Antes de existencia de la imprenta, los libros escritos a mano eran copias únicas que se heredaban, que se forraban con piel humana para conservar el recuerdo del autor muerto; previos a la explosión de las tecnologías reproductivas los libros eran objetos con aura. La vulgarización de los aparatos tecnológicos de escritura y de grabación o reflejo de nuestras experiencias humanas- la cámara de fotos, la filmadora- fue un proceso lento que concluiría a final del siglo XX.
Para entonces donde antes había tres escritores monumentales y nacionales ahora hay una caterva de pequeños autores, donde antes hubo grandes directores detrás de grandes películas hoy hay pequeñas películas dirigidas por debutantes que nos hacen querer olvidar las grandes producciones y sus últimos grandes desastres.
“Coherence” (Coherencia) es una película de 2013 dirigida por el debutante James Ward Byrkit, es un thriller de ciencia ficción que tiene como personaje principal a una mujer y su grupo de amigos. La trama se focaliza en una noche en que el grupo de amigos se reúne a cenar, un cometa circula próximo a la tierra lo que provoca desórdenes de tipo electromagnético y cuánticos, el tema de la duplicación y de los universos paralelos narrado con cierta elegancia y simpleza.
Los amigos comienzan a desesperarse a medida que avanza la noche, la aparición de dobles iguales pero distintos los llevará a profundizar en los efectos del cometa sobre la realidad y sobre sus propias mentes.
El director pensó la idea de la película exclusivamente para probar si podía rodar con un equipo pequeño y casi sin guión, toda la película fue hecha en su casa, seleccionó un grupo de actores expertos en improvisación y les dio las líneas principales de cada diálogo o situación, motivación y principales puntos de la trama.
El proyecto le llevó casi un año de desarrollo, mucha investigación sobre física, muchos gráficos para mantener el sentido y aplicar ideas que están flotando en la web como la paradoja del gato de Schrodinger y los multiversos; su idea principal era que la historia estuviera basada en los personajes pero a su vez desarrollar una lógica interna fuerte en la trama, con reglas estrictas, con la idea de que el espectador volviera a revisar la película en la búsqueda de nuevas capas de sentido.
Algo muy parecido a lo que ocurrió con Primer, una excelente película de 2004 sobre un grupo de amigos que, trabajado en un invento en el garaje, descubren una forma de viajar en el tiempo que se explica en la película y tiene, al igual que “Coherence”, un set de reglas duras que obliga al espectador a caer en la tentación de revisar la película y seguir encontrando capas de sentido pero sobre todo generar discusión, puntos de vista, dudas, o sea alimentar la internet, los foros, las peleas.
Otra película reciente que recurre a un plan de rodaje simples, a la capacidad actoral y a la fe en la habilidad interpretativa y peleadora del televidente de la era digital es Honeymoon, una película de horror y ciencia ficción americana dirigida por el también debutante Leigh Janiak y sigue la luna de miel de una joven pareja en una cabaña apartada que termina arruinada por una serie de eventos inesperados, misteriosos, un tanto sórdidos y desesperados.
Honeymoon pertenece al subgénero de los bodynatcher (ladrones de cuerpos) que es muy a útil para distintos propósitos, fuerzas extrañas (generalmente provenientes de otros planetas) llegan a la tierra y comienzan a hospedarse en cuerpos humanos.
Es una idea muy inquietante, amigos, familiares, novios, la viejita vecina que riega sus plantas todos los días en la mañana… no son quienes alguna vez fueron. Es mucho peor que volverse zombies o vampiros, en estos casos hay una transformación física en el caso de los ladrones de cuerpo es la conciencia, la memoria, el amor lo que muta.
Si bien no bucea tanto en lo científico y en las interpretaciones, se trata de una película que transcurre mayormente en una sola locación pero aún así se mantiene alejada del lenguaje del teatro. La calidad de debutantes de los directores y la elección de películas de género no parecen ser azaroso.
En 2015 un director no debutante nos sorprendió con una buena película después de muchos años de aridez, la última de M. Night Shyamalan se llama The visit (La visita) y también recurre a un presupuesto modesto, grandes actuaciones, una sola locación y la explosión de un género (el horror gracioso basado en un video encontrado, formato inaugurado por Blair Witch Project).
La historia de dos hermanos, Tyler de 12 y Becca de 15 años, que viajan a conocer a sus abuelos a su casa del campo es la excusa perfecta para rodar un documental, Becca filmará todo en búsqueda de una verdad familiar que le es negada.
Después de años de grotescos bodrios el consagrado director eligió volver a ser un debutante, a tener límites. Una sabia decisión en una época sin auras.