El pisco, sin lugar a dudas, es un orgullo para Perú. Este destilado no sólo es rico en sabor sino también en cultura, tradiciones e historia.
Su nombre proviene de un puerto y valle llamado Pisco, ciudad al sur del Perú desde donde se embarcó este destilado para ser enviado por primera vez a España en el siglo XVI. Su nombre no sólo transmite un sabor intenso y original; también hace alusión al vocablo quechua Pisccu, que significa 'ave'.
El pisco, a diferencia del vino, se destila antes de cumplir dos meses de fermentación, lo que le da un aroma inimitable y único. Este destilado se diferencia de cualquier otro proveniente de la uva, ya que para su creación se utilizan las llamadas "uvas pisqueras", las cuales se clasifican en dos grandes grupos: no aromáticas, que comprenden las quebranta, mollar, negra criolla y uvina; y las aromáticas: italia, moscatel, torontel y albilla.
Una manera de distinguir el pisco es a través de su sabor. El pisco puro se obtiene de una sola uva pisquera. El pisco mosto verde se obtiene de la destilación de mostos frescos de uvas pisqueras con fermentación interrumpida, y el acholado, mezclando diferentes uvas pisqueras.
Si bien se puede disfrutar de esta bebida sola, existen diferentes cocteles para complacer a los paladares más exigentes. Entre los más famosos encontramos el pisco sour. La perfección de esta bebida se consigue gracias a la mezcla del ácido del limón, la clara de huevo, el dulce del jarabe de goma y por supuesto un buen pisco. Por su lado, el chilcano de pisco, por su fácil preparación, se comenzó a hacer popular en bares para más tarde incorporarse como protagonista infalible en la carta de los restaurantes más exclusivos de Perú.
Otras maneras de preparar este destilado son a través del Pisco Punch, un mítico coctel creado por Duncan Nicol en la ciudad de San Francisco a fines del siglo XIX. Éste lleva, además del pisco, jarabe de goma, zumo de piña y de limón. Otro clásico es el Capitán, cuya historia se remonta a la década de 1920 en la sierra de Puno, donde los capitanes del ejército, tras hacer sus rondas nocturnas, solicitaban en la cantina su combinación preferida: vermouth y pisco.