El cadáver de un niño de unos seis años aparecido en una playa del sur de España está generando polémica en el país, no sólo por el drama que rodea a la emigración sino por las críticas al Gobierno por el tratamiento del asunto.
El cuerpo del pequeño apareció el viernes pasado en una playa de Barbate en estado ya de descomposición y se especula con que fuera uno de los ocupantes de una patera que naufragó a mediados de enero, ya que otros cuerpos de adultos fueron encontrados en playas de la provincia de Cádiz entre el 14 y 15 de enero.
La Iglesia católica unió hoy su voz a la de partidos políticos y entidades sociales que han denunciado el drama humano de los emigrantes que intentan llegar a las costas de Europa en busca de un futuro mejor.
El Ministerio del Interior español mantiene abierta una investigación para confirmar que el niño encontrado, como han revelado algunas asociaciones, se llama Samuel, tenía seis años, y viajaba en la embarcación junto a su madre, también desaparecida, procedente de la República Democrática Congo.
Algunas organizaciones han apuntado que el Ejecutivo español ha tenido interés en ocultar información acerca de la aparición del cadáver de este menor.
El secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, lamentó el suceso, una situación "dramática pero no evitable" y negó cualquier ocultamiento de la muerte de este niño: "se han seguido los trámites que marca la ley para preservar todas las garantías".
El cuerpo fue hallado por las fuerzas de seguridad el viernes, pero la noticia no fue conocida hasta el domingo, tras un tuit en el que el secretario de migraciones de la Diócesis de Cádiz, Gabriel Delgado, lamentaba la muerte del pequeño.
Por su parte, Save the children remitió una carta al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, para exigirle las medidas que sean necesarias para garantizar entradas seguras de inmigrantes y evitar así casos como el de Samuel.
"La única forma de evitar las muertes en el Mediterráneo es estableciendo rutas seguras y legales", subrayó la ONG tras recordar que, sólo en enero, 3.871 personas han llegado a Europa desde África, Asia u Oriente Medio buscando una vida mejor, la gran mayoría por mar, y de ellos 246 se han ahogado en el viaje.