Duras penas -19 y 17 años de cárcel- fueron pedidas para Guillermo Mauricio González (39) y Eric Villalobos (20), respectivamente, por el asesinato de Darío Ocaña Pozo (32).
Los imputados habrían disparado unas 10 veces en lo que los investigadores creen fue un tiroteo entre bandas por cuestiones relacionadas por la venta de droga en Las Heras.
González y Villalobos son juzgados como coautores por homicidio agravado por uso de arma en la Segunda Cámara del Crimen. El fiscal Darío Tagua, durante los alegatos indicó que durante el debate quedó clara la responsabilidad de los imputados en la muerte de Ocaña.
En cambio, los abogados defensores (Mario Rotondi, de González y Carlos Figueroa, de Villalobos) solicitaron al tribunal que absolvieran a sus clientes por el beneficio de la duda.
En la noche del 18 de octubre de 2014 se produjo un tiroteo entre dos bandas rivales en la villa Güemes de Las Heras. Los vecinos llamaron a la policía y, cuando en la zona estaba trabajando personal de policía Científica, se volvieron a producir nuevos disparos.
Según los investigadores González y Villalobos comenzaron a disparar contra en Dirección a donde se encontraba trabajando un policía, muy cerca de dos mujeres y dos niños.
Cuando todos se fueron a refugiar en una vivienda, escucharon que alguien pedía auxilio.
Así se dieron cuenta que Darío Ocaña se encontraba en el patio de su casa, gravemente herido. Una bala le había ingresado por un brazo y lo había atravesado, dañándole la aorta. Minutos después murió.
Dos versiones distintas
Ayer, durante los alegatos el fiscal Tagua acusó a los imputados por abuso de arma y homicidio agravado.
Para el fiscal, los testimonios de testigos indican que los dos imputados fueron los autores de crimen. Tagua le dio valor a la versión de la mujer de la víctima. La mujer durante su primera declaración afirmó haber visto a González y Villalobos disparando desde la esquina.
Para el fiscal, los sospechosos son responsables del muerte porque dispararon cuando había niños y un policía en la calle y, por lo tanto, sabían que podían matar a alguien.
Y aunque no se sepa del arma de quien salió la bala que terminó con la vida de Ocaña, la acción realizada los transforma en coautores del crimen.
En cambio, Rotondi y Figueroa -los defensores- los testimonios de los testigos presentan zonas que permiten dudar de la autoría del asesinato.
Y frente a estas dudas es imposible sostener una condena tan importante como la que pidió el fiscal.
"Hay una duda razonable porque los testigos no los identificaron , no se sabe de dónde venían los disparos", dijeron.
Además indicaron que los vecinos declararon que los autores del homicidio eran los mismos que participaron del primer tiroteo pero este hecho no ha sido investigado.
