No dejó lugar a ninguna especulación. Salió a la cancha como lo haría un león hambriento que abandona su jaula y demolió al que tenía enfrente. Así Peñarol de Mar del Plata, que venía de “robarle” un encuentro a Regatas Corrientes, se presentó ante su gente para demostrar su gran presente. Y así fue nomás.
Vapuleó al último campeón, se adelantó 2-1 en la serie final -pactada al mejor de siete encuentros- y quedó en una posición inmejorable para empezar a definir la corona el próximo viernes, cuando vuelven a enfrentarse en La Feliz.
En el primer tiempo el equipo de Rivero comenzó dormido, pero con un par de contragolpes de Campazzo enderezó su andar y, sumado a lo que aportaron Gutiérrez y Boccia, el Milrayitas se fue arriba al descanso largo por trece puntos: 50-37, ¿El último monarca? Poco y nada.
No mostró su poderío en el juego interior y tuvo muy bajos porcentajes de triples.
La tónica no cambió en ambos lados de la cancha. Peñarol defendía fuerte, forzaba a Regatas a ejecutar ofensivas incómodas y, en ataque, el dueño de casa siguió demoliendo los sistemas defensivos de un oponente que, salvo los primeros minutos del encuentro, en el resto no opuso resistencia. Los últimos 10’ sobraron.
Si bien Regatas evidenció una mejoría, sobre el final volvió la artillería pesada en el local y gracias a ello Peñarol definió otra contundente victoria final: 94-77.
