“En la explanada, Marcelo Torres colocó un espejo, un sillón y colgó un cartel anunciando que cortaba el pelo por tres créditos. Y dice: antes era un desocupado social no tenía médico, odontólogo ni nada. En cambio, ahora me siento dignificado y mi familia vive gracias al trueque.”
Así contaba una nota de hace 14 años escrita por un periodista de Los Andes. El personaje entrevistado, Marcelo, es el mismo que hoy protagoniza este artículo. El tema es similar ya que nuevamente -en este contexto- volvió a "regalar" cortes de pelo por productos de la canasta básica para donarlos a los más necesitados.
Hoy, en el local 10 de avenida Las Heras 420, recibe a quien pueda colaborar y a cambio ofrece su trabajo sin recibir un peso a cambio. “Ofrezco un corte por tres kilogramos de azúcar, harina o tres litros de aceite”, dice el hombre mientras muestra la mesa donde están las donaciones.
Según explica el peluquero, desde que arrancó con esta movida solidaria hace unas semanas ha conseguido juntar 85 kilos de harina, 29 de azúcar, tres levaduras y paquetes de fideos, una leche y seis litros de aceite. A ello se suma una gran cantidad de ropa en buen estado que también fue cedida por sus clientes.
“No tengo problemas, porque esto es invertir en felicidad. Esto tiene que ver con una voluntad del corazón. Y si bien en un momento esto era por un tiempo determinado, decidimos que no podemos poner a la solidaridad una fecha de caducidad”, señala el hombre que trabaja la peluquería junto a su esposa Claudia Mabel Palacio, su hija y familiares.
Mirar al otro
Marcelo tiene en la mano una foto con Diego Armando Maradona. Dice que lo conoció cuando estaba en el staff de Roberto Giordano, mientras vivía en Buenos Aires. Con la foto en mano, y sin hacer una asociación en particular, cuenta que no hay peor cosa que ser un indigente con desodorante y jabón. Por eso, asegura que todos somos indigentes y que entre indigentes no podemos ignorarnos.
“Hay mucha gente que no registra a la persona que está pasando frío, que vive en la calle. A veces vas caminando por la calle y no te preocupás por la persona que tenés adelante y que no tiene para comer”, explica.
En ese contexto, Marcelo cuenta que apareció una mujer, llamada Camila Gisel, un día cualquiera por su peluquería a preguntarle si le sobraban sachets de leche. “En ese momento no pensé bien para qué podían hacerle falta. Después le pregunté y me contó que era para hacer sacos de dormir para personas en situación de calle. Eso me partió el corazón”, comenta y agrega que ése fue el día en que decidió volver a cambiar sus servicios por una voluntad solidaria.
Los familiares de Marcelo, presentes en el negocio, lo miran llorar. El hombre se emociona mientras sus palabras salen de la boca que temblaba recordando el momento en que tomó la decisión. “A mi hija la salvaron los trueques, porque me permitían comprarle pañales. Hoy yo quiero ayudar a otros de la misma manera”, desliza.
Vivir en la calle
El estilista -tijera en mano, barba decorada, trenza larga, 44 años de trayectoria- agrega que él a los 16 años se fue a Buenos Aires. Estaba solo, sin una mano amiga. Sin la calidez del hogar. "Dormía cuatro horas en una plaza y me iba a otro lado porque, en esa época, si te encontraban durmiendo en la calle te chupaban", recordó y enfatizó el hecho de que él conoce lo que es vivir en la calle y la pena que se acarrea de vereda en vereda.
Por ello, el hombre dijo que todo lo que está haciendo ahora es para ofrecer, a quien no tiene un lugar, una segunda casa, algo que llevarse a la boca, desde donde puede colaborar. “Hay mucha gente humilde que llega acá. Algunos no tienen nada para darme, otros me dan lo poco que tienen. Por ejemplo, una chica el otro día se hizo un corte y me pagó con el buzo que tenía puesto. Otros traen medias, lo que sea”, describió.
Marcelo agregó que lo que busca junto a su familia es sacar el dolor de las personas en situación de calle porque él mismo, en 2002, no tenía trabajo y, de no haber sido por otro estilista -Rubén Eduardo- quien le dio trabajo “a una persona grande”, ¡quién sabe dónde estaría!
Además, indicó que para esos años invitó al gobernador Roberto Iglesias a hacerse un corte con él a cambio de ayuda y hace el mismo pedido a Alfredo Cornejo, actual administrador de la provincia.
“Nosotros estamos preparados para ofrecer algo por algo. Vamos a esperar a todos con los brazos abiertos. Hay mucha gente que necesita una caricia y el día de mañana, cuando esa persona se pueda hacer un plato de comida o pueda abrigarse, va a estar recibiendo un cariño desinteresado. Esto a mí no me cuesta nada y sé lo bien que hace. Acá estamos”, finalizó.