Pequeñas lombrices viajeras, recorriendo largas distancias “haciendo dedo”

Babosas del género Arion tragan las lombrices mientras comen plantas en descomposición. En vez de ser digeridas, las diminutas lombrices se esconden en los intestinos de las babosas hasta salir vía defecación, a menudo muy lejos del lugar donde fueron

Pequeñas lombrices viajeras, recorriendo largas distancias “haciendo dedo”

Justo cuando parecía que viajar no podía ser más incómodo que volar en clase turista, los científicos han descubierto que las lombrices viajan ‘haciendo dedo’ dentro de babosas.

Babosas del género Arion se tragan accidentalmente a las lombrices (incluyendo a la popular especie de investigación Caenorhabditis elegans) mientras comen plantas en descomposición.

Sin embargo, en lugar de ser digeridas, las diminutas lombrices de alguna forma se esconden en los intestinos de las babosas hasta salir vía defecación, a menudo muy lejos del lugar donde fueron deglutidas. Esta estrategia transporta a las diminutas lombrices mucho más lejos de lo que llegarían por cuenta propia, dándoles acceso a más fuentes de comida, según un estudio publicado en BMC Ecology.

“Estos resultados son una enorme sorpresa para nosotros, porque nunca esperamos que sobrevivieran dentro de otro organismo”, dice Hinrich Schulenburg, zoólogo de la Universidad de Kiel, en Alemania, quien lideró el estudio.

Lombriz conocida

En la década de los ’60, los científicos descubrieron que la Caenorhabditis elegans es perfecta para investigación en laboratorio. Es diminuta (de apenas un milímetro de longitud) y de vida corta, haciéndola ideal para reproducción en cautiverio. Desde entonces, los investigadores han decodificado el genoma de la lombriz y, en general, sabemos más detalles sobre su biología que de casi cualquier otro animal de la Tierra. Lo que faltaba era una idea de qué hacía la lombriz (que vive en áreas templadas de todo el mundo) fuera del laboratorio, dice Christian Braedle, biólogo de la Universidad de Niza Sophia Antipolis, en Francia.

“Era vergonzoso lo poco que sabía la gente respecto de la ecología de la Caenorhabditis elegans”, señala Braedle, quien no participó en el nuevo estudio. Eso inspiró a Braedle y a otros científicos a estudiarlas en Europa en su hábitat natural. Los resultados fueron sorprendentes: en lugar de vivir en la tierra, como se creía antes, las lombrices viven en la superficie, comiendo bacterias, hongos y levadura en plantas en descomposición, descubrió Braedle.

Medidas osadas

Las hojas en descomposición hacen una buena casa y fuente de alimentación, pero eventualmente la comida se acaba y la lombriz tiene que buscar en otra parte.

Cuando se es pequeño como la Caenorhabditis elegans, es difícil viajar largas distancias, motivo por el cual a Braedle y a Schulenberg les sorprendió encontrar que las lombrices vivían en zonas templadas de todo el mundo.

Para descubrir cómo se desplazaban las lombrices, Schulenberg y sus colegas empezaron a buscar en los jardines y en montones de compost criaturas que pudieran estar ofreciéndoles viaje.

El equipo recolectó más de 600 babosas, ciempiés y otros invertebrados, junto con 400 lombrices de varias especies. Encontraron muchos casos de lombrices Caenorhabditis elegans y babosas Arion viviendo juntas. Pero las lombrices no viajaban sobre las babosas; cuando los investigadores disecaron las babosas salvajes, descubrieron a las lombrices que vivían adentro. Las lombrices no parecían estar dañando a las babosas de ninguna forma.

Braedle elogió el trabajo y dijo que era la primera vez que los científicos habían medido efectivamente las interacciones de la Caenorhabditis elegans con otros invertebrados, un paso importante para entender la ecología de la lombriz.

Para demostrar que su descubrimiento no era una ocurrencia extravagante, Schulenberg emparejó 79 babosas con más de 15.000 lombrices con etiquetas fluorescentes de laboratorio.

Luego que las babosas ingirieron a las lombrices, los investigadores las disecaron y analizaron sus heces. Encontraron lombrices sanas en los intestinos y heces de las babosas. “De alguna forma poseen los medios para protegerse y no ser digeridas”, destaca Schulenburg. Podría decirse que se abren paso a rastras para salir de una mala situación.

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