El cuádruple homicida Ricardo Barreda podrá moverse en libertad, sin rendir cuentas a la Justicia, que consideró extinguida su pena a reclusión perpetua por la masacre ocurrida hace 23 años y medio.
Según informó el diario El Día, el juez de Ejecución Penal, Raúl Dalto, firmó la resolución en los últimos días que favorece a Barreda, de 80 años de edad, quien estaba con libertad condicional, viviendo en la casa de un amigo en Tigre, al norte del Gran Buenos Aires.
La masacre
La masacre ocurrió el 15 de noviembre de 1992, cuando el odontólogo mató a su esposa, a sus dos hijas y a su suegra en su casa de La Plata, con disparos de una escopeta que la misma suegra le había traído de regalo de un viaje a Europa.
Según la información publicada, el magistrado recibió el pedido del abogado del odontólogo, Eduardo Gutiérrez, aunque antes de dictar la resolución, consultó a la fiscalía, que dio el visto bueno.
De acuerdo con el magistrado, la sentencia por la masacre perpetrada el 15 de noviembre de 1992 "adquirió firmeza con fecha 2 de mayo de 2007".
En ese sentido, recordó que en 2011 "la Cámara le concedió la libertad condicional al nombrado", y agregó que "el 17 de diciembre de 2012 dictó pronunciamiento haciendo cesar la condición de continuar con el tratamiento psiquiátrico-psicológico que venía realizando" Barreda.
También, resaltó que "el 22 de diciembre de 2014, luego de revisar la relación convivencial entre Barreda y la señora Berta "Pochi" André (ya fallecida), por entonces su pareja, el juez la verificó como riesgosa y, al entender que representaba cierto peligro, resolvió revocarle la libertad condicional, hasta tanto consiguiera un nuevo domicilio como residencia".
Rechazos
El año pasado, y tras varios rechazos de la Justicia, Barreda recuperó la libertad condicional, cuando un amigo le alquiló una casa en el partido de Tigre.
El 15 de noviembre de 1992, en su residencia de la calle 48 entre 11 y 12 de La Plata, Barreda mató a toda su familia: su esposa Gladys Mc Donald, de 57 años; su suegra Elena Arreche, de 86; y sus hijas Cecilia, de 26, y Adriana, de 24 años.
Luego desapareció y aseguró que aquel fin de semana había estado pescando, pero su mentira se descubrió y terminó preso a los días de haber cometido los cuatro asesinatos.
En 1995, y tras asegurar que había actuado así porque las mujeres de su familia lo maltrataban y sometían, la Justicia lo condenó a la pena de reclusión perpetua.
En 2008 el odontólogo fue beneficiado con el régimen de prisión domiciliaria por su buena conducta y porque tenía más de 70 años.