La práctica deportiva tiene infinidad de beneficios para la salud y el estado de ánimo: reduce el estrés, nos alegra, relaja y fortalece nuestro sistema inmune. Con la llegada de primavera aumentan las actividades que se realizan al aire libre, como correr o andar en bicicleta entre otros. Sin embargo, muchas veces los deportistas nos centramos sólo en la prevención de lesiones relacionados con la práctica de deportes y nos olvidamos de los riesgos que tiene la exposición solar en nuestro cutis: quemaduras solares, infecciones, envejecimiento prematuro e incluso cáncer de piel.
Las lesiones en la piel
Debido al incremento de la práctica deportiva en los últimos años, la consulta dermatológica por lesiones secundarias al deporte es cada vez más frecuente. Estas pueden corresponder a lesiones de tipo traumático, infecciosas o ambientales. Ya sean generales o específicas a cada deporte en particular. En este caso nos referiremos a las lesiones cutáneas por la exposición solar, causa ambiental que afecta a la mayoría de quienes realizamos ejercicio físico al aire libre.
La radiación solar
Está compuesta por la luz visible, los rayos infrarrojos (responsables del calor) y la radiación ultravioleta (UV) que son los rayos con mayor actividad biológica. Dentro de estos últimos se encuentra la radiación UVA y la UVB que van a ser los responsables de las quemaduras y el envejecimiento de la piel. Es importante recordar que debido a la reflexión de la luz, los rayos UV provienen también de otras direcciones, sobre todo de áreas claras como paredes, nieve, agua y arena de la playa, etc. Por lo tanto, aunque nos encontremos a la sombra, debemos usar fotoprotector.
Para aquellos que practican deportes en la montaña como andinismo, trail o esquí, deben saber que mientras más subimos, más se achica la capa de protección atmosférica y más se intensifica la radiación UVB. De esta forma, se estima que la radiación UVB aumenta el 4% cada 300 metros de altura, por lo cual la fotoprotección debe ser estricta. Los efectos negativos de la radiación que aparecen en nuestra piel son consecuencia de la sumatoria de las radiaciones solares recibidas a lo largo de nuestra vida. "Tomar el sol" no es sólo estar tendido en la playa o la pileta, sino también caminar, andar en bicicleta, hacer deportes acuáticos, realizar senderismo o algún tipo de actividad laboral con alta exposición solar (profesores de educación física, agricultores, guías de montaña, Patrulla de rescate de alta montaña), o trasladarse de un lugar a otro.
Entonces si entrenamos al aire libre de forma regular, estamos expuestos al sol y teniendo en cuenta que el daño solar es crónico, acumulativo e irreparable, va a determinar un envejecimiento prematuro de nuestra piel (fotoenvejecimiento). Las zonas que están más expuestas al sol como el rostro, la región calva del cuero cabelludo, el cuello, brazos y manos son las más perjudicadas. Y la piel pierde elasticidad, se hace áspera, se arruga, y en ella aparece una pigmentación irregular alternando zonas de manchas claras y oscuras que le confieren el aspecto de "piel envejecida". Si esta exposición es intensa y se acompaña de quemaduras, las probabilidades de desarrollar un cáncer de piel se multiplican. Asimismo pueden aparecer lesiones por reactivación de herpes simple, que son un conjunto de pequeñas vesículas que provocan ardor y escozor en la zona peribucal principalmente.
La Vitamina D
Pasar tiempo al aire libre es una forma de recargar tus niveles de vitamina D, fundamental para el metabolismo del calcio y el fósforo. El sol que recibimos cuando salimos 5' a la calle es suficiente para la mineralización de los huesos. No es necesario más para prevenir la osteoporosis.
La Sociedad Argentina de Endocrinología y Metabolismo (SAEM) recomienda una exposición saludable, a los fines de sintetizar vitamina D. Esta consiste en exponer sin protector solar la piel de brazos y piernas solo por 10 a 15' 3 veces por semana, protegiendo el rostro, orejas y cuero cabelludo con protector solar. Este nivel de exposición puede lograrse al realizar tareas cotidianas y trasladarnos al aire libre sin necesidad de tomar sol.
Con efectos benéficos
Es de público conocimiento que la práctica deportiva nos ayuda a reducir el estrés, mejorando la calidad y cantidad del sueño entre otros múltiples beneficios. De esta forma nuestro rostro luce un aspecto fresco y descansado al disminuir la presencia de bolsas y ojeras. Asimismo, contamos con otros beneficios indirectos que tiene el deporte en nuestra piel (al disminuir el estrés) que es también mejorar aquellas afecciones cutáneas como psoriasis, dermatitis atópica o acné (entre otros).
Algunas recomendaciones
- Usar protector solar durante todo el año si la actividad deportiva es al aire libre
- Utilizar protectores solares de calidad reconocida que tengan protección UVA y UVB con FPS 50+
- Aplicar el protector 30 minutos antes de la exposición y reaplicar el producto cada dos horas
- Aplicar en todas las zonas expuestas sin olvidar orejas, nuca, cuello, dorso de manos y región calva del cuero cabelludo
- El protector debe ser resistente al agua y/o sudor ya que esto provoca que el producto entre en los ojos provocando ardor y molestias visuales para el deportista
Otras formas de protegerse del sol:
- Utilizar una gorra y lentes de sol
- Elegir ropa con protección solar (disponible en tiendas especializadas)
- Si es posible, evitar la práctica deportiva al aire libre entre las 10 y las 16 horas
Tips
Cuidarse también los días nublados, ya que la radiación atraviesa las nubes.
Cuando el día está nublado, de un 30 a un 70% de los rayos UV llegan a la superficie de la tierra dependiendo de la densidad de las nubes. Por esta razón, siempre es necesario usar protector solar para hacer deporte al aire libre
Las cremas pueden obstruir el comedón o poro, siendo relativamente frecuente en la piel de la cara y en cutis grasos. Es por ello que el uso de fotoprotectores muy oleosos pueden inducir un acné por cosméticos. En este caso, el dermatólogo siempre recomienda, para evitar esta afección, cremas libres de aceites y que suele figurar en los protectores solares con la frase "oil free" o "toque seco".
Utilizar los descansos en el entrenamiento para replicar el protector solar al menos cada dos horas
Concurrir al dermatólogo regularmente una vez al año para realizar control y detección precoz de lesiones potencialmente malignas