Pescarmona, de empresario de las turbinas a los cuadernos K

El mendocino supo llevar a Impsa a competir con multinacionales en Asia. Comenzó su debacle cuando se asoció al kirchnerismo en Venezuela.

Pescarmona, de empresario de las turbinas a los cuadernos K
Pescarmona, de empresario de las turbinas a los cuadernos K

Para Enrique Pescarmona este será un año para el olvido. En abril perdió el control de la empresa fundada por su familia y el último mes pasó de ser un reconocido empresario local a quedar como imputado colaborador en un causa que investiga un entramado sobornos por más de 200 millones de dólares. 

Concretamente, Pescarmona y Francisco Valenti -ex directivo de Impsa- habrían tenido 12 encuentros, entre 2008 y 2009, con Roberto Baratta, número dos del Ministerio de Planificación Federal de Julio De Vido, donde habrían pagado sobornos por casi 3 millones de dólares.

Su relación con los K

En el año 2005, cuando Pescarmona felicitaba a Néstor Kirchner por "tenerla clara" en materia económica, un representante de su empresa mantenía reuniones para invertir en Venezuela.

Después de años de exitosas operaciones comerciales en Asia, la centenaria empresa mendocina se encaminaba hacia la crisis que culminó con una reestructuración y con el alejamiento del directorio de quien fuera la cabeza de la compañía, Enrique Pescarmona.

El ex embajador de Argentina en Venezuela, Eduardo Sadous, habló con Los Andes sobre los años en los que la empresa pasó de ser exitosa a tener a quienes fueron sus máximos exponentes hoy respondiendo ante la Justicia por la llamada causa de "los cuadernos de la corrupción".

“Yo me fui en el 2005 de Venezuela y estuve desde el año 2002. Antes de irme, Pescarmona estaba tratando de conseguir una obra, una represa, y un representante de Impsa, Rodríguez (José ‘Pepe’, quien lideró las negociaciones a favor de la participación del consorcio local en obras destinadas al sector energético venezolano), viajaba seguido y yo le advertí siempre que tuviera cuidado, porque los venezolanos no eran muy fiables como contraparte”, comentó el ex embajador.

Sadous también fue diplomático en Malasia años antes, en donde mantuvo reuniones con el vicepresidente de Impsa, Rubén Valenti.

“Realmente en Asia Impsa era una empresa muy bien calificada y una de las pocas multinacionales argentinas realmente buenas, por eso me da mucha pena ver la situación en la que se encuentran”, se lamentó.

De acuerdo con Sadous, en el mercado asiático compitieron con multinacionales como Mitsubishi y Hyundai y ganaban las licitaciones. "Allí no hubo problemas, porque es un país serio", agregó.

En la primera visita de un ministro malayo a la Argentina, pasó por la provincia para visitar la planta de Pescarmona y asegurarse de que fuera una empresa con todo el respaldo.

“Ahí hicieron una joint venture (asociación estratégica temporal) con una empresa de Malasia y vendieron más de 40 portacontenedores en el periodo en que yo estuve”, recordó Sadous.

Del éxito al conflicto

En 2004, Argentina y Venezuela firmaron un protocolo para crear el fideicomiso por el que el país compraba fuel oil venezolano y éstos a su vez se comprometían a utilizar sus ganancias únicamente para comprar bienes y servicios de empresas argentinas.

“En enero de 2005 los empresarios argentinos que habían exportado a Venezuela dentro de ese esquema del fideicomiso se empezaron a quejar de que no estaban cobrando”, relató Sadous.

El ex embajador contó que los pagos cesaron o se discontinuaron cuando funcionarios venezolanos retiraron la plata del fondo en Nueva York para “cambiarla en el mercado negro en Caracas” y lograr así una diferencia de 14 millones de dólares.

En principio, Sadous entendió que se trataba de una maniobra que había hecho el país en el que él ejercía sus funciones, pero cuando lo informó a Cancillería Argentina fue removido de su cargo. "Uberti llamó a mi consejero comercial y le dijo: 'Decile a Sadous que se deje de joder, que eso lo manejamos nosotros'. Ahí me dio la pauta de que no era algo tan solo venezolano", contó.

Para las empresas, trabajar en Venezuela significaba tratar directamente con Chávez. “Controlaba absolutamente todo: los pagos, que ellos llaman punto de cuenta, o autorizaciones para pagar. Si no las firmaba el presidente, no se pagaban”, agregó Sadous.

Explicó que para las empresas era imposible trabajar fuera del fideicomiso, porque “Venezuela es un mal pagador”. Entonces entraron en un juego en el que tenían que trabajar con el ministerio de Planificación argentino.

“En Buenos Aires se autorizaba quiénes podían entrar y quiénes no, ahí es donde les cobraban las coimas para poder exportar, del 15% o del 20%”, agregó.

Sadous denunció todo esto en el año 2005, lo que significó el fin de su carrera diplomática y que tuviera que jubilarse antes de tiempo.

La entrega de IMPSA 

En abril de este año finalizó un proceso de reestructuración de Industrias Metalúrgicas Pescarmona que significó que la familia fundadora perdiera el control de la empresa, después de 111 años desde que el abuelo de Enrique Pescarmona la creara.

Tras dar un paso al costado, el mendocino cedió el 65% de las acciones a sus acreedores como una forma de evitar la quiebra. Esto se hizo posible después de un proceso de negociación que empezó en 2014, cuando la compañía se declaró en default por una deuda de 1.100 millones de dólares.

A partir de ese momento, se diseñó una estrategia para permitir la supervivencia de la empresa y alcanzar un acuerdo de pago con los acreedores.

Buscaron un rescate del gobierno kirchnerista que no fue exitoso, como tampoco lo fue el pedido de intervención de la actual administración macrista.

Las causas de que la empresa centenaria, que había ofrecido soluciones energéticas en todo el mundo, cayera fueron entre otras, los incumplimientos de pago de Brasil y Venezuela: en ambos países Impsa invirtió y no pudo cobrar.

Impsa sin Pescarmona

Desde Relaciones Institucionales de Impsa explicaron a Los Andes que por razones legales van a abstenerse de hacer declaraciones sobre el proceso legal que enfrenta Rubén Valenti. Sin embargo, explicaron que han finalizado exitosamente con el proceso de reestructuración de su deuda financiera en abril de 2018.

“La familia Pescarmona transfirió el 65% de las acciones de la compañía a un fideicomiso de acreedores conformado principalmente por Banco Nación Argentina, Banco Interamericano de Desarrollo, BICE, Export Development of Canadá y bonistas”, informaron. Es decir que hoy la mayoría de las acciones de la compañía está en manos de bancos de prestigio nacional, internacional y de bonistas particulares”, señalaron.

Por otro lado, explicaron que se ha nombrado un nuevo directorio con representación proporcional a la composición accionaria y hubo cambios en niveles importantes del management.

Actualmente Impsa se encuentra desarrollando sistemas de sistemas de inteligencia artificial para monitorear centrales hidroeléctricas con el objetivo de “mantener su capacidad de competitividad técnica y económica” y “maximizar la energía generada a través de una mejor productividad de los equipos”.

Proyectos

Desde Impsa destacaron los proyectos más importantes en los que trabajan hoy:

- Turbinas, generadores y equipamiento hidromecánico para la central hidroeléctrica Colíder (Brasil).
- Repotenciación de la central hidroeléctrica Acarai (Paraguay).
- Repotenciación de la central hidroeléctrica Tenong Pangi (Malasia).
- Seis turbinas hidroeléctricas de reemplazo en la central de Yacyretá (Argentina).
- Turbinas, generadores y equipamiento hidromecánico para la central Tocoma (Venezuela).
- Parque Eólico Arauco IV(La Rioja, Argentina).

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