Hace varios días un can de raza pitbull casi le arranca un brazo a una agente policial durante un allanamiento en un barrio de Godoy Cruz. Afortunadamente no hubo un desenlace fatal y la joven herida se recupera, pero se expandió la polémica respecto al tema.
Evidentemente, el animal preparado por su dueño para alertar ante algún peligro en el domicilio, respondió de la manera enseñada.
El caso no es aislado sino que conforma una sucesión de sucesos de esta naturaleza con animales potencialmente muy peligrosos, que han sido adoptados en muchas familias, en algunos casoso porque les gusta esos ejemplares, aunque la mayoría adopta ese temperamento para reforzar su seguridad privada y familiar.
Según datos no oficiales, unas 4 o 5 personas mueren en Argentina por año por ataques de perros, en tanto otras 10.000 sufren mordeduras, la mayoría de ellas sin mayores consecuencias.
Lamentablemente también Mendoza ha sido escenario de incidentes de este tipo, y hasta se han registrado algunos hechos con heridas muy graves para las víctimas.
Quienes aman y defienden a los animales entienden que las "razas peligrosas" no lo son porque sí, gratuitamente. Son razas que han sido manipuladas por los humanos a través de mutaciones genéticas, buscando formas especiales de mandíbulas, contextura física fuerte, resistencia al dolor y al cansancio, justamente para convertirlas en animales que si se los adiestra para fines de pelea sean especialmente agresivos.
En una palabra, el animal en sí, si no sufre maltrato, hambre o adiestramiento especial no es agresivo pero lleva en sus genes componentes de agresividad que pueden dispararse en cualquier momento sin previo aviso y sin mediar órdenes de humanos.
Por eso los dueños de estos canes tienen que saber qué clase de perro tienen, informarse sobre los riesgos que conllevan esas razas potencialmente riesgosas y no dejarlos sueltos, sacarlos siempre con collar, correa y bozal y, ante cualquier comportamiento extraño recurrir a un adiestrador experimentado para neutralizar cualquier esbozo de agresividad.
El Estado debería llevar, junto a entidades protectoras, un control detallado y obligatorio de estos animales y exigir a sus dueños cumplir responsablemente con todas las formas de seguridad posibles y si no lo hacen, cobrar importantes multas o requisarles el animal.
Por otra parte, nos parece que no cualquier persona puede tener un pitbull, rottweiler, dogo u otros similares, sobre todo machos, que poseen mucha fuerza y temperamento.
Tendrían que existir una serie de requisitos imprescindibles antes de acceder a cualquier tipo de perro de estas características. Por eso a muchos médicos veterinarios no les gusta hablar de razas peligrosas, sino de propietarios temerarios, irresponsables, poco y nada preparados para criar y sociabilizar un perro de estas condiciones.
Se debería extender a toda la provincia la posición de municipios como Godoy Cruz y Capital que disponen de ordenanzas para registrar ciertas clases de canes considerados de riesgo.
Es más la comuna capitalina comenzó hace un tiempo a inscribir a los perros potencialmente peligrosos. Se trata de una previsión para generar conciencia acerca de la tenencia responsable de estos animales y preservar la seguridad en la vía pública.
Además, la misma municipalidad ha desarrollado charlas en lugares públicos sobre tenencia responsable de animales en la ciudad, el cuidado de los mismos y la seguridad de las personas.
Resumiendo: deben propiciarse normas que exijan que los dueños tengan una habilitación para poseer un animal de este tipo y que hagan un curso para aprender a manejarlos, además de hacerlos circular con todas las precauciones indicadas por las normativas.
