A punto de convertirse en mamá de un varón y con un oído totalmente afectado producto del fuerte golpe recibido, aunque mucho mejor psicológicamente. Así está hoy Agustina Tramontana, la moza que trabajaba en el bar “Maldito Perro” de Arístides Villanueva que sufrió una brutal agresión hace poco más de un año.
“Perdí un montón de cosas y me llegaron otras”, resumió Agustina, en diálogo con Los Andes, transcurridos exactamente un año y un mes de la brutal golpiza propiciada por José Luis Pericoli y Carlos Ramón Angulo, ambos imputados en un juicio abreviado y libres desde un primer momento.
“Sinceramente no esperaba el embarazo pero llegó. El bebé se llamará Aythan Valentín y nacerá el mes que viene. Estoy mejor, fue un año difícil pero esto me cambió en todos los sentidos. Perdí mucho y gané también”, expresó Agustina, quien antes del episodio pensaba viajar a Buenos Aires para incorporarse al Ejército.
“Lógicamente, el hecho de haber quedado sorda de un oído echó por tierra todo. De cualquier manera psicológicamente estoy bien, dejé la psiquiatra porque tuve una intoxicación medicamentosa por tantos remedios. Físicamente también me encuentro mejor, sólo me quedan las cicatrices y la sordera del oído izquierdo”, indicó.
En pareja y siempre muy acompañada y apoyada por su familia, Agustina, que tiene 21 años, intenta dar vuelta la página de un hecho que conmocionó a Mendoza cuando fue víctima de acosos y un ataque físico por parte de José Luis Pericoli.
El embarazo marcó un antes y un después y le dio la felicidad que buscaba. Durante largos meses, según ella misma había relatado, se sentía “estancada”. “No estoy bien psicológicamente, creía que había avanzado y no fue así, todo fue para atrás, siento miedo al salir a la calle y estar en contacto con gente, sufro ataques de pánico y también me inquieta saber que mi agresor está suelto y que la exposición pública puede llevarme a represalias”, sostuvo en una anterior entrevista.
En esa misma charla había señalado: “Mi vida dio un vuelco aquel 14 de marzo y desde entonces nada fue igual. Estaba por irme a Buenos Aires a cumplir mi sueño en el Ejército Argentino, donde había sido admitida luego de muchos requisitos y debieron darme de baja porque ya no cumplo con el apto psicológico. Estoy en pleno tratamiento psiquiátrico”, relató.
“Más allá de todo, el miedo siempre está. Ya no me gusta estar en contacto con gente y si bien tengo una perimetral con mi agresor, dispuesto por el juzgado, nunca se sabe cómo puede actuar”, manifestaba.
Como se recordará, Agustina fue indemnizada por el dueño del local donde atendía, también a pedido de la Justicia. Eso la ayudó en su momento a afrontar numerosos gastos médicos.
Hoy, sigue luchando por la implementación de la denominada Ley Agustina, que apunta a la violencia en locales gastronómicos. La iniciativa fue presentada en la Cámara Alta y tiene dos lineamientos, uno preventivo y otro punitivo, con endurecimiento en sanciones por acoso sexual a las trabajadoras.
“La ley tiene que salir, no debe haber otra Agustina pero parece que algunos legisladores se opusieron y quedó en la nada”, dijo la chica.
La iniciativa busca exigir a los locales comerciales que se informe específicamente a los clientes que el acoso sexual a mozas y demás trabajadoras, es una contravención y por lo tanto puede ser denunciable.
Una cobarde agresión
El 14 de marzo de 2023, alrededor de las 2 de la mañana, llegaron tres hombres a “Maldito Perro”, situado en Arístides. Subieron a la terraza, Agustina los atendió, pidieron cerveza y luego comenzaron a acosarla. Más tarde se sentaron en una mesa en la vereda.
“Fui a cobrarles y dijeron que ya habían pagado. No era cierto. El encargado se acercó, les reclamó el pago y volvieron a pedirle bebidas. Pero no quiso seguir atendiéndolos, ya cerrábamos el bar”, recordó la chica en declaraciones periodísticas, días después.
La discusión fue elevando el tono y los clientes querían irse con un vaso de vidrio. El encargado pidió que pagaran y lo dejaran. Allí comenzó la pelea, primero con él y luego entre otras personas que estaban en el lugar.
“Les ofrecí unos vasos descartables así nos devolvían los de vidrio del bar y se podían retirar. Justamente, hacemos eso de pedir los vasos y darles de plástico para que no pasen cosas como estas”, agregó la joven.
“Ahí se pusieron como locos. Me dijeron que no me iban a dar los de vidrio, se pararon, se quisieron pelear con otros clientes, el encargado se puso en el medio para que no lo hagan, uno de estos lo empuja y ahí me pega con el vaso en la cara, yo me caí al piso, uno de los bartender me ayudó a pararme y me metió en el bar”, contó la víctima en su momento.
Fue allí cuando uno de ellos le tiró el vaso en la cara a Agustina. Horas después de lo sucedido contó que tenía más de veinte puntos en la cara, cejas, mejilla y parte de la cabeza.
A todo esto, la Justicia condenó a uno de los agresores, José Luis Pericoli, que recibió una condena en suspenso a tres años de cárcel por lesiones graves, aunque continúa en libertad.
Fue luego de un juicio abreviado. La fiscal Claudia Ríos, de la Fiscalía de Instrucción Nº18 de Homicidios, llegó a un acuerdo con el abogado defensor de José Pericoli y realizaron el abreviado, instancia donde las partes arreglan una pena. De esta manera, con un atenuante por ser un abreviado, el encartado se hizo responsable de sus actos y recibió la condena a tres años de cárcel en suspenso. Esto significa que, a pesar de la sentencia, al no tener antecedentes, continuará en libertad pero cumpliendo con requisitos que le impusieron.
Como por ejemplo, demostrar que inició un tratamiento psicológico o psiquiátrico por lo ocurrido. Además, deberá comparecer ante la Justicia ante cualquier requerimiento. Si esto no se cumple, deberá cumplir la condena en prisión. Carlos Angulo, de 40 años, es el otro imputado por su actuación secundaria. También está libre.