Los senadores del peronismo desplegaron todos los argumentos para ablandar el duro corazón radical. “No estamos convencidos, queremos más tiempo y consultas para convencernos”, lanzó la presidenta del bloque PJ, Patricia Fadel.
El tema en debate es el proyecto del oficialismo de sumar dos jueces a la Suprema Corte para llevarla a nueve miembros.
La consigna opositora era ganar tiempo, hacer consultas y demorar el tratamiento del proyecto, pero Cambia Mendoza tiene la razón de los números. “En política todo tiene vuelta”, dijo Fadel cuando ella y los suyos salieron eyectados de la reunión con la convicción de que el martes que viene el resultado podría estar sellado.
Con la mayoría oficialista en la Comisión de Legislación y Asuntos Constitucionales (LAC), esta semana firmarán despacho y estarán en condiciones de debatir la iniciativa en el recinto del Senado el martes que viene. Así se superará la primera instancia y el proyecto pasará a Diputados.
El oficialismo hizo los deberes de técnica parlamentaria para llegar a esta instancia. El proyecto ingresó el lunes de la semana pasada por mesa de entradas. El martes, en la sesión del Senado, se le dio ingreso formal (lo que se conoce como “estado parlamentario”) y pidió la “preferencia con despacho de comisión”, lo que significa que, de tener un dictamen favorable de LAC, podrá tratarse en el recinto. Ese dictamen es un hecho.
Ayer, LAC debatió la iniciativa, el peronismo se despachó agitando el fantasma de la mayoría automática en la Suprema Corte, asimilando el tratamiento de esta ley al debate por la ampliación de la Corte nacional en los ‘90, cuando el peronista Carlos Menem llevó al máximo tribunal de la Nación de cinco a nueve miembros.
Fadel llevó la voz cantante del peronismo. Citó constitucionalistas que se han opuesto al incremento de jueces de la Suprema Corte o de cualquier tribunal; los argumentos acerca de que no hay efecto sobre la eficiencia o que incluso se entiende que más voces en una discusión demoran los acuerdos. También puso en duda la coherencia de una corte que funcione en salas, que podrían entrar en contradicciones a la hora de sentenciar.
Incluso, planteó que se incrementará el número de miembros de la Junta Electoral y del Jury de Enjuiciamiento (órgano que integran los jueces de la Suprema Corte); más aún, también implica incremento presupuestario.
Pero el argumento más sentido fue el de la cooptación de la Justicia, a tal punto fue así que Fadel llevó opiniones de los ex legisladores nacionales del radicalismo, Fernando Armagnague y José Genoud, vertidas a este diario en épocas en las que Menem buscaba la mayoría automática.
Pero nada de eso ablandó el corazón oficialista. Tal vez porque, como dijo el senador Jorge Teves, en Mendoza no hay lugar para proyectos hegemónicos mientras no haya reelección, tal vez porque Juan Carlos Jaliff reiteró que actualmente no existe mayoría automática en favor de Cornejo, aun cuando cuatro de los siete miembros fueron nombrados por gobernadores radicales (ver aparte).
Más aún, a pesar del cuestionamiento al funcionamiento del tribunal en salas, la Suprema Corte ha funcionado separada en dos salas de tres miembros.
Difícilmente pueda haber problemas a la hora de ponerse de acuerdo entre tres y la intención del proyecto oficialista es que haya tres salas con tres miembros cada una en lugar de dos.
El presidente de la Comisión de Legislación y coautor del proyecto, Marcelo Rubio, dijo a la oposición: “Avancemos con el despacho y vamos viendo”.
Entonces los senadores del PJ se levantaron de sus asientos, mientras la presidenta del bloque decía a los radicales: “Para qué nos dejaron argumentar durante horas si van a avanzar igual”.
Ahí terminó la reunión. Salvo que en la sesión del martes que viene falten un par de senadores del oficialismo, ese día el proyecto que firman Jaliff, Rubio y Adrián Reche tendrá sanción y seguirá su camino a la Cámara de Diputados en busca de la aprobación final.
Mayoría en las salas, pero no en el plenario
El terror a la mayoría automática parece exagerado hoy. Bajo el influjo de la grieta judicial, hay tres miembros enfrentados al gobernador Alfredo Cornejo: Omar Palermo, Julio Gómez (ambos nombrados por Francisco Pérez) y Alejandro Pérez Hualde (puesto por impulso de Julio Cobos).
En caso de incorporar dos miembros, Cornejo podría contar como propios cuatro votos de nueve: Pedro Llorente (que llegó a instancia de Santiago Felipe Llaver), José Valerio (nombrado hace un año por Cornejo) y los dos nuevos que llegaran.
Jorge Nanclares también viene de las épocas de Llaver, pero no conforma una mayoría automática sino que pivotea sin tomar partido por ninguno de los bandos. En caso de que Nanclares se jubile, Cornejo podría nombrar otro supremo y estaríamos hablando de otra situación.
El miembro que falta es Mario Adaro, que llegó a propuesta de Celso Jaque y tampoco forma parte de los dos bandos sino que pivotea entre ellos.La cuestión de fondo es que Cornejo tendrá mayoría en la futuras salas penal y laboral.
De mantenerse la división del trabajo como hasta ahora, claramente en la nueva sala laboral quedará Adaro y ahí debería recalar Llorente y uno de los miembros nuevos que proponga Cornejo.
En la sala penal quedarían Palermo y Valerio, referentes de ambos lados de la grieta y de diferentes concepciones del derecho penal. Ahí recalaría otro de los nuevos miembros que propondría Cornejo, para fortalecer la posición de Valerio.
A priori ésa es la pelea, la mayoría en la sala penal, para fijar la jurisprudencia en la persecución del delito.