Los árboles de Mendoza provocan la humidificación del aire caliente y seco que baja del pedemonte, atemperan el viento Zonda, disminuyen el nivel de ruidos, amortiguan los rayos solares, actúan como depuradores de gases contaminantes y poseen, además, un valor estético y paisajístico que nos instala en la cultura del árbol.
Los veranos de temperaturas altas que tenemos los mendocinos serán inviables sin la protección de la masa forestal que protegen los centros poblados de nuestra geografía.
Por eso desconcierta que los municipios procedan en ocasiones a realizar podas que son verdaderas mutilaciones, evadiendo los conceptos claros de la ley 7874, la Ley Ambiental, que en su artículo 10 y sucesivos brinda precisiones de cómo debe realizarse esa tarea.
El último ejemplo de esta omisión de elementales conceptos de protección de la vida vegetal se registró en el departamento de Junín, donde los inspectores de la Dirección de Recursos Naturales Renovables (DRNR) contabilizaron "2.800 forestales severamente daños por fuertes rebajes de ramas primarias y secundarias".
El proceso se extendió y en algún momento pudo haberse vuelto atrás: primero surgió la denuncia de vecinos del departamento, quienes alertaron a los militantes de la Asamblea por el Árbol, una ONG de seis años de actividad, empeñada en la férrea defensa del aliado vegetal, que quiso revertir la situación sin lograrlo, y finalmente tomó intervención la DRNR.
El dictamen técnico del organismo provincial fue contundente y derivó en la aplicación de una multa de $ 6.885.000 a la comuna de la zona Este. Lo lamentable de todo este episodio es que el daño sobre el arbolado se consumó, los ejemplares mal intervenidos tardarán un tiempo prolongado en recuperarse y, por añadidura, el erario público deberá abonar una sanción económica de casi 7 millones de pesos, que bien podría haber sido utilizada en obras útiles para la población del llamado "Jardín de Mendoza".
Si bien hubo descargos del Departamento Ejecutivo municipal, señalando que en su jurisdicción hay 60% de arbolado enfermo o en camino de serlo, se debió rever la tarea cuando hubo indicación de que se la estaba haciendo mal. También hay indicios de que el descuido y la falta de atención del patrimonio verde vienen con un arrastre de años porque los forestales se degradan por falta de atención. Podemos admitir otra explicación oficial: "preservar la seguridad de la gente", en razón de que por tormentas registradas en el área se registró la caída de 270 ejemplares.
En síntesis, todo este triste episodio se podría haber evitado. Simplemente con la aplicación de las sabias leyes que existen al respecto y si persistieran dudas, los ingenieros de los municipios, que descontamos lo posee el de Junín, tienen la posibilidad de acudir en consulta a la ya citada Dirección de Recursos Renovables, y del Consejo de Defensa del Arbolado, donde un puñado de técnicos muy calificados viene bregando para sostener al árbol como un servicio público prioritario.
Cerramos este comentario citando la reciente "Jornada de arbolado urbano. Beneficios y Actualidad", que se ofreció en la Legislatura, con la organización del Casa de la Leyes y el Instituto Multidisciplinario de Ciencias Ambientales (UNCuyo). Fue un foro sencillo en su montaje pero didáctico y de mucha trascendencia por lo que se transmitió sobre el árbol, que no fue aprovechado por los funcionarios ambientales de las municipalidades ni por los legisladores, ausentes estos últimos en forma total.
Las ingenieras Teresita Capezzone y María Cristina Herrera ofrecieron información contundente que puede resumirse en este concepto: "La ciudad necesita el árbol como un elemento esencial para garantizar la vida, y debemos brindarle casi el estatus de un ciudadano más".
