Peligroso uso del plástico en la provincia

La propuesta es procurar usar cada vez menos los recipientes y envases de plástico, ya que en la mayoría de los casos se pueden reemplazar por otros materiales no contaminantes.

Peligroso uso del plástico en la provincia

La generación en la provincia de Mendoza de 500 toneladas de residuos plásticos por día es un dato muy negativo en materia de contaminación, cuidado del medio ambiente y una amenaza para la salud humana.

El plástico está estrechamente ligado a la vida diaria y hogareña. Es un material adaptable a decenas de usos, irrompible, resistente y, en muchos casos, más económico que otros competidores del mercado industrial.

En la vida diaria está presente en decenas de usos, como envases descartables, juguetes, cestos, bolsas de residuos, utensilios y envoltorios. Se describe así una porción de las utilidades que los polímeros (o la combinación de ellos) adquirieron en el mundo desde que comenzaron a producirse en forma masiva, a principios del siglo pasado.

Sin embargo, hoy la gran paradoja que se plantea a nivel planetario es el alto costo ambiental que significa el uso de este material sintético derivado del petróleo. De hecho, hay que decir que de la mano del consumo exacerbado, esta problemática ha sobrepasado la capacidad del hombre para darle un destino verdaderamente sustentable.

En ese contexto, los mendocinos estamos mal: al menos 500 toneladas de desechos plásticos se descartan todos los días y van a parar a los vertederos, acequias, canales de riego o sencillamente se dispersan por terrenos baldíos, a los costados de calles y rutas o en grandes descampados, produciendo una determinada y perniciosa huella de carbono, que identifica las fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y en especial del dióxido de carbono (CO2), que es el azote de nuestro tiempo en materia de agravio a la naturaleza.

El Gobierno provincial ha visualizado esta problemática y, a través del área de Residuos Sólidos Urbanos de la Secretaría de Ambiente, encarará un plan de disposición final de desperdicios del Gran Mendoza, cuyos resultados comenzarán a apreciarse en 2014. Se trata de una inversión de 200 millones de pesos financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

A grandes rasgos, el proyecto consiste en ordenar el tratamiento, la separación y la disposición final de los residuos en el Área Metropolitana de Mendoza, unificándola en un mismo relleno sanitario. Hay que recordar que actualmente existen en la provincia distintas experiencias que buscan encontrar una alternativa al tratamiento de los desechos. Los departamentos de General Alvear, Malargüe y Maipú son algunos ejemplos en ese sentido, en tanto que en el Valle de Uco se trabaja en una planta de separación y disposición final en distintos barrios.

Los mendocinos tenemos deudas pendientes en materia ambiental, en especial, porque consumimos mucho plástico. Baste observar la realidad que nos rodea  haciendo una recorrida por el Gran Mendoza. Los envases de gaseosas están entre los elementos descartables que generan mayores perjuicios y son los que más se arrojan a la vía pública en la experiencia cotidiana.

Hoy casi todo viene envuelto en plástico, y mientras el Estado da forma a acciones programadas y concretas contra este flagelo, los ciudadanos podemos aportar nuestra cuota en esta materia, con mínimos esfuerzos. En las grandes estructuras comerciales y en otras menores también, los alimentos se entregan en bolsa de plástico. Algunas personas han comenzado a utilizar bolsas de género al salir de compras.

Un segundo consejo requiere de mayor determinación: elegir los comercios que no utilizan, especialmente para las verduras y frutas, las bolsas plásticas.

Una alternativa más es no utilizar botellas de plástico y sí las de vidrio, cantimploras o envases que se puedan reutilizar. Otro ejercicio cotidiano, tal vez un poco más complicado, es separar la basura orgánica de la normal, ahorrando de esta forma espacio en el basurero, utilizando una caja o poniendo una bolsa de papel en vez de una de plástico.

Rutinas cotidianas que se pueden llevar adelante y no seguir usando el plástico, que tanto contamina nuestro hábitat.

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