A principios de año, y a raíz del impacto de la suba del dólar y la espiral inflacionaria consecuente, el gobierno del presidente Macri decidió congelar los precios de las tarifas de servicios públicos, básicamente luz, gas y transporte público. Luego de las PASO, la moneda sufrió otra fuerte devaluación y el gobierno mantuvo aquellos congelamientos pero agregó otros rubros.
Uno de los incorporados fue el de las naftas, mediante la fijación de un precio de “barril criollo” a un valor del dólar anterior a la devaluación. También se decretó sacarle el IVA a una cantidad de productos que integran la canasta familiar, para que el impacto de los precios fuera menor. También se aumentó el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias de los trabajadores.
Pero los tiempos pasan y los plazos se comienzan a cumplir y ahora habrá que afrontar los descongelamientos y el temor se apodera de los ciudadanos. El primer vencimiento operó el jueves 14 para los combustibles. Las petroleras aducen que los precios están 15% atrasados y habrían convenido recuperarlos en tres veces hasta fin de año.
La preocupación es por el impacto sobre los precios dada la importancia que tienen los fletes en un país tan grande como la Argentina. Además, el aumento de la inflación puede empujar al tipo de cambio paralelo, ya que el oficial tiene un cepo rígido que, al parecer, el próximo gobierno quiere mantener.
Todas las veces que en Argentina hubo periodos de congelamiento, las experiencias terminaron muy mal, con desbordes inflacionarios y saltos bruscos del tipo de cambio que, al estar congelado, saltaba como el resto de los precios de la economía y volvía a empujar la inflación.
Las más crudas experiencias fueron las de Gelbard, en el gobierno de Cámpora, y la ocurrida en la aplicación del Plan Austral, que incluía el desagio, un instrumento para sacarle componente especulativo a los precios. El primero derivó en el “rodrigazo” y el segundo en el desate de la hiperinflación. No son buenos antecedentes y hay que tenerlos en cuenta.
Intentar poner freno artificial a los precios nunca ha funcionado mientras cuando hay libertad de mercado los precios tienden a estabilizarse. Durante el gobierno de Néstor Kirchner, que heredó una economía donde Rodríguez Saá declaró el default y Duhalde salió de la Convertibilidad, había precios libres y no existían restricciones al comercio exterior. Después, no supo usufructuar las ventajas de no haber pagado deuda externa por tres años, no tener paritarias de los trabajadores por el mismo plazo, mientras los precios de las materias primas de exportación comenzaban a crecer en forma sostenida
En el presente, el próximo gobierno anuncia que se hará un acuerdo Económico y Social, que incluiría ciertas cláusulas para limitar los aumentos de precios y de los salarios. Muchas empresas ya están haciendo aumentos preventivos ante la posibilidad de un congelamiento y por el desconocimiento de las reglas a imponer. Una decisión de esta magnitud solo es sostenible por poco tiempo ya que hay que considerar variables externas o climáticas que pueden incidir en la producción de alimentos.
Como sea, viene un periodo de descongelamientos de precios. Algunos, como las de las naftas, se producirán en la gestión del actual gobierno y las demás vencen el 31 de diciembre y no se sabe qué criterio adoptará el próximo gobierno.
Lo que se ha anticipado es la intención de desdolarizar las tarifas, aunque deberá ser objeto de negociación porque hay contratos de explotación con cláusulas establecidas en ese sentido.
La carga de expectativas es muy grande pero tampoco hay muchos márgenes. El cepo es cómodo pero no se puede estirar por mucho tiempo y los acuerdos de precios y salarios tampoco. La posible aplicación de retenciones a las exportaciones no incidirá tanto en esta cosecha pero podrían impactar sobre la próxima y el gobierno no ha dicho cuál será su contribución para parar la inflación.
El gobierno debe ser muy claro en cuanto a sus metas fiscales y monetarias porque la inflación la genera el Estado y este es único que tiene las herramientas para controlar s propio gasto.
Congelar precios y salarios es una hipoteca a corto plazo con un elevado costo social y económico.