Por Marcelo Zentil - mzentil@losandes.com.ar
Faltan apenas 14 días para las primeras PASO provinciales y el clima electoral aún no ha podido ganarle a la coyuntura en Mendoza. La semana que pasó fue una muestra inapelable de que hasta los dirigentes políticos quedaron atrapados, antes que por la campaña, por los dos grandes problemas que ha tenido el gobierno de Francisco Pérez desde su misma fundación: la política y la gestión financiera.
Nada hace suponer que esto pueda cambiar en los pocos meses que quedan hasta que expire su mandato. Sólo la revitalización de una campaña fría y aburrida, ya en el camino a la elección general de junio, puede darle un respiro.
El “martes negro” golpeó de lleno al peronismo y lo dejó mareado, como buscando respuestas, mientras ponía excusas: una senadora que se equivocó al votar le hizo perder la votación secreta que buscaba designar a Miriam Gallardo como ministra de la Suprema Corte y un nuevo e inexperto gerente del Banco Nación provocó que miles de estatales debieran esperar hasta el miércoles o jueves para ver sus sueldos depositados.
Una vez más, Pérez eligió patear la pelota afuera y culpar a otros. Tal vez, deberían aconsejarle que admitir errores propios puede ser un gesto que los mendocinos le valorarán más que una mentira disfrazada, que es en definitiva lo que son las excusas.
Sobre todo cuando el problema real quizás fue haber postulado a la ex senadora cuando no tenía antecedentes jurídicos que la avalaran. Y que los ingresos no son los suficientes para pagar los sueldos culpa del gasto público que esta gestión incrementó.
Round legislativo
El peronismo le apuntó a la senadora Carina Segovia por el bochazo a Gallardo. Según la versión oficial, se equivocó y puso la bolilla blanca en donde iban las negras. Por esto, dicen, hubo sólo 18 blancas.
De haber acertado Segovia en la urna correcta, según esa hipótesis, entonces Gallardo habría reunido las 19 blancas que necesitaba (sobre 37) y hoy sería miembro de la Corte. Pero algunas cuentas no dan. Si pusieron bolillas negras los 16 senadores radicales, el del Pro y los dos peronistas alineados con Matías Roby (María José Ubaldini y Matías Stevanato) la suma da también 19.
Está claro que 19 más 19 no da 37 y sobra un voto, más allá de las bolillas negras extra que aparecieron al final con el mandato de embarrar la cancha. Con el correr de los días, en la oposición fue creciendo una versión que explicaría ese empate imposible y habla de un doble voto de Segovia.
Dicen que la mujer se dio cuenta de su error en el instante mismo de votar y, ante su cara de pánico, otra senadora que estaba a su lado y que no iba a usar la bolilla blanca se la cedió para que la peronista la metiera esta vez sí en la urna correcta. Eso explicaría las 18 blancas.
En el PJ ratifican que tenían los votos. No hacerlo sería admitir una derrota durísima. El “voto 19”, ese que le garantizaba la aprobación de no haberse equivocado Segovia, dicen que era el de Stevanato. Pero el senador aseguró a este diario en una entrevista que mantuvo su postura y votó por el “no”.
Apenas conocido el resultado, cuentan que Adolfo Bermejo, padrino político de Gallardo, sospechó que algún ‘compañero’ le había pateado en contra. Una trapisonda interna era imperdonable en esa instancia.
Pero las sospechas se esfumaron cuando se enteró que el error había sido de Segovia, una “azul a morir y amiga íntima de Gallardo”, como definieron a la lavallina que quedó en el centro de las miradas, incluso por su aptitud para el cargo.
“Se mandó el pedo de su vida”, la juzgó un compañero. “Fue un error inconcebible, inentendible”, sumó uno de los que estuvo en la sesión. Lo cierto es que visto desde afuera suena difícil aceptar que una senadora que es abogada y ya había participado de votaciones secretas como la del martes pueda cometer semejante equivocación.
Error o no error, el precandidato a gobernador de Cambia Mendoza, el radical Alfredo Cornejo, quedó como el gran ganador. Él encabezó la estrategia de apuntar a Gallardo por sus escasos antecedentes jurídicos. Y contó con la inestimable ayuda del hasta hace poco mejor amigo de Pérez, Matías Roby.
Cornejo ya se anotó a su favor otras dos batallas políticas con el PJ: el endeudamiento que autorizó la reconducción presupuestaria de 2014 y el financiamiento de las campañas electorales. La Corte intervino en ambos y aunque evitó llegar a un fallo para no horadar el poder del Ejecutivo, terminó avalando la postura radical en ambas contiendas. Evidentemente, al Gobierno no le sobran buenos asesores legales.
Pérez se apuró a decir que después de las primarias del 19 enviará un nuevo candidato a la Corte para que lo vote el Senado. Aunque ahora parece que tomará otros recaudos.
En Casa de Gobierno creen que, superada la interna por la candidatura a la gobernación, todos los peronistas volverán a estar juntos. Esto le aseguraría 20 votos al próximo nombre, más que suficientes.
El segundo cambio, dicen, será proponer a un abogado con antecedentes, que no pueda ser cuestionado aunque sea cercano al peronismo y no precisamente un académico. La nueva selección ya no tendrá en cuenta colores internos, como la anterior. O sea, no necesariamente será azul.
En el entorno de Bermejo aceptan las nuevas condiciones. Aquel acuerdo para proponer para los tres cargos vacantes (Corte, Fiscalía de Estado y Tribunal de Cuentas) a un militante de cada sector fuerte del PJ forzó una puja que le generó un golpe innecesario al Gobierno y al propio precandidato a gobernador.
En el radicalismo no creen en esas "buenas intenciones". Dicen que Pérez ahora propondrá a algún amigo suyo y mencionan como al pasar a Julio Bittar, un camarista de San Rafael que ingresó a la Justicia casi al final de la gestión de Celso Jaque.
Por eso, sostienen que el peronismo debería dejar vacante el puesto en la Corte al próximo gobernador, o bien consensuarlo con quien resulte electo el 21 de junio.
Round nacional
Tan insólita como la excusa de la senadora sonó la crítica de Pérez al nuevo gerente regional del Banco Nación, a quien culpó directamente de no haberles pagado el sueldo a miles de estatales. Un gobernador metiéndose con un ejecutivo bancario sonó a enorme disparidad.
Las críticas apuntaban no al ejecutivo, del que dijo no recordar su nombre, sino a su jefe, el presidente del Banco Nación, Juan Ignacio Forlón, cuyo nombre recuerdan muy bien en Casa de Gobierno y a quien nunca le reprocharán nada, públicamente.
Forlón es santacruceño y amigo de Máximo Kirchner desde la adolescencia. Por eso, si se hila más fino, la queja apuntaba directamente a la presidenta, Cristina Kirchner.
Y es que si esta vez el banco se negó a poner más dinero que el descubierto autorizado, cuando antes lo había hecho, fue exclusivamente por el enojo de Cristina tras aquel cierre de listas en el que los “poderosos” del PJ local se abroquelaron y obligaron a ir solo a las PASO al kirchnerismo, con un Guillermo Carmona cada vez más crítico de la gestión provincial a la cabeza (ver página 2).
Pero el problema acá no es si el banco prestó o no prestó el dinero esperado, sino cuál es la situación financiera de la Provincia. Tal vez sirva para ilustrar que el Nación cubrió 600 millones de los poco más de 1.000 millones de pesos que debía depositar el Gobierno a los estatales. Y según un dirigente del gremio La Bancaria, todavía faltaron 200 millones para pagarles a todos.
Si el dinero ya no alcanza para los sueldos ahora que las planillas oficiales aún muestran un superávit en las cuentas, la pregunta es qué ocurrirá cuando empiece a sentirse el peso de los acuerdos paritarios y se sume el aguinaldo. Tal vez Pérez ya tenga la respuesta, pero seguro no la dirá.