Así operan los negociadores del GRIS en Mendoza, los policías que priorizan la vida en un “tira y afloja”

Los efectivos del Grupo de Resolución de Incidentes y Secuestros son quienes intervienen en situaciones de crisis y negocian con captores, suicidas o atrincherados para que depongan su actitud y se entreguen.

Así operan los negociadores del GRIS en Mendoza, los policías que priorizan la vida en un “tira y afloja”
Los negociadores deben lidiar con personas trepadas a lo alto de una antena, un captor o un paciente psiquiátrico en crisis que amenaza a su familia.

Dejó de escuchar los gritos de su pareja pero comenzó a oír las sirenas y el bullicio que invaden el exterior de su vivienda. Afuera todo es caos y temor. En su cabeza también. “Está loco, se atrincheró y dice que se va a matar”, gritan sus familiares. Una pistola se resbala en sus manos, víctimas de un incesante tiritón. Minutos después llegará un hombre con quien descargará sus frustraciones e ira; llegará junto a un grupo de policías armados hasta los dientes, detrás de un escudo. Pero el “intruso” no llevará arma; sólo un chaleco y una gorra. En el frente leerá la inscripción “GRIS”, al costado de la visera, un apodo y detrás la palabra “negociador”.

Ese policía quedará solo para entrar a un mundo ajeno: el de una persona fuera de sí que, presa del miedo, la bronca, el dolor o la desesperación, está dispuesta a hacer cualquier cosa. Luego vendrá una extensa charla, en la que se mezclarán diversos temas, ofertas y reclamos, hasta que, si la negociación resulta exitosa, ambos saldrán de esa oscura habitación tras haber sellado un “pacto de caballeros”.

El Grupo de Resolución de Incidentes y Secuestros (GRIS) fue creado en Mendoza el 24 de septiembre de 1999 luego de que una serie de hechos, como el asalto con toma de rehenes a diario Los Andes ese mismo año, hiciera notar que era imprescindible contar con un grupo de negociadores específicamente formados. Así, los primeros integrantes del grupo de élite de la Policía fueron quienes dos años antes habían viajado a Estados Unidos para capacitarse con el grupo SWAT. Aunque el bautismo de fuego del GRIS llegó en el año 2000 con el motín vendimial.

El Grupo de Resolución de Incidentes y Secuestros (GRIS) fue creado en Mendoza el 24 de septiembre de 1999.
El Grupo de Resolución de Incidentes y Secuestros (GRIS) fue creado en Mendoza el 24 de septiembre de 1999.

Los 18 hombres que componen la fuerza especial -nueve negociadores activos e igual cantidad en formación- cumplen funciones en diversas dependencias policiales y son convocados en situaciones de crisis. Entonces dejan todo lo que están haciendo, aún si están de franco ya que el servicio es voluntario, y son desplazados a tomas de rehenes o a cualquier situación en la que una persona se haya “atrincherado” y amenace con autolesionarse o quitarse la vida. En su casa, en lo alto de una antena o un puente. Entonces comenzará el proceso de negociación.

Un largo proceso

Cuando el protocolo de actuación se activa, los miembros del GRIS son convocados junto a sus pares del Grupo Especial de Seguridad (GES), el brazo armado y táctico de la agrupación. Lo primero que hará el negociador será corroborar que la información ofrecida, generalmente por los primeros efectivos de otras dependencias que llegaron al lugar de los hechos, sea correcta. Será el primero en intervenir en la crisis ya declarada y su misión será hacer cumplir la ley, atendiendo aspectos fundamentales como los derechos humanos, y priorizando la vida de los involucrados, tal el grito de guerra plasmado en su escudo.

La pluralidad del equipo es fundamental. Doctrinariamente somos la única unidad de orden abierto de la Policía de Mendoza.
La pluralidad del equipo es fundamental. Doctrinariamente somos la única unidad de orden abierto de la Policía de Mendoza.

La pluralidad del equipo es fundamental. Doctrinariamente somos la única unidad de orden abierto de la Policía de Mendoza. Esto significa que estratégicamente tenés en cada hombre una serie de aptitudes y conocimientos que permiten tener un comité de crisis y grupo de trabajo. El GRIS es un equipo de trabajo que realiza trabajo en equipo”, explica Goyo, uno de los negociadores.

Ese es su nombre de guerra, ya que prefiere resguardar su identidad. “Los negociadores nos entrenamos para salvar vidas. Entrenamos nuestro espíritu y nuestra mente para que, a través de la palabra y mediante la escucha activa, alcancemos la empatía, nos pongamos en el lugar del otro y comprendamos por qué una hormiga es lo más importante y el universo de la otra persona. Y que por esa hormiga que se le extravió o alguien se la robó está atrincherado con un cuchillo en una antena o no quiere dejar salir a su esposa porque le tiró la hormiga. Cosas tan simples que pueden resultar una estupidez para el común de las personas, incluso de otros policías, de pensamiento lineal. El negociador jamás tiene pensamiento lineal sino que domina o tiene conocimientos básicos de todas las escuelas de pensamiento para poder comprender a esa persona”, detalla.

La elección del negociador en cada crisis dependerá de las circunstancias y de la persona con la que deban lidiar. Por ejemplo, si el atrincherado tuvo un conflicto con un hombre rubio y de ojos claros, el negociador será morocho y de ojos negros para evitar que el sujeto en crisis lo relacione con lo que lo llevó a tomar esa conducta.

“Cuando arriban las unidades, como primera medida se crean los perímetros de seguridad conforme la amenaza que tenemos adentro y la condición geográfica del lugar. Se debe aislar la zona. Los únicos que operan allí son los dos grupos y el mando debe ser uno. No puede haber más de uno comandando y, si se tiene que efectuar un disparo, lo va a hacer el GES, no el policía convencional”, detalla el comisario Hugo Sánchez, titular del grupo.

Y continúa: “Una vez asegurada la zona, donde se prioriza la seguridad de quienes están ajenos al problema, cuando están las garantías dadas y con la anuencia de los fiscales especiales en crisis, se procede al avance del negociador con la cobertura del grupo táctico”. La negociación se compone de tres elementos fundamentales: la voluntad para negociar de ambas partes, tener algo que negociar y un canal de comunicación inteligible. Para esto último el GRIS cuenta con un traductor de inglés y otros que dominan la lengua de señas.

Somos latinos y trabajamos cara a cara. No tenemos otra forma de relacionarnos que el piel a piel y la mirada. Un negociador jamás puede usar lentes oscuros y ocultar su mirada. Gesticula porque más del 65 por ciento de comunicación es no verbal y en una crisis eso se eleva casi al 100 por ciento. Hay personas que están en crisis y que casi no hablan, sólo hacen gestos”, apunta Goyo.

Mientras el primer contacto del negociador se establece con la persona en crisis o con los captores de los rehenes, el resto del equipo instalará las esferas de seguridad, que aislarán el punto de conflicto y permitirán al comité de crisis actuar de forma adecuada. Hasta ese equipo conformado por efectivos de distintos grupos de la Fuerza y por funcionarios de las fiscalías especialmente creadas llegará la información de distintas fuentes. La principal será la que pueda aportar el negociador tras el diálogo con la persona en crisis, pero también llegará desde el relato de familiares, organismos del Estado y antecedentes penales. “La primera hora es de recibir insultos”, admiten con resignación los expertos.

El punto de impacto es el lugar donde está el sujeto atrincherado. A ese lugar lo maneja él. No entra el negociador ni el GES, salvo que la situación lo amerite. No va a entrar nunca nadie porque no se le puede sumar más gente a la crisis”, grafica Sánchez.

Y agrega: “Hay que hacer un análisis previo de qué le está pasando a esa persona. Es cierto que el negociador habla pero, por lo general, lo que hace es escuchar, bajo una técnica que se llama escucha activa. No tocamos ningún tema hasta no saber qué le está pasando a la persona en crisis”.

“De la escucha activa va a depender la información que pueda recolectar el negociador, que tendrá que ser muy hábil porque con sólo una palabra se puede quebrar el nexo que intenta lograr con la persona en crisis”, apunta.

El pacto más importante

“El negociador es técnica y legalmente el vocero de las autoridades, sean policiales, políticas o judiciales. El negociador no manda, no decide, no improvisa. Y el que manda no negocia. Esto es la regla de oro de un equipo de negociación en crisis de alto riesgo”, añade Goyo.

Además tratará de generar empatía con el atrincherado o el captor para hacerlo entrar en razones. “En ocasiones las demandas han sido por miles de pesos o por una serie de beneficios y se terminaron cerrando por dos atados de cigarrillos o unos pocos pesos”, confiesa Sánchez. Para ello será fundamental que el negociador cree la necesidad del revoltoso. “El detonante general de todas las crisis son necesidades insatisfechas”, sentencian en el GRIS. “De 10 crisis, nueve son emocionales”, agregan.

Para ser un negociador se requiere tener un mínimo de cinco años en la Fuerza en funciones operativas de calle e igual cantidad de operatividad voluntaria en el grupo como primer interventor. Al GRIS llegan a capacitarse efectivos de distintas fuerzas, incluso federales, el Ejército y la Fuerza Aérea.

Durante el diálogo con Los Andes el jefe del GRIS y uno de sus negociadores recuerdan a la perfección decenas de hechos en los que han intervenido. Un hombre disfrazado de hombre araña encaramado a una antena, un ex camionero obeso que, pese a estar postrado en una cama, disparaba desde una ventana con una pistola y tenía cautivas a su mujer y su hija, un paciente psiquiátrico que lamentaba que sus hijos lo desatendieran y blandía un enorme cuchillo, un hombre que había sido literalmente apaleado por su madre tras haberlo descubierto con una amante, un apasionado del ciclismo que olvidó sus problemas al hablar con ellos de su pasión, dejó las armas y se entregó. Todas esas intervenciones resultaron exitosas.

El proceso de negociación puede extenderse por largas horas y dependerá del vínculo que el negociador haya logrado con la persona en crisis, de las condiciones que hayan podido cumplir las autoridades y de la actitud del atrincherado. Los efectivos del GRIS afirman que en el proceso nunca se le miente al “cliente” y que se le explica detalladamente lo que ocurrirá una vez que deponga su actitud.

Cuando haya accedido a entregar su arma o a cambiar su conducta, se sellará el pacto. Esa acción, la que buscaron desde el momento de la primera alarma los negociadores, se refleja en una de sus insignias: la del guante de un caballero medieval apretando un rayo, signo universal del poder y la ira de los dioses. “Con eso se cierra toda crisis por negociación. Simboliza un pacto de caballeros controlando y conteniendo la crisis y la ira”, sentencia Goyo.

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