Más de la mitad de la población adulta de Tupungato pasó por sus aulas. Antes de los ‘40, este edificio albergó la primera escuela que funcionó en la villa cabecera del departamento. Pese al abandono y el olvido, sus paredes son ejemplo de una resistencia histórica. Es la única construcción escolar de estas características rurales y antiguas, que sobrevive en pleno centro cívico.
Son muchos los motivos que tienen los tupungatinos para pedir la preservación y rescate patrimonial de este edificio, cuya particular fachada ya es un ícono paisajístico de su casco urbano. Sin embargo, fue el afecto el que motorizó un pedido que sostiene -desde abril- un numeroso grupo de vecinos: quieren que el Concejo Deliberante lo declare patrimonio departamental.
El interés surgió primero en reuniones de encuentro de egresados (pasaron por allí cinco instituciones educativas), donde compartieron la preocupación por su estado de abandono.
Después, unos vecinos interesados por la “memoria de su pueblo” tomaron la posta. Divulgaron a través de las redes sociales una campaña donde comparaban la situación de la escuela con la del viejo cine Artemisa, cuya demolición en 2011 -sin reclamo popular- ha dejado una herida difícil de sellar en la comunidad local. “Depende de nosotros, que no se repita la historia”, rezaba el eslogan.
De esta manera, reunieron más de mil firmas en un petitorio y, en abril, hicieron uso de la banca del vecino para entregarlo a los concejales y al Ejecutivo. Esta semana reforzaron su pedido presentando un informe técnico al CD, donde una especialista en restauración hizo hincapié en las fortalezas estructurales y aseguró que restaurarlo puede costar la mitad de dinero que hacer un edificio nuevo.
“Generalmente, son decisiones políticas las que ponen o no en valor tal o cual construcción. Aquí es la comunidad la que está decidiendo proteger el lugar y su historia”, destaca Karina Castañar, una de las vecinas. Esta ‘laburante’ del cuidado y difusión patrimonial en la región, también presentó un proyecto para rescatar las historias orales que guardan quienes estudiaron en ese edificio.
La declaratoria del CD es fundamental para pedir, luego, el reconocimiento provincial. Desde la Dirección de Patrimonio de Mendoza explicaron que este primer paso es fundamental, según lo estipula la Ley Provincial de Patrimonio 6.034/94, reglamentada por el decreto 1.882/2009.
Gustavo Soto, actual concejal e intendente electo de Tupungato, sostuvo que es probable que la resolución salga en las próximas semanas. Por estos días, están analizando el tema en comisión y luego lo evaluarán en la sesión del CD. “Necesitábamos un soporte técnico, para asegurarnos de que las personas no corran riesgos, dijo el radical, que reconoció tener un afecto especial por el sitio ya que cursó allí su primaria y secundaria.
Por años, han pugnado en la comunidad dos ideas respecto a este establecimiento. Hay quienes sostienen que hay que derribarlo y levantar un centro cultural moderno, incluso derrumbaron años atrás una parte haciendo un daño enorme. Por el otro, están los que sostienen que el centro de Tupungato se ha quedado sin edificios antiguos y éste tiene un valor social, educativo e histórico enorme.
Un interesante estudio sobre Paisajes Culturales de Tupungato, que encaran docentes y alumnos del IES 9-009, muestra que el departamento no se ha destacado por valorar su memoria.
El departamento se desligó de su acervo colonial, pues nació en La Arboleda, luego se trasladó al distrito de El Peral y finalmente estableció su villa en el sitio actual. Por eso, este edificio -junto a la histórica casa del doctor Piaggi- es el más antiguo del centro cívico.
“Poco a poco la gente empieza a valorar su historia y eso es muy positivo. Hay pueblos que entienden al patrimonio como un derecho. El costo no puede ser un impedimento para su protección, es parte de nuestra identidad”, expuso otras de las vecinas, Violeta Massarutti, una diseñadora especializada en la materia.
Paredes que hablan
El edificio pertenece a la Dirección General de Escuelas, pero hace años fue dado de baja por los riesgos que implicaba su uso permanente. En la actualidad, sólo sigue con actividad un puñado de aulas -que fueron construidas posteriormente- donde asisten unos 200 alumnos del Cebja Monseñor Fernández.
Además, la DGE prestó -a través de un convenio- otras instalaciones nuevas a la Biblioteca Popular Mirador de las Estrellas, para fomentar el trabajo que viene haciendo en la difusión de la lectura.
Es imposible contar las promociones que salieron de allí. A su turno, la construcción fue sede de la escuela Herrera de Toro (la primera de la villa), la primaria Dionisio Chaca, la secundaria Domingo Faustino Sarmiento, algunos profesorados del IES 9-009 Tupungato y, actualmente, el Cebja 3-062.
Especialista
“Todas las patologías que presenta el edificio responden a mal uso humano y no a sismos o al paso del tiempo”, sentenció la arquitecta, Adriana Saua. Esta especialista en restauración destacó la excelente calidad de la construcción.
“No tiene fisuras, los daños que presenta son por humedad ascendente y porque le sacaron parte del techo de una manera abrupta”, señaló y especificó que restaurar este edificio costaría la mitad que tirarlo y hacer uno nuevo.