La sala del Le Parc lucía colmada de militantes y funcionarios. Los reunía el festejo local de la década kirchnerista.
Fue la noche del 23 de mayo. Y entre los aplausos a cada cifra positiva que enunciaba el Gobernador como parte de los logros en este tiempo, se coló un dato que muchos hubieran preferido pasar por alto: el período 2003-2007 fue en el que más viviendas se construyeron en Mendoza.
El motivo para no resaltar ese récord es simple: ocurrió cuando la provincia era conducida por Julio Cobos, ex aliado y actual enemigo visceral del kirchnerismo.
A Francisco Pérez, que llegó a gobernador gracias al arrastre de Cristina Kirchner y desde ese momento juró lealtad al “proyecto nacional y popular”, le quedó el sabor amargo de tener que reconocer, aunque sin nombrarlo, al rival más odiado por los K mendocinos.
Y más que nunca deseó destronarlo de ese sitio en la historia. Hoy, en el Gobierno están convencidos de que lo lograrán y admiten que la meta es superar al ex vicepresidente. Pero desde la UCR los miran escépticos y hasta con sorna.
Hasta el final de setiembre, la gestión de Pérez, a través del IPV, se adjudicaba 3.631 viviendas, de las cuales 1.223 en realidad son ampliaciones. Si en base a esos números se hiciera una proyección hasta diciembre de 2015, difícilmente podría superar las algo más de 11.000 que hizo Cobos. Pero desde el oficialismo responden que aumentó el ritmo de obra y hay 5.500 en ejecución (con menor peso de las ampliaciones) y casi 4.000 a iniciar.
Con éstas dicen que ya cumplen con las 12 mil prometidas en la campaña de 2011, sin contar las que aporta el plan nacional Procrear, que alivia notablemente la demanda de la clase media.
Pérez, cuando asumió, cargaba con la mochila de haber sido ministro de Infraestructura de Celso Jaque, cuya gestión fue notablemente deficitaria en materia de vivienda. Algo que en el Gobierno hoy reconocen y reprochan: “El Celso no priorizó los barrios, prefirió volcarse a las escuelas y otras obras. Por eso en el primer año entregamos sólo 800 casas”.
Más allá de esa herencia flaca, los barrios entregados hasta ahora fueron en buena parte iniciados, licitados o definidos por la administración Jaque. Es más, el fideicomiso generado en aquellos años, que fondeó principalmente la Anses, está pagando ahora la construcción de cerca de 2.000 casas, según se desprende de las planillas oficiales.
Uno de los especialistas que tiene el radicalismo en vivienda cree que la situación no cambió mucho y que lo de Pérez va a ser apenas “poquito mejor” que lo de su antecesor. Arriesga que en diciembre, cuando cumpla dos años, este gobierno habrá empezado y terminado 1.700 casas a lo sumo, excluyendo las ampliaciones. Y que al terminar el mandato, no serán más de 6.500, poco más de la mitad que Cobos.
Todos estos números suenan más escasos aún si se los compara con el déficit habitacional de Mendoza: los datos oficiales indican que se necesitan 42 mil casas nuevas y 45 mil ampliaciones.
Es decir que, si Pérez cumpliera su promesa, aún faltarán 30 mil casas para cubrir la demanda, algo así como diez años más al mismo ritmo. Si finalmente tienen razón los radicales, se necesitaría el doble de tiempo para llegar a esa meta. Ni hablar si se consideran las ampliaciones.
De revanchas y polémicas
Desde que fue elegido candidato del PJ en abril de 2011, y para su disgusto, Pérez fue asociado y comparado con Cobos: ambos condujeron el Ministerio de Obras, ambos llegaron sin estructura y por decisión de otros a la postulación, ambos fueron al Liceo y ambos mantuvieron un estrecho y cuestionado vínculo con el kirchnerismo.
Pero también transitaron caminos diferentes una vez en el poder: el radical ganó espacios en la UCR y generó una empatía con los mendocinos que aún le rinde frutos. El peronista, en tanto, nunca pudo ponerse al frente del PJ ni cautivar a la gente. Por eso, “ganarle” al ingeniero en su terreno sería una especie de revancha, por más que el 27 no haya forma de derrotarlo en las legislativas.
Tan seguro está Pérez de los números que le reportan, que en los últimos días ha salido a decir abiertamente que superará las 12 mil casas. Y su equipo de comunicación impulsó hace un tiempo una idea que acercaron desde el IPV: el contador de viviendas entregadas, que fue ubicado en los principales accesos. Esta decisión implica un gran riesgo: si el contador no avanza lo suficientemente rápido, su efecto es negativo.
Las viviendas fueron uno de los principales ejes de campaña en 2011 y nunca dejaron de estar en la agenda política desde entonces. El año pasado, el radicalismo mandó a sus concejales en cada departamento a ver en qué estado se encontraban las obras promocionadas por el Gobierno. El resultado fue que muchos no eran más que baldíos.
El Gobierno dice que hoy todos los barrios que figuran en sus planillas están y desafía a cualquiera a ir a comprobarlo.
Ahora, en la recta final hacia las legislativas, volvió a instalarse la polémica. De hecho, Cobos presentó hace unos días un proyecto de plan nacional que apunta básicamente a garantizar la construcción de 100 mil casas por año en el país, a través de un sistema de ahorro en metros cuadrados. Lo hizo porque cree que hay que buscar variantes al Procrear, que depende de los limitados fondos de la Anses.
La presentación del ganador de las primarias generó la reacción de Pérez, aunque más moderada que de costumbre: el PJ ha decidido que no va a confrontar con Cobos porque ya vio que esa estrategia no da resultados positivos, sino todo lo contrario.
¿Por qué el Gobierno hace viviendas cuando el resto de la obra pública está semiparalizada? La respuesta es simple: no dependen de la caja provincial.
Están las del fideicomiso y para las otras, el 66% del dinero lo aporta la Nación y el resto es lo que ingresa por el Fonavi y la recaudación del IPV por las casas y créditos otorgados. En lo que va del año, la Provincia ha transferido sólo 12 millones de pesos al instituto, o sea menos de 0,05% del total de gastos previstos para este año en el Presupuesto.
Además de la función social que tiene hacer casas, por el impacto en la comunidad, hay una razón económica para priorizarlas: generan más empleo que cualquier obra pública, de hecho hoy hay unos 6.000 obreros de la construcción trabajando y muchos son ex empleados del fallido proyecto de Vale en Malargüe, que de no ser por esta salida laboral, tal vez habrían engrosado el número de desempleados.
Pero también hay una razón de raíz clientelar en esta decisión: “El que recibe las llaves de una casa nunca se olvida de quién se las entregó”, dice un peronista apelando al manual clásico de la demagogia.
Amigos con privilegios
Los últimos datos del IPV revelan que los municipios peronistas resultan claramente favorecidos en el reparto: cuando se desagregan las viviendas entregadas desde diciembre de 2011, lideran Las Heras (355), Maipú (354) y Luján (352) . Más atrás aparecen San Rafael (299) y Guaymallén (223). En San Martín se hicieron 105 casas, pero hubo 817 ampliaciones.
El radical Godoy Cruz, casi tan poblado como Las Heras o San Rafael, "recibió" 105 casas y 97 ampliaciones, mientras que en el desértico Lavalle fueron 154. En la también radical Rivadavia (27) se construyeron menos casas que en la leal pero más chica Santa Rosa (36).
La tabla muestra al final a La Paz (13) y a Tunuyán con ¡3!, muy lejos de sus vecinas Tupungato (91) y San Carlos (66). ¿Un castigo al azul Martín Aveiro? No. Simplemente, son barrios encaminados durante el gobierno de Jaque y, entonces, Tunuyán era radical.
La distribución sufre algunos cambios cuando se ven las que están enejecución. Maipú (701) lidera el ranking y segunda aparece ahora Godoy Cruz (556), aunque más de 300 son para ATSA, el gremio de la sanidad, por un acuerdo que hizo con el Gobierno en una paritaria, y no hay intervención municipal.
La lógica se cumple luego con Guaymallén (454 nuevas y 284 ampliaciones), San Rafael (476) y Las Heras (405). Tunuyán (124) mejora, aunque sigue abajo de la demócrata pero cercana al gobierno San Carlos (158), al igual que Rivadavia (69 nuevas y 45 ampliaciones), muy pareja con Santa Rosa (68) y una creciente La Paz (71).
Las sorpresas son otra vez Lavalle (378) y Tupungato (336), pero la razón allí no es sólo la identificación partidaria, sino la presencia de la agrupación kirchnerista Tupac Amaru, que lidera la jujeña Milagro Sala, que tiene injerencia también en Maipú.
De hecho, cuando se discrimina por programas, entre las casas ya entregadas el 10 por ciento corresponde al Integración Socio Comunitario, que se gestiona a través de cooperativas. Pero cuando se apunta a las casas en construcción, que corresponden casi íntegramente a la gestión Pérez, esa operatoria representa el 30 por ciento, con casi 1.400 unidades, de las cuales más de la mitad están a cargo de entidades que responden a la polémica Tupac, según admitió un funcionario provincial.
Así, con plata nacional, algo de lo que dejó Jaque y premios a los cercanos, Pérez avanza. La incógnita es si después de las elecciones, ya en retirada, la Presidenta seguirá priorizando la casas como parte de su legado y enviando plata para hacerlas. Sin ese dinero, la meta se transformará en una utopía.