Hoy está dentro de una bolsa donde es uno más. Deberá correr desde atrás, armarse de paciencia y tener el ingenio suficiente para con lo que tiene a mano. ‘Hacerle pata ancha’ a un puñado de equipos que, por jerarquía en su plantel o experiencia en la categoría (o ambas), están claramente por encima de Gimnasia.
Muy claramente. Chacarita, Atlético Tucumán e Instituto se lo echaron en cara y aún resta medirse con otros que se insinúan de gran fuste como Los Andes o Gimnasia de Jujuy. La empresa no será sencilla. Si bien demostró estar a la altura, entiende que deberá trabajar los partidos, ya no puede ‘atropellar’ a sus rivales porque tienen lo mismo o más que el Mensana. Ese Lobo feroz que ‘pasaba por encima’ a todo aquél que pisara el Víctor no se volverá a ver. Esto, sobre todo, tendrá que entenderlo la impaciente platea.
Para Arias, en tanto, es todo un desafío hacer un análisis frío y despegarse del camino transitado y de las grandes satisfacciones que dieron a Gimnasia este puñado de futbolistas. Todo eso brillante que hizo el equipo para lograr dos ascensos consecutivos se pone en tela de juicio y allí deberá aparecer el ojo agudo del entrenador. Desde el ‘todopoderoso’ 3-4-1-2 pasando por el techo de rendimiento de sus individualidades y el hándicap de la producción colectiva. Los goles de Taborda, la aplanadora del Legrotaglie, el Teatro de los Sueños, pesados vestigios de un Lobo que deberá reformularse.