los delincuentes. Y mis vecinos comenzaron a apoyarnos cada vez más. Hoy por hoy hay mucha menos delincuencia en el barrio. No hemos sabido de ningún hecho de inseguridad en casi una semana. Y logré también llegar a reunirme con los directivos de cada sector municipal y del Ministerio de Seguridad para mejorar el estado del barrio y que no haya tanta inseguridad”, comentó, por su parte, Carolina, la mentora de esta iniciativa.

Fabiana Montiveros también vive en el barrio, aunque algo más alejada. Se levanta muy temprano para ir a la oficina y asegura que la parada del micro es “carne de cañón”. “Hay que andar con cuatro ojos. Yo estoy en el grupo de WhatsApp y las cosas que cuentan son terribles, como que apareció un delincuente saltando por la pared del patio de una vivienda cercana”, concluyó.

“Ponen en riesgo su vida”

Néstor Majul, subsecretario de Relaciones Institucionales del Ministerio de Seguridad, explicó a Los Andes que efectivos de ese organismo se acercaron a ambos barrios para hablar de la situación y dejar en claro que la forma de trabajar es “en conjunto con el municipio y policías”.

“Nos acercamos a los dos barrios, Villa Hipódromo e Infanta, y les explicamos que están arriesgando su vida. El trabajo debe ser en conjunto y encarado de otra manera, es decir, con alarmas comunitarias o grupos que se conecten directamente con la comisaría”, explicó Majul. “Insisto, creo que con estos sistemas los vecinos no hacen más que poner en riesgo su vida y su seguridad”, cerró.

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