Sus perfiles

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La primera santa colombiana.

La beata María Laura de Jesús Montoya Upegui, conocida como Madre Laura, que fue canonizada por el papa Francisco, es la primera santa colombiana que llega a los altares de la Iglesia católica.

Nacida en Jericó (noroeste del país) el 26 de mayo de 1874, la Madre Laura fue una misionera y fundadora de la Congregación de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena. Murió en Medellín en 1949.

Su infancia, y muy probablemente toda su vida, estuvo marcada por un hecho tremendo: el asesinato de su padre cuando tenía dos años y la difícil situación económica en la que quedó su madre, que la obligó a dejarla en un hogar de huérfanos que era dirigido por su tía, una religiosa.

María vivió con distintos familiares hasta los 16 años, momento en el que se presentó a una beca del gobierno para poder estudiar como maestra y la obtuvo.

En 1893 se graduó como maestra en la Escuela Normal de Medellín y se dedicó a formar jóvenes en la fe cristiana. Pero su verdadera vocación religiosa se despertó cuando tenía 39 años y decidió trasladarse a Dabeiba con otras seis catequistas para, con la aprobación del obispo local, trabajar con los indígenas Emberá Chamí. Desde entonces, dedicó su vida al apostolado y los indígenas concentraron buena parte de su atención.

Madre Lupita, una santa mexicana.

La religiosa mexicana María Guadalupe García Zavala, fundadora de la Congregación religiosa de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres y conocida como Madre Lupita, era una hermosa joven de 23 años y a punto de casarse, cuando decidió consagrarse a la vida religiosa.

Madre Lupita -segunda mexicana en ser canonizada en un país que tiene unos 30 santos- nació en Zapopán, estado de Jalisco, el 27 de abril de 1878 y murió el 24 de junio de 1963 en Guadalajara, a los 85 años. Gozaba ya entonces de una gran fama de santidad.

Apenas se volcó a la vida religiosa, el objetivo de su vida fue cuidar a los pobres y a los enfermos, algo que la había motivado desde pequeña, cuando frecuentaba la Basílica de Nuestra Señora de Zapopán, frente a la cual su padre tenía un negocio de objetos religiosos.

Con su guía espiritual, el padre Cipriano Iñíguez, Madre Lupita decidió fundar la congregación religiosa de la que poco después fue proclamada Superiora General, un cargo que mantuvo toda la vida.

Las hermanas de la Congregación atendían a los enfermos en el hospital de la ciudad, que a veces pasaba por momentos de dificultades económicas. En uno de ellos, la Madre Lupita consideró necesario salir a mendigar con algunas de sus hermanas para conseguir fondos para los enfermos. Y así los hizo durante algunos años.

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