Por Fabián Galdi, Editor Más Deportes Digital - fgaldi@losandes.com.ar
El fallecimiento de Roberto Perfumo provocó un duelo generalizado, sobre todo en la referencia a quien se había constituido en uno de los puntales de la identidad del fútbol argentino a partir de puntos de vista múltiples: altísimo nivel en su ciclo como jugador, entrenador respetado por su idea de juego y conducción grupal, preparación a nivel terciario debido a su graduación como psicólogo social y analista certero a través de la agudeza de su pensamiento en la etapa de periodista deportivo. Un combo que marcó la aspiral ascendente de una de las figuras más prominentes de la patria futbolera desde mediados de la década del '60 hasta la actualidad. Y un ser humano comprometido con el tiempo que le tocó vivir, inclusive al haber aceptado la designación como secretario de Deportes de la Nación y luego haberse alejado a mediados de 2004, tras una gestión en la que él mismo se fue dando cuenta que no se sentía con la comodidad necesaria para el cargo.
Cultor del perfil bajo y del diálogo en vez de la estridencia y el monólogo al estilo stand up, el "Mariscal" dejó su sello en un programa que se convirtió en objeto de culto para una legión de seguidores: "Hablemos de Fútbol", junto a Víctor Hugo Morales, en los comienzos de la emisión. Y su frase emblemática, "abrazo de gol", se instaló como símbolo sin límites dentro de la comunidad futbolística. Su definición "Messi queda sometido a un equipo que decide defenderse" fue una de las más revulsivas en pleno Mundial 2014. Sus opiniones, fruto de la reflexión y no de la descarga emocional, jamás pasaron inadvertidas.
Es aquí donde el rol del periodista deportivo en la Argentina hoy día parece atravesado por una coyuntura en la cual se tergiversan paradigmas y se instalan las contradicciones propias del tiempo nuevo. Si Perfumo representó un modelo de sobriedad en el enfoque y precisión en el habla, lo cierto es que la corriente de la vocinglería y la lógica del absurdo que supo encarnar como nadie Guillermo Nimo desde mediados de los '70 también arrojó una seguidilla de comunicadores que hicieron - hacen - del tono estridente y la descalificación del otro su razón de ser.
(Guillermo Nimo)
Nimo, precisamente, fue un producto eminentemente mediático que se gestó al amparo de conductor televisivo Gerardo Sofovich. Éste, con el ojo clínico de un empresario sagaz, captó que el histrionismo del otrora referí era un caldo de cultivo ideal para crear un personaje de características grotescas.
En sus tiempos como árbitro, Nimo estuvo siempre dentro de los tres o cuatro mejores de su época. Sin embargo, nunca se lo recordó por su nivel de arbitraje. Quedó marcado a fuego en el triangular final de 1968, cuando perjudicó claramente a River Plate: una mano evidente del defensor Luis Gregorio Gallo evitó un tanto "millonario" y el juez no tomó sanción alguna. A la postre, Vélez Sarsfield se consagró campeón por primera vez en su historia y mucha influencia tuvo que ver aquella situación en la cancha de San Lorenzo, con el duelo que terminó 1-1. En ese momento, la banda roja llevaba once años sin títulos y luego ese estigma se prolongaría hasta 1975. Ya frente a las cámaras de TV, se dedicó a montar un show personal a la hora de calificar a sus colegas y a los futbolistas. Más que divertido y simpático se transformó en un referente de las actitudes soberbias y peyorativas.
Un caso con semejanzas, aunque fugaz, fue el de José Sanfilippo cuando, en 1993, le achacó en cámara a Sergio Goycochea haber sido el culpable de la goleada 5-0 que Colombia le infligió a la Argentina en el Monumental, por las eliminatorias al Mundial'94. El ex delantero había sido invitado por el periodista Bernardo Neustadt, quien había comenzado su carrera como periodista deportivo y sabía de la incontinencia verbal del "Nene". Esa noche, hasta aparecieron en escena Carlos Bilardo y Norberto Alonso para defender al arquero. El objetivo del programa Tiempo Nuevo se cumplió con creces: el ráting subió por las nubes y aún se recuerda ese episodio como bisagra.
En otro contexto y momento, Ricardo Caruso Lombardi comenzó una inesperada e infrecuente carrera: opinador televisivo. Primero aparecía en sectores de la tribuna, luego como panelista y posteriormente ya como figura convocante aunque más no fuera el entrevistado. Chispeante, locuaz, verborrágico y contestador, dio el physique du rol esperado en los programas y hasta llegó a expresarse con el lenguaje de la jerga televisiva. Con una soltura llamativa frente al micrófono, demostró una facilidad de expresión y emitió frases de todo tipo - especialmente hirientes - que lo convirtieron en un espectáculo en si mismo.
(Ricardo Caruso Lombardi)
Inclusive, días atrás, durante la presentación en su nueva faceta como entrenador de Sarmiento - debutará este lunes ante el Tomba - RCL se las ingenió para armar un show que lo tuvo como protagonista. La anuencia de los diferentes periodistas deportivos y - desde ya - de las transmisiones de TV terminaron convalidándolo casi como si fuera un profesional de los medios de comunicación antes que un director técnico.
Si Nimo y Caruso Lombardi crecieron en la pantalla chica a partir de hechos extemporáneos, los cuales poco tenían que ver con la calidad del producto periodístico, lo cierto es que ese espacio está siendo cubierto progresivamente por Horacio Pagani aunque con un evidente mejoramiento de categoría. Una de las plumas más valoradas en gráfica - tanto en fútbol como en boxeo - devino hoy en un showman televisivo que más de una vez se mueve con el lenguaje de los gestos y de los ademanes para sostener ampulosamente una idea. Más allá de que sus seguidores más antiguos muy probablemente lo prefieran escribiendo, lo cierto es que se ha convertido en un clásico del programa Estudio Fútbol y que ha creado un personaje que navega entre lo cascarrabias y lo bonachón, lo cual despierta empatía con el tele espectador independientemente de que a veces el mensaje transmitido se quede trunco en su eficacia.
En Brasil, el inefable Joao Saldanha marcó una época no solo como periodista sino también como entrenador de la verde amarela, al punto de haber conformado a la mejor Selección de todos los tiempos, la cual fue campeona en México'70. Por más militante acérrimo del Partido Comunista que fuera, el dictador presidencial Emilio Garrastazu Medici lo sostuvo en su cargo pero la presión del ministro de Educación Jarbas Pasarinho lo hizo caer. Así, Mario Zagallo se llevó los laureles en una formación que contaba con Pelé, Gerson, Clodoaldo, Carlos Alberto, Tostao, Jairzinho y Rivelino entre otros cracks. Joao Havelange, por entonces, máxima autoridad del fútbol brasileño, fue quien le comunicó la dimisión cuando JS no aceptaba que le sugiriesen la convocatoria del delantero Darío.
(Joao Saldanha con Pelé y Gerson)
Ya alejado de su puesto, en plena clandestinidad, Saldanha hizo célebre una frase propia: "Si hablas, es para decir la verdad". Un pensamiento concomitante con el del maestro Dante Panzeri, quien definió su mirada de la prensa deportiva a través de definiciones taxativas tales como "el periodismo es el cumplimiento de la obligación de enseñar a pensar a la gente" y "con la verdad se vende menos pero se gana más". A los dos, en perfecta sintonía, quizás se les esté presentando Perfumo en algún lugar del universo y con una salutación de bienvenida: "Abrazo de gol".
(Dante Panzeri).