La policía que supimos conseguir

La policía que supimos conseguir

¿Es el reclamo salarial el origen del problema policial? Sin duda es parte del problema. Sería ingenuo negarlo o hipócrita. Pero creo que el tema va mucho más allá de un  simple reclamo con gravísimas consecuencias en vidas y bienes.

Hay situaciones que exigen un trato más profundo. Es entonces que comienzo a realizarme varias preguntas: ¿Queremos una policía confiable y que podamos darle, en la medida que corresponda, la custodia de nuestra seguridad en vida y en bienes? La respuesta es indubitable ¡sí!.

Y a partir de esta afirmación que no es otra cosa que lo que todo ciudadano espera de las fuerzas de seguridad. ¿Pero las preparamos para eso?

Es entonces que acuden a mi memoria vidas ejemplares que hicieron de su vida un modelo de entrega por el prójimo y no por cuestiones salariales. Vaya como simple mención, más allá de cualquier ideología o credo, los nombres de Albert Schweitzer, René Favaloro, Manuel Belgrano, el soldado japonés Hiroo Onoda que se rindió 23 años después de terminada la guerra porque no había recibido las órdenes de su superior; el soldado catamarqueño Poltronieri que cubrió él solo la retirada de su compañía durante la guerra de las Malvinas.

Pringles, el héroe de Chancay, que prefirió arrojarse al mar antes de entregar la bandera a los españoles; la misma Camila Speziale, que ha debido pasar una odisea junto a su compañero por la defensa del medio ambiente. Los múltiples policías que estando de franco dan la vida por evitar un asalto. Los vecinos que en los  saqueos salieron a defender a quienes eran saqueados.

Son algunos de los que podemos mencionar pero existen ejemplos por doquier de quienes, sin salario o con un salario mísero, son capaces de dar incluso la vida en defensa del prójimo o valores superiores.

Es aquí donde debemos detenernos y preguntarnos: ¿Es el sueldo o la convicción lo que lleva a una persona a poner en riesgo su propia vida por la misión que le ha sido encomendada? Aquí reducirlo todo al salario es caer en un reduccionismo suicida .Todos los ejemplos mencionados estaban absolutamente seguros de lo que hacían y fueron formados en ello.

Nuestros policías ¿son valorados socialmente? ¿Se les da una formación que los concientice sobre su rol social y actitud ejemplar que deben tener? ¿Se los prepara suficientemente o se ha transformado la policía en una mera salida laboral? ¿Se protege penalmente las faltas de respeto (desacato) a un uniformado?

¿Tienen capacitación permanente sobre los nuevos delitos? ¿Da prestigio social ser policía? ¿Son sus superiores en grado destacado ejemplo? ¿Tienen prácticas propias de su función acorde a los requerimientos? ¿Se los provee de los elementos necesarios para realizar decorosamente su tarea? ¿Al ingresar se los evalúa sobre los principios que están destinados a ser el fundamento de su vocación?

Si la mayoría de las respuestas son negativas y concediendo que existe un número de efectivos que son dignos representantes de la institución policial, no pidamos seguridad ni que arriesguen sus vidas porque les aumentemos el salario. Es más: serán parte de los delincuentes como ya lo estamos leyendo en los principales medios por sus vinculaciones con el narcotráfico, saqueos u otros delitos.

Valga entonces una vez más la frase de San Martín: “Serás lo que debes ser o no serás nada”. Sólo las convicciones en los principios permiten cumplir la misión.

Para finalizar, la sindicalización sólo agravará el problema produciendo una conducción bicéfala. Un estatuto que lo vincule al Ministerio de Seguridad quizás pueda ser la solución salarial.

Pedro José Giunta - DNI 7.372.801

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