El presidente estadounidense Barack Obama presentó ayer un esperado plan para clausurar el centro de detención de Guantánamo, en Cuba, pero la oposición del Congreso aparece como un obstáculo difícil de superar.
“Por muchos años ha sido claro que el centro de detención de Guantánamo no mejora nuestra seguridad nacional. La socava”, apuntó el mandatario. A menos de un año de dejar el cargo, Obama presentó un plan de entre 290 millones y 475 millones de dólares para trasladar a los 91 prisioneros actuales a otros países y a uno de entre 13 posibles complejos penales en suelo estadounidense, cuyos nombres y ubicaciones no detalló.
Obama ha impulsado el cierre de Guantánamo desde que llegó al poder en 2009, pero fue obstaculizado por la mayoría en el Congreso del opositor partido Republicano, el Departamento de Defensa y algunos miembros de su partido Demócrata.
Como candidato y presidente, Obama ha señalado que la detención indefinida sin juicio previo de sospechosos de terrorismo daña las alianzas de Washington y sirve a la propaganda de los yihadistas, perjudicando la imagen de EEUU en el exterior y amenazando su seguridad. “Se trata de cerrar un capítulo en nuestra historia”, señaló.
El nuevo impulso a su plan ocurre justo antes de la histórica visita de Obama a Cuba el 21 y 22 de marzo, donde se reunirá con su par cubano Raúl Castro.
La base naval de Guantánamo, que La Habana reclama, estará en la agenda de las discusiones, aunque el plan sobre la prisión no tiene relación con el futuro de la instalación militar. La iniciativa es un intento de Obama por convencer a los republicanos de cambiar de opinión, en plena batalla por las elecciones presidenciales de noviembre. “Este plan merece una revisión justa, incluso en un año electoral”, dijo.
Pero el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, rechazó la propuesta inmediatamente, indicando que las oportunidades de ser aprobada son casi nulas.
“Es ilegal y seguirá siendo ilegal transferir prisioneros terroristas a suelo estadounidense. No vamos a arriesgar nuestra seguridad nacional por una promesa electoral”, dijo Ryan.
El plan de cierre de Guantánamo, que tardó meses en elaborarse, ofrece pocos detalles sobre la ubicación de la instalación considerada, pero funcionarios militares han señalado con anterioridad a Fort Leavenworth, en el estado de Kansas o la base naval de Charleston, en Carolina del Sur, como posibles destinos para los reos.
Políticos locales ya han expresado su objeción a usar esas instalaciones para alojar sospechosos de terrorismo.
Obama ha propuesto enviar a otros países a algunos prisioneros de Guantánamo y procesar a otros a través de la justicia militar.
Un pequeño grupo de reos, considerados demasiado peligrosos para ser liberados, pero no susceptibles de ser procesados, enfrentarían detención indefinida en un complejo en suelo estadounidense, bajo custodia del Departamento de Defensa.
Asociaciones de derechos humanos temen que el plan sólo prolongará las detenciones sin juicio previo y crearán un “Guantánamo del Norte”. “La posibilidad de un nuevo sistema paralelo de detenciones indefinidas sin acusaciones dentro de Estados Unidos sentaría un peligroso precedente”, indicó Amnistía Internacional en un comunicado.
“Si se instala exitosamente, sería una golpe devastador a los principios básicos de la justicia criminal”, añadió. La violencia en Yemen -destino de varios detenidos- y los casos de liberados que regresaban a las filas terroristas han retrasado los esfuerzos por transferir prisioneros al exterior.
Sin embargo, el secretario de Defensa, Ashton Carter, ha agilizado los traspasos, y el mes pasado la población de la prisión cayó por primera vez debajo del centenar.
Según el plan, unos 35 prisioneros han sido autorizados para ser enviados a otros países en los próximos meses. El gobierno de Obama ya ha realizado 147 traslados, 6 de ellos a Uruguay. La transición a una instalación en suelo estadounidense podría costar hasta 475 millones de dólares.
Pero la Casa Blanca estima que el plan ahorraría dinero a largo plazo. La administración de Guantánamo cuesta 455 millones de dólares anualmente, mientras que la instalación en suelo estadounidense reduciría ese monto en 180 millones.
Guantánamo fue abierta en 2002 por George W. Bush para albergar a prisioneros considerados “combatientes enemigos” tras los atentados terroristas del 11 de setiembre de 2001. Uno de sus prisioneros más notables es quizás Khalid Sheikh Mohammed, quien junto a otros cuatro detenidos, es acusado de planear los ataques a las Torres Gemelas.