La cantidad de perros callejeros que pululan por los departamentos del Gran Mendoza, es alarmante y parece que las autoridades no pueden con el problema o directamente lo dejan pasar.
Es cierto, hay reclamos delicados que atender entre las personas, especialmente en niños y adultos mayores, pero este que marcamos y que reiteramos en nuestras columnas, también es un asunto de consideración, con repercusiones en salud, ambientales y sociales, por lo que debería tener una atención adecuada a los tiempos que corren.
Se trata, en la mayoría de los casos, de animales abandonados a su desgracia por ex dueños o sencillamente obligados a vivir en la vía pública porque nacieron y crecieron en la calle.
El no tener una comida asegurada ni un cobijo y deambular tras un bocado y generalmente muertos de sed, es un castigo penoso que soportan estas mascotas, condenadas a una existencia penosa.
Pese a los operativos de vacunación, control y esterilización que encaran muchos municipios, y al sobrehumano trabajo de particulares agrupados en organizaciones civiles y hasta vecinos bienintencionados que actúan por iniciativa propia, no vemos que este delicado tema encuentre alguna salida en el corto plazo.
Las autoridades del Gobierno provincial en el área de Zoonosis y los municipios, cuentan con el aporte de Organizaciones No Gubernamentales bien preparadas en la materia, que tienen claro cómo se debe actuar, pero que naturalmente no cuentan con los recursos económicos para hacer frente a la delicada situación de los canes abandonados.
Son varias las entidades privadas que se ocupan de la problemática y que deberían ser más tenidas en cuenta por los funcionarios.
Una de ellas es la asociación civil con personería jurídica Estoy Aquí Mendoza que propone un plan de acción basado en tres pilares, que merece atención, y que resumimos escuetamente: primero, un sistema de castraciones eficiente; segundo, acciones destinadas a los ciudadanos y tercero, acciones reservadas a los proteccionistas.
De todos modos, hay que reconocer que existen intentos en el sector oficial por hacer algo en esta materia pendiente.
Un aspecto valorable es un proyecto de ordenanza movilizado por la concejal Alicia Beningaza, en Luján de Cuyo, que propone un sistema aplicado en Holanda, y consiste en hacer relevamientos, identificación, esterilización, coordinando con vecinos interesados y entidades protectoras, además de realizar tareas de concientización y jornadas de promoción de la adopción de mascotas, para desalentar la compra de las mismas.
Fundamentalmente se pretende terminar con el maltrato animal, por lo que se crearían los canales para denunciar estas acciones.
La iniciativa pone el foco en la esterilización masiva de canes y felinos, la habilitación de un número telefónico para la denuncia de maltrato animal y la regulación de criaderos, a la vez que establece sanciones para quien haga sufrir a los animales.
La iniciativa surgió a través de un trabajo conjunto con diferentes organizaciones protectoras de animales, vecinos y el asesoramiento de la Asociación para el Reencuentro Animal (Asoreva), que preside con gran dedicación el abogado Oscar Mellado.
Esta iniciativa podría inclusive ser llevada al seno del Unicipio, el órgano interjurisdiccional destinado a abordar en forma conjunta las principales temáticas socio ambientales del Área Metropolitana de Mendoza, y en tal sentido, ser trabajada entre todas las comunas de la zona Norte.
Por último, no podemos dejar de valorar como positiva, la acción llevada a cabo por Guaymallén, que renovó su quirófano móvil veterinario, habilitando un equipo térmico, completamente nuevo y acondicionado para mantener temperatura y acústica, y hasta con iluminación LED y camillas regulables con bandejas laterales para un mejor trabajo de los profesionales. Una demostración cabal de que cuando se quiere mejorar una situación grave como es el abandono animal, se puede.
