Uno de los más sanguinarios criminales de guerra que dio Europa fue condenado ayer a cadena perpetua. Se trata del exlíder serbobosnio Radovan Karadzic, a quien el Mecanismo para los Tribunales Penales Internacionales (MICT) sentenció por su responsabilidad en los crímenes cometidos en la Guerra de Bosnia (1992-1995).
Karadzic había sido condenado previamente a 40 años de cárcel, sin embargo, el juez presidente del tribunal de apelación del MICT, Vagn Prüsse Joensen, consideró que la sentencia de primera instancia "reflejó de forma inadecuada la extraordinaria gravedad de la responsabilidad de Karadzic en la comisión de los crímenes".
El ex presidente de la República de Srpska había solicitado la repetición de todo el proceso legal por supuestos "errores de Derecho", pero los jueces del MICT rechazaron todos sus argumentos. Karadzic, de 73 años, era juzgado en segunda instancia por su responsabilidad en el asedio de Sarajevo y la masacre de Srebrenica en 1995, la peor cometida en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, en la que murieron 8.000 hombres y jóvenes musulmanes.
También estaba acusado por el desplazamiento de poblaciones con criterios étnicos en varias ciudades del país, crímenes de lesa humanidad -persecución, exterminio, asesinato, deportación y actos inhumanos- y crímenes de guerra -asesinato, terror, ataques ilegales a civiles y toma de rehenes-.
En 2016, el llamado "carnicero de Bosnia", ya había sido condenado por La Haya a cuatro décadas en prisión por 10 cargos, entre ellos, el genocidio de Srebrenica (este de Bosnia). Sobrevivientes de esta masacre fueron los principales en solicitar a la justicia internacional su cadena perpetua.
Prófugo
Karadzic había sido arrestado en un autobús en Belgrado en 2008 tras más de una década prófugo. En sus últimos años escondido en Serbia, vivió como terapeuta con el nombre falso de Dragan Dabic y con una frondosa barba. El exlíder y psiquiatra de profesión, al que muchos compatriotas siguen considerando un “héroe”, apeló 50 puntos de su primera condena y denunció un “juicio político”.
Tras la muerte del ex presidente serbio Slobodan Milosevic en 2006, Karadzic es el más alto responsable que tiene que rendir cuentas por la guerra en Bosnia, donde más de 100.000 personas murieron y 2,2 millones quedaron sin hogar debido a los combates entre musulmanes, serbios y croatas, entre 1992 y 1995. De acuerdo con Izabela Kisic, directora ejecutiva del Comité de Helsinki para los derechos humanos en Serbia, aún con el veredicto de cadeDOLOR. Una madre bosnia musulmana llora a su hijo asesinado.
La pequeña ciudad de Srebrenica fue vital en la guerra de Yugoslavia. Pese a la mayoría musulmana, los serbios tomaron el control. Naser Oric, un joven veinteañero, emprendió la reconquista a cargo de un Ejército bosnio que, aun pobremente armado, logró recuperarla a los pocos meses. Durante dos años, los combatientes, que compartían un fusil para cada dos, y los civiles hambrientos y sin agua corriente quedaron rodeados, a merced de los bombardeos. Hasta que en julio de 1995 los serbios lograron entrar en la ciudad, declarada por la ONU “zona segura”.
Ante la pasividad de unos 400 cascos azules holandeses, mujeres y niños fueron recluidos en una antigua fábrica, en Potocari, a 5 kilómetros. Unos 15.000 hombres huyeron por el monte. Más de la mitad no regresaron con vida. En las grandes ciudades como Sarajevo los recuerdos de la guerra permanecen semienterrados. Conviven sin diferencias bosnios musulmanes, serbios y croatas. Pero en las zonas rurales como Srebrenica el conflicto es un tema candente y reina una división absoluta. De un lado, los que quieren honrar a los muertos de la mayor matanza en Europa desde la Segunda Guerra Mundial; del otro, los que quieren negarla y aseguran que aquello nunca ocurrió. na perpetua, el gobierno podría rechazarlo.
"Desde hace mucho tiempo Serbia niega los crímenes de guerra y su visión sobre la guerra en Bosnia no cambió", dijo. Kisic consideró también que la situación "se deterioró considerablemente" en Bosnia, cuando el gobierno de la República Srpska anuló el año pasado un informe de 2004 sobre los asesinatos y montó una nueva comisión para investigar sobre esos crímenes. Por esta razón, Karadzic, detenido desde hace once años, estaba "tranquilo" antes del veredicto, según declaró su hermano Luka al periódico de Belgrado Vecernje Novosti. "Hablé con Radovan hace dos, tres días. Se siente bien, piensa que se hará justicia", dijo.
La decisión de la justicia internacional de imponer cadena perpetua a Karadzic será una de las últimas en el marco del conflictivo desmoronamiento de la antigua Yugoslavia, tras la caída del comunismo, en 1991.
Karadzic, el criminal de las mil caras
El criminal de guerra serbobosnio Radovan Karadzic, condenado a cadena perpetua por genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad, evitó la justicia durante más de doce años y espera pasar a la Historia como un mártir del pueblo serbio. Karadzic, de 73 años, fue obligado a levantarse para escuchar la sentencia, pero apenas gesticuló. Su abogado Peter Robinson declaró después que, para el exmandatario, "el precio de una República de Srpska independiente es perder su libertad, pero está preparado para asumir ese coste".
Estos aires de grandeza contrastan con el aspecto físico que mostraba cuando fue detenido en julio de 2008 en un suburbio de Belgrado, donde ejercía la medicina alternativa bajo una falsa identidad y llevaba gafas y barba blanca. El antiguo líder serbobosnio vivía prófugo, pero sin ocultarse. Se movía por los lugares públicos, participaba en conferencias e incluso varias de sus intervenciones, que atraían a mucho público, fueron filmadas por la TV local. Los esfuerzos y el interés de Serbia por capturar a Karadzic y a su jefe militar, Ratko Mladic, fueron de menos a más a lo largo de los años, conforme sus gobiernos iban evolucionando hacia posturas más cercanas a la Unión Europea.
Como un político
Una vez detenido y trasladado a La Haya, el exmandatario asumió buena parte de su propia defensa y se presentó ante los jueces como un político que intentó evitar el conflicto en Bosnia Herzegovina, que comenzó en 1992. Negó que sus tropas dispararan contra civiles en Sarajevo y aseguró que la mayoría de víctimas de la ciudad fueron o "combatientes musulmanes" o sus propias tropas.
"Si abrían fuego contra los serbios, éstos tenían que responder sin tener que preguntarle a su comandante o a su presidente. Era su derecho a defenderse", dijo Karadzic, que aseguró que el objetivo último de sus enemigos con esos tiroteos era "internacionalizar el conflicto". Respecto a las fuerzas paramilitares serbobosnias existentes durante la guerra, el exmandatario aseguró que las prohibió, obligó a que se subordinaran al ejército regular e incluso procesó a algunos de sus miembros.
En cuanto a la masacre de Srebrenica, donde unos 8.000 hombres bosnios musulmanes fueron asesinados en 1995, negó tener conocimiento de los hechos sucedidos Una de las pruebas que sirvieron para condenarlo por genocidio fue que Karadzic firmó, el 8 de marzo de 1995, una directiva que contenía un pasaje en el que se ordenaba a su ejército "crear una situación insostenible de total inseguridad sin esperanza o posibilidad de sobrevivir para los habitantes de Srebrenica".
El exmandatario dijo durante el juicio que había firmado dicha directiva sin leer ese pasaje, pero los jueces no lo creyeron. Durante el juicio, Karadzic criticó que el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) rechazara las intervenciones de algunos testigos, pues según su versión lo habrían exculpado. El expresidente de la República de Srpska es, junto al general Ratko Mladic, la figura más destacada entre los condenados por el TPIY, después de que el expresidente yugoslavo Slobodan Milosevic muriera en 2006 antes de que se emitiera su veredicto.
La cadena perpetua emitida ayer por el Mecanismo para los Tribunales Penales Internacionales (MICT en inglés) es superior a la condena de 40 años emitida en primera instancia por el TPIY y es inapelable.
Srebrenica no puede escapar del pasado
a pequeña ciudad de Srebrenica fue vital en la guerra de Yugoslavia. Pese a la mayoría musulmana, los serbios tomaron el control. Naser Oric, un joven veinteañero, emprendió la reconquista a cargo de un Ejército bosnio que, aun pobremente armado, logró recuperarla a los pocos meses.
Durante dos años, los combatientes, que compartían un fusil para cada dos, y los civiles hambrientos y sin agua corriente quedaron rodeados, a merced de los bombardeos. Hasta que en julio de 1995 los serbios lograron entrar en la ciudad, declarada por la ONU "zona segura". Ante la pasividad de unos 400 cascos azules holandeses, mujeres y niños fueron recluidos en una antigua fábrica, en Potocari, a 5 kilómetros.
Unos 15.000 hombres huyeron por el monte. Más de la mitad no regresaron con vida. En las grandes ciudades como Sarajevo los recuerdos de la guerra permanecen semienterrados. Conviven sin diferencias bosnios musulmanes, serbios y croatas. Pero en las zonas rurales como Srebrenica el conflicto es un tema candente y reina una división absoluta.
De un lado, los que quieren honrar a los muertos de la mayor matanza en Europa desde la Segunda Guerra Mundial; del otro, los que quieren negarla y aseguran que aquello nunca ocurrió.