Camuflados entre los autos o las puertas y portones de las casas, casi clandestinos y con todos los sentidos alerta ante un posible rondín de policías o preventores que los obligue a huir de un momento para el otro. Un silbidito tenue pero prolongado es suficiente para abortar la misión, abandonar sus puestos o actuar casualmente. Como si fuesen transeúntes ocasionales que están en la vereda.
A un año y cuatro meses de la sanción del Código de Contravenciones de Mendoza, que prohíbe y sanciona la actividad de los cuidacoches en toda la provincia, estos trabajadores informales -también conocidos en la jerga coloquial como "trapitos"- han vuelto a la calle con la intención de tener algunos ingresos económicos. O, mejor dicho, se trata de una actividad que nunca se abandonó en líneas generales, ya que no son siempre las mismas personas sino que se van renovando los protagonistas. A ello se suma al detalle de que no hay lugar para todos en el sistema de tarjeteros oficiales de estacionamiento medido.
Los irregulares ya no manejan tarifas impuestas caprichosamente, sino que algunos piden 50 pesos, aunque mantienen la exigencia del pago por adelantado.
"Tenemos que escondernos como si fuésemos asesinos, cuando lo único que queremos es trabajar cuidando autos para ellos", resumió y se defendió escuetamente uno de los jóvenes que -en la medida de lo posible- se instala en las inmediaciones de calle Arístides Villanueva de Ciudad cuando anochece y las agujas del reloj sobrepasan las 9 de la noche.
En sólo dos meses -desde el 10 de diciembre de 2019 hasta el domingo pasado-, la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza labró 303 actas a cuidacoches en las calles del departamento. La proporción es por demás alta: más de 5 actas por día.
La mayoría de ellos fueron encontrados in fraganti en las inmediaciones de las calles Arístides Villanueva, Juan B. Justo, Colón y la zona de la Alameda. Incluso, muchos de los sancionados fueron "enganchados" in fraganti por efectivos policiales y preventores que se movilizaban de civil en autos no identificados como oficiales.
"Se han incrementado las actas en los últimos meses. Constantemente es gente que quiere volver a esto, y constantemente se los saca. Por eso es que hacemos operativos a diario. Lo concreto es que no van a volver los cuidacoches a Ciudad", destacó el director de Seguridad Ciudadana de la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza, Mario Campos. El funcionario relató además que vecinos y habitués de la calle Arístides también han advertido un crecimiento de la mendicidad en la zona.
"No están tan visibles como antes y, de hecho, tampoco tienen un discurso tan violento como el que había antes, cuando prácticamente te obligaban a que les dieras plata. Ahora se acercan más disimuladamente y hasta te piden plata de buena forma. Pero desde que empezó el calor y la Arístides está con más gente, se los ve más", destacó Cinthia, habitué de las salidas a comer o tomar algo con amigas en esa calle de la Quinta Sección.
"Estamos trabajando y haciendo controles permanentemente. No hemos detectado más trapitos que antes, todo lo contrario. De hecho, el incremento de actas y detecciones tiene que ver justamente con que hay más controles y se los detecta antes de que cobren", destacó por su parte el subsecretario de Relaciones con la Comunidad del Ministerio de Seguridad, Néstor Majul.
Además, el funcionario resaltó que este mayor control ha permitido que bajen los hechos delictivos, de violencia y de daños en calle Arístides e inmediaciones.
"El pedido que le hacemos a la gente, cuando vea que alguien le quiere cobrar por cuidarle el auto de forma irregular, es que no le pague y que dé aviso al 911", resaltó Majul.
En el parque General San Martín y en las inmediaciones del estadio Malvinas Argentinas los días de partido, también aparecen los "trapitos". Según quienes han tratado con ellos, aquí se mantiene el trato más duro y las tarifas "fijas", que van desde los 200 hasta los 300 pesos, aunque pueden llegar a 500 pesos (ver aparte).
De vuelta en las calles
El 5 de abril de 2018, Capital prohibió esta actividad cuando estuviese fuera del programa de estacionamiento medido, y lo hizo por ordenanza. El 9 de octubre de ese mismo año, en Mendoza se aprobó el Código de Contravenciones y la prohibición se extendió a toda la provincia. Las sanciones por las faltas contempladas en la norma incluyen arresto, multa, trabajo comunitario y decomiso.
En aquel momento, sobre todo cuando salió la ordenanza de Ciudad, hubo una serie de movilizaciones en repudio a la prohibición. Los cuidacoches fueron acompañados en su reclamo por distintas organizaciones. Daniela fue una de las implicadas que logró pasar al programa oficial de estacionamiento medido.
"En aquel momento quedaron casi 300 personas fuera de la regularización. Y muchas de esas personas son a las que yo he vuelto a ver en la calle, cuidando autos por fuera del programa. Algunos nunca se fueron, otros están reapareciendo ahora. Pero la verdad es que, frente a la crisis, esta es la única manera que tienen de ganar algo de plata. Porque muchos viven directamente en la calle", resumió la joven.
La relación entre los tarjeteros oficiales y los trapitos tiene todo tipo de matices. Daniela contó, por ejemplo, que muchas veces los preventores han multado a los cuidacoches del programa por "dejar" trabajar a los irregulares en la calle. "Yo no dejo ni puedo prohibir a nadie que trabaje, es compleja la situación", destacó.
José y Pablo trabajan como tarjeteros oficiales en la Arístides. "Siguen estando los que no son tarjeteros. A veces hasta se ponen pesados y vienen a apurarnos a nosotros para que los dejemos trabajar en las calles. Nos empiezan a preguntar para que nos vayamos y se pone complicada la situación. Porque después la gente nos mete a todos en la misma bolsa", señalaron los jóvenes.
Al estar la calle Villanueva comprendida en el programa de estacionamiento medido -hasta las 4 de la madrugada-, los cuidadores irregulares se acomodan (o intentan hacerlo) disimuladamente en las calles periféricas a esa zona tan frecuentada en horario nocturno. Martínez de Rozas, Olascoaga, Rufino Ortega, Sargento Cabral y Manuel A. Sáez son algunas de las calles que frecuentan, a la espera de algún conductor que llegue para acordar la transacción antes de que lleguen las autoridades.
"Por Rufino Ortega, después de las 20.30 o 21 se los empieza a ver. También por Olascoaga, al Sur de Arístides. Mucha gente opta por pagarles para quedarse tranquila. Aunque también es cierto que ya no se escuchan tantos problemas ni discusiones como antes", resumió Nicolás, quien vive en calle Tiburcio Benegas, a menos de 100 metros de Arístides.
"Desde hace un par de meses noto que han vuelto con todo. Además de ir a la Arístides, vivo por la zona. Cada vez que estaciono, si no hay controles, te piden hasta 200 pesos por cuidar el auto", acotó a su turno y con fastidio, Marcelo.
El Parque y el Malvinas
Además de las zonas de diversión nocturna, en la provincia hay dos áreas en las que también han reaparecido los "trapitos".
Una de ellas es el parque San Martín, en las zonas aledañas al circuito del lago y del Rosedal. "Si uno quiere ir a correr o a pasear, te cobran hasta 200 pesos por estacionar cerca del museo Cornelio Moyano. Y no se ve a nadie controlando", se quejó Alejandra.
En las inmediaciones del Malvinas y los días de partido, también reflota esta problemática, con tarifas altas y hasta amenazas. "Los días de partidos se hacen controles y hemos llegado a llevarnos hasta a 10 'trapitos'. También en estos casos es fundamental que la gente no pague si le exigen dinero. Y que hagan la denuncia al 911 o a los policías que están en la zona", insistió el subsecretario de Relaciones con la Comunidad, Néstor Majul.