Pionero de la pesca con mosca en la provincia y gran maestro en su área, pero además entomólogo autodidacta, comerciante, pintor y tanguero. Todas estas actividades- y tal vez algunas más- describen a la perfección a Benito Pérez quien cerca de sus 80 años está a punto de lanzar su tercer libro.
El mendocino, escribano jubilado, incursionó en el mundo de la pesca con mosca en la década del 60 y esa actividad lo llevó a estudiar profundamente la entomología de los ríos y arroyos de Mendoza. Con esa información editó en la década de los 90 sus dos primeros libros a los que en los próximos meses le sumará uno más en el que, además de su conocimientos técnicos, incluye datos de su autobiografía.
"Empecé con la pesca con mosca porque soy curioso, yo ya estaba pescando con metales, que son cucharillas metálicas que giran y atraen los peces, pero me aburría porque encontraba que ya lo dominaba", comenzó a relatar el hombre de envidiable vitalidad. En ese entonces conoció la variante con mosca la que le pareció mucho más amplia y variada.
"Había que hacerse señuelos y aprender tipos de lanzamiento", continuó a la vez que detalló que la base de la actividad es poder imitar a los insectos pequeños y blandos con los que se alimentan las truchas. Otro atractivo que lo atrajo fue la posibilidad de visitar distintos lugares para practicarla como, por ejemplo, en Mendoza la Laguna del Diamante, así como distintos ríos de más de 1.500 metros de altura, además de sitios en San Juan, Neuquén y toda la Patagonia.
Luego de 10 años de practicar este deporte y guiarse a través de libros extranjeros decidió indagar un poco más en esos insectos que buscaba imitar con sus señuelos.
"Una vez en Junín de los Andes me encontré con un escocés que venía de la cultura de la pesca con mosca quien me tomó como alumno y me pasó una información muy importante: para poder diseñar las moscas y hacerlas de calidad hay que estudiar la entomología acuática", recordó Benito. Así fue que se contactó con el biólogo Eduardo Domínguez de Tucumán quién lo fue ayudando a analizar los insectos de los ríos y arroyos de Mendoza.
"Yo coleccionaba los bichitos, se los mandaba y él me los devolvía con las clasificaciones científicas. Así me fui metiendo sin querer en lo más profundo del tema", comentó alegre. Con toda esta información 20 años más tarde escribió su primer libro llamado La Mosca.
"Incluyó clasificaciones de insectos y sus imitaciones, fueron 1.000 ejemplares y se vendieron todos", rememoró con cierto orgullo ya que con este texto se hizo muy conocido en todo el país como en Chile. Años después publicó un segundo libro pero esta vez con color y en tapas de cuero. "De ése solo hicimos 50 ejemplares de colección, pero además imprimimos 300 folletos con información práctica ideal para llevar al río", contó.
Tinte autobiográfico
"Bajo la cruz del sur, un libro de pescadores", será el título de su tercer texto que ya tiene escrito y diseñado. "Me queda el paso durísimo que es la imprenta, pero estimo que en seis meses ya saldrá", adelantó a la vez que deslizó que tiene pensado lanzar una pre-venta que ayude a costear la gran inversión que implica la impresión. En este caso el libro incluirá fragmentos autobiográficos.
"Quiero contar mis comienzos y todo lo que hasta este momento he podido aprender de la biología", señaló el experto quien adelantó un concepto que aborda en profundidad en el texto.
"La introducción de la trucha en Mendoza, Argentina y Chile es un problema ambiental que ha sido mal encarado y mal estudiado por los gobiernos y no se le ha dado la solución científica y legal que le corresponde", expuso casi dictando. Según informó, entre 1906 y1908 se sembraron truchas en Bariloche y en 1947 en Mendoza sin realizar ningún estudio previo para saber cómo esta especie exótica interactuaba con las nativas.
"Hasta ese momento no se había estudiado lo que había en los ríos locales por lo que no había inventario y no hay forma de saber, se perdió", remarcó. Con esta opinión busca llamar la atención de las autoridades para que encaren estudios al respecto a cargo de especialistas.
Además de la de escritor, otra faceta que exploró Benito brevemente fue la de comerciante, "En el año 93, pensando en que en el 2000 me jubilaba como escribano en mi registro y en gobierno como escribano auxiliar, pensé en algo para hacer durante la jubilación y fundé un negocio dedicado a la pesca con mosca", narró.
Al frente del negocio llamado Mendoza Fly Shop duró sólo dos años, ya que después de ese tiempo lo dejó en manos de su hijo Pablo. Paralelamente a todas sus actividades siempre dio clases de pesca con mosca y hasta llegó a fundar la escuela que lleva su nombre. "Yo ya no estoy, están mis hijos y otros instructores formados por mí", precisó.
El conocimiento profundo de la naturaleza llevó a Benito a conectarse con el arte a través de la pintura. "Cuando conocí los insectos acuáticos les hice muy buenas fotos que me inspiraron para pintar", expuso el hombre quien tomó clases para perfeccionar su técnica. "Como una forma de visibilizar esos bichitos tan chiquititos los pinté de tamaño enorme", subrayó. Con sus cuadros llegó a realizar varias exposiciones, aunque asegura que ahora le interesa más pintar que mostrar su obra.
Esta ligazón también lo llevó a incursionar en el tango. "Lo empecé de joven y lo había dejado pero retomé hace 10 años con la gran movida que se dio en la provincia", recordó y según sus propias palabras no está para los escenarios pero se defiende.
Su espíritu creativo e inquieto lo llevó, además, a tomar clases de guitarra. "Voy hace un año y medio", comentó. A los seis meses hasta llegó a escribir su propia canción de tango a la cual su profesor Patricio Ibire le puso música. "Se llama 'La campana', mi profesor lo grabó caseramente y estamos viendo si lo podemos difundir", adelantó.
Disfrutando de su retiro y con salidas esporádicas a pescar "porque el cuerpo ya no rinde tanto", se siente satisfecho con la vida que llevó adelante y con la familia que formó con su mujer por 55 años: tres hijos y seis nietos. "Hemos hecho un avance desde mis padres, inmigrantes españoles agricultores que llegaron sin nada, a una familia que se ha ido agrandando y a la par se ha ido cultivando", cerró.