Pobreza cero, educación cero

Pobreza cero, educación cero

La raíz del problema

Son tantos los hilos que enredan el marasmo argentino que todo termina en el poder económico. Todos los inconvenientes que genera la crisis económica encuentran su raíz en otro escollo: la pobreza, la falta de empleo en una formación técnica, administrativa o profesional.

La falta de empleo lleva a la pobreza y a la corrupción… Y, así, este laberinto parece no terminar más (dejemos de considerar la crisis apocalíptica que nos legaron: de nada nos sirve).

Yo creo que la raíz de todos los problemas que tenemos hoy en la Argentina está en la Educación y si el gobierno anterior quiso herir de muerte la democracia, fue muy certero porque la destruyó.

No podríamos abarcar en un solo artículo todos sus deterioros: los edificios escolares destruidos, sin los más elementales servicios (agua potable, instalaciones de cloacas en las escuelas, la escasez de las líneas de transportes, los sueldos miserables de los docentes, la falta de motivación de alumnos y maestros, los cambios permanentes de lineamientos pedagógicos y científicos que convierten a la población escolar en conejitos de prueba; la formación de actitudes en el hogar -condimentos esenciales de la vida democrática-, el perfeccionamiento de las habilidades para el trabajo y la adquisición de conocimientos. Los egresados secundarios y universitarios no están en condiciones de desenvolverse con idoneidad en su especialidad, y mucho menos en actividades que involucren la comprensión lectora, el razonamiento, la inferencia, a pesar de tener siempre a mano un instrumento tecnológico. Por supuesto que existen excepciones a esta regla pero son precisamente eso: alumnos excepcionales.

Si nos abocamos exclusivamente al acto de aprender también surgen diversos y serios problemas conceptuales:

1. Una punta del iceberg es la adquisición y consolidación del conocimiento. Toda la educación está en decadencia a pesar de muchos docentes y funcionarios que pusieron voluntad. Sin embargo estoy convencida de que el error principal, clave, que ha desencaminado la docencia ha sido creer que lo esencial del saber es la actualización científica. Un buen maestro sabe que siempre debe preocuparse por conocer e interpretar los últimos avances pedagógicos, lingüísticos, geográficos, biológicos, etc. Pero que el docente conozca todas las corrientes científicas, hecho muy necesario, no significa que el mejor educador, apenas asoma una nueva teoría, debe trasladarla al aula al pie de la letra.

Utilizar términos recientes, complejos, no es sinónimo de cultura. Expresarse con un vocabulario científico no es competencia lingüística.

La mayoría de las personas usa vocablos sin conocer con certeza qué significan. Acabemos con la postura competitiva de ver quién habla más “en difícil”, quién maneja mejor una computadora o cualquier instrumento tecnológico.

Todas las posturas científicas tienen algo valioso que rescatar (las viejas y las últimas). Y con todo ese material, madurado y adaptado al alumno, recién podremos formular una pedagogía accesible a nuestros discípulos. ¿Qué puede hacer el profesor para estar siempre al día?

El docente deberá profundizar cada nueva teoría, leer, participar de talleres, intercambiar con sus compañeros de cada escuela para seleccionar, organizar e integrar los contenidos modernos con el currículum vigente, adecuado a sus alumnos.

No creamos que por introducir términos nuevos y teorías exóticas somos mejores docentes, porque la realidad demuestra que el alumno termina con un vago embrollo de palabras, aun con la computadora delante. Me ha dicho mi larga experiencia docente que lo nuevo no mata lo viejo. Los millennials o Generación Y (como llama Raúl González a los niños que manejan una PC) serán brillantes y opacarán a las generaciones anteriores. Creo que los que piensan así deberían leer alguna obra del maestro de maestros, Sócrates, que hace 2.500 años formó a brillantes pensadores y filósofos como Platón o Aristóteles.

2. La indispensable mediación del docente. Otra objeción: se ha confundido autonomía del aprendizaje del alumno con una relación directa entre el aprendiz y la fuente de información. Actualmente el docente elige los soportes textuales que utilizará el aprendiz (videos, enciclopedias, internet, revistas, manuales, etc) , se lo entrega con consignas y el chico debe trabajarlo solo o con sus compañeros que saben tanto como él. Durante la clase, el maestro en su escritorio y los alumnos conversando quién sabe qué. Eso no es un proceso de aprendizaje sino una guía de estudio dirigido.

También considero aberrante aquellos manuales en los cuales los alumnos deben responder, casi siempre literalmente, por adivinación.

La clase debe ser un laboratorio donde el docente estimule a sus aprendices para que piensen, relacionen, se equivoquen y se corrijan.

Para que haya aprendizaje debe haber interacción entre el aprendiz, los contenidos y el mediador, o sea el docente. Cualquiera que sea la dinámica de la clase (incluso con los recursos tecnológicos) no deben faltar estos momentos clave: a) el diálogo constructivo entre los alumnos y el docente en el que se van construyendo los datos aportados por los aprendices desde su zona de desarrollo próximo, orientados por las intervenciones del maestro para construir la trama correcta del concepto. Para cumplir esta dinámica de la clase es imposible ver a un docente sentado en su escritorio y a los alumnos desconectados del tema. b) La síntesis final de la clase, que reforzará e integrará todo lo trabajado: una clase sin síntesis es una película sin final. c) Fijación (con ejercitación en la casa y en la escuela); sin la reiteración de contenidos no hay aprendizaje. Reiteración no significa repetición aburrida. Existen muchísimos juegos didácticos bien organizados que entretienen y a la vez hacen pensar y fijar contenidos. d) Evaluación, para tomar la temperatura de lo que se ha asimilado y reforzar lo que quedó sin precisión. La evaluación no es un castigo, es la única forma de descubrir lo fijado y repasar los conocimientos que quedaron inciertos.

Las columnas basales de todo aprendizaje son: a) Elaboración interactiva entre el docente y los alumnos. b) Adaptación e integración de las teorías pedagógicas de ayer, hoy y mañana.

En este planteo no se busca sólo el conocimiento intelectual sino que se ejercitan habilidades básicas como el análisis, la comparación, la deducción ejemplificación, la inducción y todas las herramientas sin las cuales no se puede manejar el campo tecnológico ni los otros avances que nos llegarán en el siglo XXI y XXII.

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