A 46 años de la desaparición Oscar Garavaglia (17) – el adolescente que fue visto por última vez en el dique el Nihuil en 1979, cuando acampaba con 4 amigos y un adulto- la investigación, en el marco de un futuro “juicio por la verdad”, sigue adelante y actualmente los restos del joven son buscados en el cementerio de una vieja mina sureña.
“El sentido (de la nueva investigación) es llegar a la verdad, el fiscal me dijo que del expediente se desprende que se trató de un homicidio. Van a buscar ADN. Nadie se pierde, se pierde un objeto, una cartera, una billetera. Pero una persona no se pierde; a mi hermano ellos los perdieron”, dijo a Los Andes, Susana Garavaglia, una de las hermanas del chico.
“Ayer fue un día muy duro. Si fuera por mí, arrancaría el 12 de enero del almanaque. Es un día fatídico; y para todos los que quedamos fue la destrucción total, el dolor es muy profundo. Ni un solo día nos olvidamos de mi hermano. Mi papá murió en 2018 y decía que no quería morir sin saber dónde estaba Oscarcito”.
En 2023, Susana se presentó ante el fiscal Javier Giaroli y le expresó las dudas y contradicciones del caso del caso que estuvo bajo secreto de sumario durante 18 años.
Tras revisar el largo expediente el fiscal Giaroli le presentó un escrito al juez de garantías Gabriel Ravagnani solicitando un “Juicio por la verdad”, una instancia judicial sin consecuencias penales que se aplicó en Argentina para saber qué sucedió con las personas detenidas-desaparecidas durante la dictadura cívico-militar (1976-1983). Es decir que, si bien el delito está prescripto, la idea es que saber qué es lo que realmente pasó.
A mediados de diciembre pasado Giaroli, tras tomar cerca de 15 declaraciones decidió hacer una búsqueda en un cementerio abandonado de una mina conocida como San Eduardo o Picardo, ubicadas en una zona de difícil acceso, en Soitué, distrito de Jaime Prats, cerca del límite con General Alvear.
Allí personal de Científica y de algunos antropólogos comenzar a exhumar unas 200 tumbas, algunas con hasta 100 años de antigüedad. Estos trabajos todavía no terminan y ya que exigen tiempo y precisión.
“Para mi ellos lo envolvieron en la carpa que llevaban que nunca apareció y la señora Nardoni la desarmó. Ella tenía el DNI y la cadena y la cruz de mi hermano”, sostiene Susana, agregando que de todos los sospechosos solo está viva una sola persona: Alejandro Vidalled.
Una misteriosa desaparición, una investigación fallida
El 12 de enero de 1979 la familia Garavaglia se enteró de que Oscar había desaparecido en la zona de El Nihuil mientras pasaba unos días de campo junto a cuatro amigos y el padre de uno de ellos.
El grupo estaba compuesto por los jóvenes Oscar Garavaglia, Daniel Vidalled, Alfredo Alonso Decarre, Horacio Nardoni y Julio Pérez Sierra, todos jóvenes de entre 17 y 18 años, de clase media. El mayor, que estaba a cargo, era Atanasio Pérez Confetti, el padre de Pérez Sierra.
Habían salido de San Rafael el 9 de enero e hicieron campamento en el Club de Pescadores de El Nihuil. El día 11, uno de los chicos, Alonso Decarre, regresó porque se había accidentado. Al día siguiente, según los cinco que quedaron con Oscar, salieron a cazar piches en el campo cerca del cerro Nevado.
Los jóvenes se dividieron en dos grupos y se juntarían a las 20 en la camioneta de Pérez Confetti. Llegaron todos menos Oscar.
Más de 400 personas rastrearon las huellas del chico, que nunca regresó del campo. Rápidamente comenzaron las acusaciones de los Garavaglia contra “el grupo”. Una de las hermanas del joven desaparecido, en medio de la búsqueda, dijo que la mamá de Nardoni llevaba colgada una crucecita que era de su hermano.
El caso recayó en el juez de instrucción Carlos Bernaldo de Quirós, quien caratuló el hecho como “averiguación paradero”. En los años que tuvo el expediente en su poder, entre 1979 y 1982, el magistrado no logró ningún avance.
Y, en una medida que muchos consideraron delirante, De Quirós llegó a convocar a Fabio Zerpa (especialista en ovnis) porque consideraba la posibilidad de que el chico hubiera sido “abducido por una nave extraterrestre”.
Los Garavaglia rompieron relaciones con las familias de los involucrados, mientras que el caso no prosperaba, por más que el DNI de Oscar apareciera en la casa de Ada Nardoni días después de que el chico se esfumara.
Los años pasaron con el expediente sin moverse. No hubo jueces ni tampoco voluntad de esclarecer el caso. A tal punto que el secreto de sumario se prolongó por 18 años y tres meses.
Recién el 22 de abril 1998 el juez José Luis Martino, quien había tomado el caso en 1989, mandó a detener a tres personas: acusó del homicidio de Oscar a Pérez Sierra y Vidalled, mientras que a Ada Nardoni le endilgó el encubrimiento.
Los otros dos sospechosos habían muerto: a Horacio Nardoni lo asesinaron en San Luis en 1989, lo hizo el novio de su empleada doméstica. Pérez Confetti murió en la calle de un infarto en 1992.
Pero las detenciones terminaron en nada: los acusados estuvieron detenidos pero no se les pudo comprobar ninguna participación. Todos se aferraron a lo que habían dicho en 1979 y quedaron libres.
En mayo de 1999 el caso Garavaglia prescribió y los tres imputados fueron sobreseídos definitivamente.
En 2009, la Suprema Corte de Mendoza, avergonzada por la actuación de la Justicia, ordenó a la Provincia el pago de 120.000 pesos para los Garavaglia. “La verdad es que la plata importa nada”, dijo en su momento Nieves, la mamá de Oscar.
