El 29 de diciembre de 2004, el Congreso de la Nación promulgó de manera parcial la Ley N° 25.989, que establece un régimen especial para la donación de alimentos en buen estado, por parte de empresas e industrias dispuestas a colaborar.
A lo largo de su articulado, la norma establece, entre otros aspectos, que los productos remanentes pueden ser entregados siempre y cuando cumplan con las exigencias bromatológicas y de inocuidad detalladas en el Código Alimentario Argentino.
El artículo 9 aclara que una vez efectuadas las donaciones, la firma responsable queda liberada “por los daños y perjuicios que pudieran producirse con ellas o por el riesgo de las mismas”. Lo cierto es que atendiendo a los posibles riesgos sanitarios a los que podría quedar expuesta la población más vulnerable -destinataria de las donaciones- los legisladores nacionales decidieron luego, eliminar ése artículo.
Ahora, desde las entidades que se dedican a hacer de “puente”, entre la mercadería que es derivada desde el sector industrial, comercial y frutihortícola y los comedores y merenderos que colaboran con las familias en situación de indigencia, han solicitado que ése artículo sea incluido nuevamente en la Ley, con algunas modificaciones. De ése modo, entienden, se recuperaría ese sobrante que se termina desechando.
El miércoles pasado, el tema de las condiciones en las que deben aprobarse los productos destinados a las donaciones fue motivo de una discusión en el recinto de Diputados en el Congreso. Todo surgió a raíz de un proyecto por el cual se quiere eximir de responsabilidades a los donantes de alimentos, es decir, el equivalente a incorporar de nuevo el polémico artículo, siempre y cuando los alimentos cumplan con los controles establecidos.
La diputada nacional Graciela Cousinet (Libres del Sur) es una de las legisladoras que aboga por la no inclusión del artículo mencionado en la normativa. Su argumento se basa en que la gran mayoría del excedente que va a parar a los comedores y centros de ayuda, son alimentos procesados, con alto contenido en sodio, azúcares y grasas saturadas.
“Si se vetó el artículo en su momento, fue por un cuestión de salubridad, las empresas alimenticias no pueden desentenderse de su responsabilidad al donar”, dice la diputada mendocina y recalca la necesidad de revisar el concepto de “Responsabilidad Extendida del Fabricante”, es decir, de la huella -social y ambiental- que deja antes y después de la elaboración.
Cousinet detalla que en realidad las firmas productoras esperan hasta último momento para donar, una vez que los productos están muy cercanos a la fecha de vencimiento. Por otro lado, recalca, hay alimentos que pueden estar contaminados, ya sea con bacterias o glifosato, un riesgo muy alto para los destinatarios finales.
Por ahora, el texto del proyecto que propone incluir de nuevo el artículo se encuentra a la espera de ser revisado sin fechas concretas. Mientras tanto, desde el Banco de Alimentos a nivel nacional ya han expresado la importancia de recuperar los volúmenes de alimentos que -según expresan- se pierden debido a que las firmas donantes prefieren no tomar el riesgo de verse comprometidas en posibles juicios.
Alejandra Goldsack, preside el Banco de Alimentos en Mendoza. Aclara que en realidad lo que están pidiendo desde la entidad es que el artículo 9 se modifique para que los a los productos destinados a donaciones se le agregue, además de la fecha de vencimiento, una de consumo límite.
“Si fuera posible que se entregue todo el sobrante, estimado en 16 millones de toneladas anuales, calculamos que se agregaría otro 20% de alimentos al volumen total”, aclara.
Goldsack remarca que los comestibles que se reciben por parte del sector productivo son el excedente que no se incorporó al mercado, ya sea porque simplemente sobró , porque presenta algún defecto en el empaquetado o bien porque su fecha de caducidad está cercana.
El Banco de Alimentos de Mendoza asiste a 87 organizaciones de la sociedad civil que reciben en total, a unas 25.500 personas. Hoy, tienen en lista de espera a 20 entidades más.
“No nos alcanzan los alimentos para llegar a todas las personas que lo necesitan de manera desesperada. Por eso queremos recuperar la cadena productiva”, aclara y destaca que lo que buscan es que se garantice la donación de los alimentos “siempre que se haga de buena fe y dentro de las pautas vigentes”.
Explica Goldsack que cuando un producto está cercano a la fecha de vencimiento, las organizaciones receptoras se comprometen a consumirlo antes del día establecido. Detalla que en ningún caso se entrega comida en mal estado y que entidad apuesta al valor nutricional de los productos.
Por eso, los alimentos no perecederos y con alto valor proteico forman parte de las derivaciones. Garbanzos, porotos, fideos, arroz y lentejas se suman a la leche que la entidad compra al por mayor y a las frutas y verduras que recuperan de las ferias locales. “No entregamos comida en mal estado; apostamos al valor nutricional de los alimentos”, asegura.
Para asesorar y acompañar a las familias en situación de vulnerabilidad, el Banco de Alimentos también realiza talleres de cocina -dictados por nutricionistas- en los que además de enseñar a preparar platos completos y nutritivos, brindan conocimientos en controles, limpieza de los alimentos y normas de manufactura.
Dr. Abel Albino, Fundación Conin: "Apostar a la buena voluntad "
“Creo que al momento de realizar las donaciones siempre debe haber controles pero también sería empezar a apostar por la buena voluntad de las empresas. Es un crimen que con el hambre que hay todavía haya alimentos que se tiran. Hoy por hoy hay miles de productos que por una etiqueta se terminan tirando. Si se exigen los controles y pautas de procedimiento necesarios para que no haya un riesgo para la población no veo porqué hay que tirar un alimento. Sería bueno empezar a pensar en la buena voluntad no sólo de los empresarios, sino de toda la población. Hoy sólo en el centro de rehabilitación nutricional de Las Heras estamos asistiendo a 315 familias; son niños desnutridos y en riesgo social”.