Las primeras horas de la víspera de Navidad 2021 serán tristemente inolvidables para Rosario Marchesi, una mujer de 45 años que vive en el barrio Unimev (Guaymallén) y sufrió un violento asalto pasadas las 0 de este viernes a cuadras de su casa. Un auto la atropelló en las inmediaciones de Juan Gualberto Godoy y Azcuénaga mientras ella iba en bicicleta.
Pero el episodio lejos estuvo de ser un accidente, ya que tras embestirla, las cuatro personas que se movilizaban en el interior del auto (“un auto gris, nuevo”, según reconstruye) se bajaron y le mostraron sus armas de fuego. Rosario alcanzó a ponerse a salvo, ya que subió a un puente para autos de la vereda del lugar. Y, tras soltar la bicicleta, salió corriendo y pidiendo ayuda a los gritos. “Empecé a golpear puertas hasta que, por suerte, unos chicos que estaban en el patio delantero de su casa me abrieron las rejas y pude quedarme al resguardo”, resumió, aun descolocada, Rosario a Los Andes.
Los delincuentes, por su parte, solamente se limitaron a tomar la bicicleta y huir. Pero no lo hicieron de forma disimulada ni intentando pasar desapercibidos. “Cuando llegó la policía y le comenté lo que me había pasado, por radio se comunicaron con otros policías y escuché cómo le respondía que habían visto pasar a un auto gris, andando en contramano y con una persona en bicicleta que iba agarrada al auto. ¡Y ni siquiera así los pararon!”, agrega Rosario, con una mezcla de resignación y bronca.
La mujer insistió en que el barrio Unimev e inmediaciones se han convertido en zona liberada. En ese sentido, indicó que en los últimos meses ella y su familia sufrieron 5 violentos asaltos, y uno de los más impactantes tuvo lugar a fines de octubre, cuando dos asaltantes golpearon a a su hijo de 16 años y dos amigas para robarles la bicicleta y lo teléfonos celulares en un espacio verde de la zona.
Una pesadilla que no terminó peor de milagro
En septiembre, Rosario compró una bicicleta tipo mountain bike para trasladarse todos los días al supermercado donde trabaja, ubicado a unas 10 cuadras de su casa. Al ser la única sostén de su familia, no cuenta con recursos suficientes para tener su auto y por ello eligió la bici. Precisamente en este vehículo regresaba a su vivienda anoche a las 0 cuando, de forma repentina, fue sorprendida por el “auto gris” que se le fue encima.
“Me atropellaron. Por suerte alcance a meterme al puente de un auto y pude saltar, si no, podía ser peor. Cuando vi que se bajaban cuatro personas -3 hombres y 1 mujer- y me mostraban las armas, pensé que me raptaban y todo por la bendita bicicleta. Tenían las caras cubiertas con tapabocas negros, pero alcancé a ver que una era una mujer. ¡Y los cuatro estaban armados!”, recapitula sin salir del shock la empleada de comercio. “Por suerte fui rápida, tiré la bicicleta y me fui corriendo hasta que unos vecinos me abrieron. Mientras tanto, uno de los asaltantes se subió en la bici, mientras que los otros 3 se fueron en el auto en otra dirección. Cada vez hay más inseguridad, y creo que a mí ya me tienen fichada por los reclamos y otras denuncias que he hecho”, continúa.
Sin embargo, Rosario deja en claro que no va a darse por vencida y que seguirá denunciando y reclamando que en el lugar se instalen cámaras de seguridad (algo que comenzó en octubre, luego del asalto a su hijo) y haya más presencia policial.
“Estoy destruida, pero no voy a parar, voy a ir hasta los más altos rangos y voy a denunciar. Creí que me iban a raptar y tuve mucho miedo, pero no voy a parar y no me voy a quedar callada. Y si me matan, que la gente sepa que hay toda una mafia. Hace un tiempo hicimos un reclamo por la inseguridad en el barrio, vinieron los medios y éramos 4 o 5 personas las que dimos la cara. Hay miles de personas que han pasado por estos episodios y no quieren salir por miedo”, sintetiza la mujer.
Luego del asalto a su hijo –recuperó la bicicleta, ya que los ladrones la abandonaron en una casa de la zona-, Rosario aseguró su bicicleta. Sin embargo, no es lo que más le preocupa de lo que vivió anoche. “Lo que menos me importa es la bici, realmente temí por mi vida. Hoy pensé que era boleta. Me atropellaron y no llegaron a hacerme nada porque atiné a tirarme a un costado y me fui corriendo y a los gritos. Realmente estoy agotada, muy triste. Tengo ganas de irme a vivir a otro país o, al menos, a otro barrio”, concluye.