El sindicalismo es cada vez más parecido a la cartelera de la TV. Existen "Intrusos" y también "Implacables". Muchos prefieren jugar "A todo o nada". Hay espacio para "Intratables", "Aliados" y "Farsantes". Y hasta para "Animales sueltos". Y algunos dan la sensación de que tienen un único programa que les interesa: "Salven los millones".
En ese sentido, ¿el abrazo entre Hugo Moyano y Antonio Caló será parte de "Historias de diván", "Perdidos en la ciudad" o "Guinness Records"? Por ahora, pareció tener más componentes de ficción que de realidad: es que, más allá del gesto de buena voluntad, nadie apuesta a la unificación de las CGT antes de las elecciones de octubre.
Es cierto que fue extraño que se saludaran ante los fotógrafos y se calificaran cariñosamente como "compañeros" y "amigos". Y que el ámbito en el que se dieron el abrazo, las jornadas de la Comisión de Pastoral Social del Episcopado en Mar del Plata, pareció estar relacionado con las insistentes versiones acerca de que el Papa Francisco está negociando en secreto y desde hace largos meses la unidad sindical.
Esa intención existe, aunque las gestiones no alcanzan la entidad tan corpórea que algunos le atribuyen. Los distintos sectores sindicales buscaron llegar al Vaticano desde que Francisco fue designado, y no siempre con fines meramente espirituales. En las tres CGT admiten que la división les resta poder a todos, algunos se dieron cuenta de que militar en el oficialismo no les da ninguna ventaja y se sabe que, aunque no se involucre de manera explícita, el Papa incide, influye y opera en la política local.
Por eso, en los últimos meses, la Santa Sede fue La Meca sindical. El viaje menos conocido fue de un dirigente mercantil que, hace diez días, le llevó al Papa un mensaje reservado de Armando Cavalieri. El jefe de Comercio nunca pudo convencer a Francisco de recibirlo junto con "los Gordos", algo que gestionaba Aldo Carreras, amigo de Bergoglio y actual dirigente sciolista: "No quiero meterme en la interna. O recibo a las cinco centrales obreras juntas, o a ninguna", fue la insistente respuesta.
Aun así, Francisco tuvo contactos individuales en las últimas semanas con moyanistas como Oscar Mangone, del Sindicato del Gas; Gerónimo Venegas, de trabajadores rurales, y el camionero Pablo Moyano. Y la semana pasada con el titular de Smata, el kirchnerista Ricardo Pignagnelli. ¿Significa que existe una mediación papal?
La Iglesia, como siempre, busca acercar y propiciar el diálogo. Fue lo que quiso graficar con el encuentro marplatense de la Pastoral Social, que contó con la presencia de las tres CGT. Caló fue el que quiso saludar a Moyano cuando éste terminó su disertación. Pareció una señal de autonomía ante el Gobierno y, sobre todo, una muestra de tolerancia justo cuando en su propia central obrera hay clima de ruptura por la decisión del gremio de Sanidad de sumarse a la lista de candidatos de Sergio Massa.
A algunos no les pareció casual que el abrazo Moyano-Caló se haya consumado en el hotel del Sindicato de Luz y Fuerza: fue Oscar Lescano, líder de ese gremio, el primero que habló de intentar "una unidad sindical sin exclusiones" al abandonar la CGT Balcarce luego de que Caló y el taxista Omar Viviani amenazaran con castigar a Héctor Daer, de Sanidad, por haberse convertido en postulante massista.
¿Por qué Viviani, en particular, fue tan duro contra Daer? "Le hemos perdido la confianza y seguramente no participará más de las deliberaciones de la mesa chica", dijo. Quizá porque el taxista es uno de los sindicalistas de mejor llegada a la Casa Rosada y, además, siente un viejo rechazo al estilo de "los Gordos".
Caló pasó de desautorizar a Daer a pedirles a los independientes Gerardo Martínez, Andrés Rodríguez y José Luis Lingeri que contuvieran el éxodo "gordo" de la CGT kirchnerista. Este trío calentó las líneas telefónicas para despegarse de las bravuconadas de Viviani, dio garantías de que la central obrera rompería su pasividad ante el Gobierno y prometió congelar las peleas internas hasta después de las elecciones. Lescano no aceptó ninguna explicación y anunció su alejamiento de la CGT Balcarce. Cavalieri y Carlos West Ocampo ahora lo están analizando. ¿Para qué regalar espacios en una central obrera que igual se va a recomponer el día después de los comicios?
El líder mercantil se lo advirtió el jueves pasado a su amigo Carlos Zannini, secretario Legal y Técnico de la Presidencia, que le habría reprochado un dato que pasó inadvertido: Julio Ledesma, titular de la seccional Oeste de Comercio, integra la lista de Massa como quinto candidato a diputado bonaerense. Cavalieri explicó que Ledesma tiene autonomía política y que su postulación no equivale al apoyo oficial del sindicato. Pero en la Casa Rosada saben que "los Gordos" siempre apostaron a estar cerca del poder, sin importar demasiado el color político.
¿Qué pensará Cristina Kirchner del abrazo de su aliado Caló con el opositor Moyano? Es obvio que no cayó bien, como tampoco lo que dijo ayer el líder de la UOM en las jornadas de la Iglesia: "El Papa argentino nos marca el rumbo sobre la pobreza".
Menos líos hubo en la CTA oficialista luego que un dirigente de sus filas, Fabián Alessandrini, de ATE, apareció como candidato a diputado en la lista massista. La mesa chica de esa central ultra-K debatió la "traición", pero se resolvió no aplicarle sanciones. Entre los presentes estaba Roberto Baradel, de Suteba, amigo de Massa y supuesto responsable de haber propuesto el nombre de Alessandrini, pero nadie lo acusó de nada y él se mantuvo en silencio. En sintonía con el discreto estilo ceteísta y alejado del reality show que protagoniza la CGT Balcarce.