Los proyectos de inversión anunciados marcan un cambio en el interés de los inversores que miran a Mendoza. El hecho de que el grueso estén concentrados en las energías renovables (con un magro resultado en la última licitación) y el petróleo (trabado por un amparo de una ONG) está mostrando una pérdida de competitividad de nuestras actividades tradicionales.
Casi toda producción clásica mendocina es muy permeable al tipo de cambio. Cuando es positivo, las exportaciones crecen y son el motor de crecimiento, pero cuando se atrasa todo tiende caerse, bajan los precios y entran en crisis los productores.
El problema más grave es el diseño de la política tributaria argentina, que está destinada a gravar el valor agregado. Por esta razón les va bien a los productores de granos y les va muy mal a las actividades que, por sus características, tienen un alto componente de valor agregado
Mendoza tiene que cambiar hacia una matriz de mayor valor agregado, sobre todo el intangible, que es el que más valor agrega. También la exportación de productos inteligentes y de alto valor puede relativizar los costos de fletes y acercar las distancias.
No se puede seguir esperando dólar favorable ya que los mercados son volátiles y hay en que encuadrarse en la alta tecnología y la inteligencia para conseguir certidumbre.