Cuando ocurren sucesos como el acaecido en el puente cercano a la localidad de Ugarteche, después de lluvias de 50 milímetros, la población, no experta, comienza a preguntarse cómo pueden suceder hechos de esta naturaleza. Es que el volumen de lluvias no hacía prever consecuencias como el que se dio al ceder las bases de las columnas que sostienen al puente.
Más allá de las interpretaciones, de datos aportados en cuanto a que el puente que cedió se construyó 20 años atrás, mientras el nuevo, inaugurado en 2015 ha resistido, también pasa a ser objeto de dudas. Es que se suele caer en el terreno fácil de señalar a los constructores cuando hay que averiguar quiénes hicieron el proyecto, qué elementos evaluaron a la hora de establecer los parámetros de sustentabilidad de la obra y su capacidad de resistencia.
Es obvio que las cuestiones técnicas son asuntos de los especialistas, pero las obras, antes de ser licitadas, son proyectadas y calculadas por ingenieros que el Estado tiene en su nómina, en este caso, en Vialidad Nacional.
Además, a la luz de lo ocurrido, serían importantes inspecciones periódicas para constatar el comportamiento de las obras que, como es en nuestra zona, no solo están sometidas a las crecidas de temporada sino que durante el año sufren el estrés de los movimientos sísmicos que van causando la fatiga de los materiales.
Según referencias aportadas por un ex funcionario, el segundo puente, que está a la par resistió porque tiene tres pilares. Esto significa que cuando se planificó el segundo hubo algún tipo de evaluación de riesgo que aconsejó este tipo de sostén de seguridad.
En estos casos, cuando se revisan las medidas de seguridad, ¿no es posible aplicarlas a las obras que llevan más tiempo y que, según los nuevos cálculos, no solo tienen el desgaste sino que puede peligrar su vida útil?
Desde el sentido común se debería esperar que en este tipo de obras, de uso intensivo por particulares pero también por transportes pesados, tanto de pasajeros como de cargas, se tomen todas las precauciones posibles dados los altos riesgos que corren las personas. Además, este tipo de eventos causan gran sensibilidad en la población y no hubo aclaraciones acerca de las causas que lo generaron.
En la provincia siguen haciendo falta muchas obras, que pueden requerir importantes inversiones y es fundamental dar seguridades a la población acerca de los cuidados necesarios, no solo de las finanzas del Estado, sino de la seguridad de quienes van a utilizar dichas obras.
Es fundamental insistir con la necesidad de ajustar las medidas de prevención, máxime cuando sucedió lo que la población no esperaba y para la cual cualquier explicación técnica no alcanza.
Es función del Estado, habiendo sido el proyectista y el que contrata a la empresa, dar seguridades a todos los ciudadanos que solo quieren disfrutar de obras que, en principio, fueron hechas para mejorar la vida de la población.
Evidentemente, estamos ante un caso de falta de prevención. Las explicaciones que se han dado sobre las posibles causas están indicando que se podrían haber tomado medidas mucho antes para prevenir la situación del puente en cuestión, que no se dañó con la última lluvia sino que ya venía registrando desgaste y que la última correntada terminó de vencer.
Frente a este tipo de sucesos, es importante recalcar la necesidad de programas de prevención ante la multiplicidad de situaciones que puede afectar a estas obras, previsibles o no.
No obstante, una seria actitud de responsabilidad involucraría equipos especializados en relevar el estado de todas las obras, para garantizar la seguridad de la población.
