Recientemente editorializamos sobre el problema causado por las lluvias en abril y nadie puede descartar que se repita el ciclo, por lo cual el ciudadano aspira a que se hagan las obras necesarias que atemperen las nefastas consecuencias que cíclicamente se registran. Urge comenzar a planificar en serio e invertir una vez por todas, para restar los efectos perniciosos de estos fenómenos.
Ya en otras entregas hemos descripto las recomendaciones formuladas por investigadores del Conicet Mendoza. En este caso citamos al ingeniero Alberto Vich, ingeniero en Recursos Hídricos, del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla).
Este profesional sostiene que la mejora del sistema de defensa aluvional no necesita de grandes obras, sino reformar el desagüe del centro y evitar que continúe la degradación del pedemonte, para el que propone hacer pequeños reservorios de agua y reimplantar vegetación autóctona.
Algo de esto se ha desarrollado en el barrio ATSA I, en Godoy Cruz, con alcance a conglomerados vecinos, donde funcionan cinco grandes piletones que almacenan el líquido derivado de grandes tormentas, posibilitando que las arterias y casas del área no se inunden, y luego liberan el líquido en forma controlada.
Lamentablemente, a pesar de esta solución, no faltan problemas porque inadaptados arrojan basura en esos reservorios desnaturalizando su función. Entonces, la misma comunidad debe cuidar la infraestructura que la protege. También la propuesta alcanza a detener la urbanización al Oeste, que ya ha avanzado en demasía, y mantener absolutamente limpios las canales y las acequias.
Si la lluvia cae en el Oeste (desde la precordillera hasta Boulogne Sur Mer) todos los cauces que existen en esta región que llamamos pedemonte corren de Oeste a Este, atraviesan la ciudad y su principal receptor es el canal maestro Cacique Guaymallén. Pero hay que tener en cuenta las características de la zona: pendientes abruptas, escasa vegetación por presión humana (antrópica), al ser eliminada por distintas actividades, ya sea pastoreo, extracciones, y hasta por los que hacen enduro.
Cuando llueve en la ciudad tenemos un sistema de desagüe que está integrado por zanjones, canales y acequias que tiene una doble función: regar el arbolado público y evacuar los excedentes hídricos que precipitan sobre la ciudad.
El problema es cuando se dan los dos problemas juntos, es decir lluvia en el Oeste y en la Ciudad, que es lo común. Cada uno tiene un tratamiento. En el primer caso es retener y retardar; en el segundo caso no se pueden eliminar las viviendas, entonces debe buscarse algún método para retener y evitar que ciertas calles se inunden. Como se ve, son prácticas distintas: en el primer caso alcanzaría con algunos sistemas de corrección de la vegetación natural, que es el principal regulador del escurrimiento. Cuando eso no es suficiente porque estamos en un desierto debo recurrir a pequeñas ejecuciones con el objeto de retener y retardar la escorrentía y no almacenarlas en un solo sitio sino en distintos puntos distribuidos a lo largo del pedemonte.
En la ciudad debe evitarse la demasiada impermeabilización de las calles; a veces la calle trae más agua que la acequia. Lo que proponen los estudiosos es entonces hacer un redimensionamiento de toda la red de drenaje actual. En segundo lugar empezar a generar técnicas para empezar a retener y retardar agua, siempre en forma provisoria.
Algunas instancias se pueden comenzar de inmediato, y tratar de conseguir que el público, el usuario, se involucre en estas acciones y contribuya con su aporte a que los cauces estén limpios y habilitados.
