Con el laboratorio de Toti Arias a pleno
El 3-4-1-2 es el sello del Lobo de Toti: vertical, directo a la yugular, carrileros con tres pulmones y garantía de primer paso limpio con Amaya-Garay. Sólo los tres del fondo con características netamente defensivas, el resto atacaba (salvo Garay) y volvía para ocupar espacios.
Desequilibrio que se podía permitir un equipo excedido de jerarquía para jugar el Argentino B. Ahora, ya no podrá tomarse esta licencia. Por eso Toti tiene en pleno funcionamiento el laboratorio y ayer ante Guaymallén se animó a ensayar ese 4-2-3-1 que llevó a Alemania al título del mundo: Taborda al estilo Müller como único referente de área, esa línea letal alemana de tres mediapuntas Khedira-Özil-Shurrle integrada por Prioreschi-Oga-Pereyra y el tándem de pulpos Kroos-Schweinsteiger (usina de fútbol y principales responsables de la contención) debían ser los espejos de Garay-Montiveros.
En la teoría todo muy lindo, en la práctica, lejos. El Lobo viene de dos semanas de trabajo muy intenso en lo físico y Oga necesitaba dos tiempos para dominar la pelota (algo inaudito). Nada se pudo aceitar y todo quedará por evaluarse. Movimientos toscos, pases torpes y groserías como la de Montiveros que terminó en gol de Guaymallén. El crédito está abierto.
Los suplentes, con el clásico dibujo 4-4-2
Los segundos 45 minutos mostraron, bajo un clásico 4-4-2, los que se quedaron afuera del primer tiempo. El 0-0 expresa a la perfección lo que se vio.
Será muy complicado para el cuerpo técnico sacar sus primeras conclusiones con expresiones futbolísticas de modesto nivel y con sólo algunas aristas positivas: Espinosa parece totalmente recuperado de su lesión y pide cancha, Sanfilippo se insinúa dañino con la pelota en los pies y la progresión de dos pibes que ya asombran a pocos: Figueroa y Avendaño.
Tello, también, tuvo dos intervenciones de lujo. El plantel es corto y todo parece indicar que los pibes van a tener minutos. Falta casi un mes. Aún no se encienden alarmas. ¿O si?