Abandonados irremediablemente, por todos lados observamos grandes cantidades de perros sueltos. Representan un potencial riesgo para la salud humana pero tan delicado como eso es que son víctimas de un maltrato cruel, por falta de alimentación, cobijo y atención veterinaria.
Deambulan en busca de un bocado y duermen en donde encuentren un espacio propicio. Muchos están enfermos, otros pasados de hambre, no obstante que muchas personas sensibles los alimentan y los tratan de proteger.
Por suerte para estos bichos existen las asociaciones protectoras de animales que, en nuestro medio, son varias y muy efectivas, que se hacen cargo de cachorros abandonados, perras embarazadas en celo o preñadas, animales atropellados. A todos los atienden, asumiendo los costos de atención, cuidado y mantenimiento, que no son para nada económicos. En ocasiones, los integrantes de estas entidades los llevan en sus movilidades a los quirófanos para que sean esterilizados y luego los contienen hasta que puedan ser ubicados.
Pero estos grupos civiles que, reiteramos, son varios en nuestra comunidad y muy activos, no dan abasto con todos los requerimientos a los que se ven sometidos.
Para salir de esta encrucijada -el can sin dueño en la vía pública- hace falta que el Estado provincial se involucre más y promueva con intensidad campañas sobre el maltrato de perros, el fomento de la castración y la adopción responsable por parte de los habitantes.
Sostenemos que las dos mejores acciones que se pueden realizar para combatir la penosa situación de miles de canes abandonados, son la adopción responsable y la esterilización.
Por un lado, hacerse cargo de un animal ayudaría a reducir el número de "peludos" vagabundos y al mismo tiempo un paso contra la venta de animales, que debe ser desalentada.
La castración no sólo está dirigida a los perros abandonados, reduciendo las probabilidades de distintas enfermedades, sino también a aquellos con propietario y que ocasionalmente pueden perderse y continuar con la propagación de la especie.
No vamos a negar que varios municipios llevan adelante con esfuerzo operativos de esterilización gratuitos, masivos y sostenidos. Pero si bien encaran esas campañas, no es ordenada ni suficiente. Si hubiera una integración de acciones con las protectoras, los resultados serían mucho más auspiciosos. En este sentido, una propuesta es que los vehículos en los que se realizan las intervenciones permanecieran más tiempo en las barriadas donde hay súper población de canes y gatos.
También sería propicio que los municipios pudieran, a pesar de las restricciones presupuestarias que acreditan, ayudar con partidas de dinero a las organizaciones que se encargan de brindar refugio a perros callejeros, ya que ellas, y como hemos sostenido, hacen lo que el Estado debería y no hace. Y si no pudieran otorgarles dinero para su misión, bastaría con que les cedieran alimento e infraestructura, ya que muchos refugios parecen taperas y por esa condición se desnaturaliza un poco su labor.
Pese a los avances en las distintas legislaciones, todavía pasará tiempo hasta conseguir que todas las comunas se ocupen como es debido de los animales sin hogar. Y más tiempo aún hasta que la totalidad de las personas entienda que las mascotas no son objetos que se usan y tiran, como se puede observar, penosamente, en muchas zonas de Cacheuta, El Challao o el camino a Villavicencio, para citar algunos lugares.
Sensibilizar a la población, lo mismo que se hace, salvando las distancias, con la promoción de la seguridad vial, en este terreno zoosanitario, será de gran utilidad para acceder a un peldaño más en la calidad de vida en general.