Lo sucedido días pasados, al transformar en un acto político la designación de la lista de jugadores que el director técnico del Seleccionado nacional piensa utilizar en el Campeonato Mundial de fútbol, es una muestra más de la intención del Gobierno de apropiarse de todo lo que tenga relación con el sentimiento popular.
Si bien es cierto que se trata de una actitud que la actual gestión adoptó desde los primeros días de su asunción, no es menos real que en los últimos tiempos esta situación se ha profundizado. Solo a modo de ejemplo podríamos recordar lo sucedido con el papa Francisco, que fue duramente criticado por casi todo el marco kirchnerista cuando fue designado.
Más tarde, al advertir que el sentimiento popular era absolutamente diferente, cambiaron de actitud y, desde la Presidenta hacia abajo, se han “apropiado” de la figura del Sumo Pontífice, utilizándolo inclusive en la propaganda electoral.
Los actos del Bicentenario de la Revolución de Mayo no se realizaron para recordar la liberación de España sino para destacar las bondades del Gobierno.
El fútbol ha sido monopolizado por el oficialismo y destina miles de millones de pesos, aportados por todos los argentinos, que van a las arcas de la Asociación del Fútbol Argentino para que ésta los distribuya entre clubes que, lejos de solucionar sus problemas económicos, adquieren cada vez más deudas, generándose el contrasentido de que los clubes son pobres y los dirigentes cada vez más ricos. Otro tanto podría decirse de Automovilismo para Todos, caso en el que, al igual que en el fútbol, la “propaganda”, porque no se trata de “publicidad”, es exclusiva sobre los actos de Gobierno y, en algunos casos también, de críticas a la oposición.
Las versiones que desde hace tiempo circulaban, respecto de que el Gobierno esperaba ansioso la iniciación del Mundial de Fútbol para poder disimular el malhumor social generado por la inflación, la inseguridad y hasta la investigación de los casos de corrupción, quedaron ratificadas en el primero de los actos que debía cumplir la AFA respecto del máximo torneo: la designación del plantel.
Porque la conferencia de prensa para realizar el anuncio estaba prevista en el predio que la AFA posee en Ezeiza, pero sorpresivamente fue trasladada a la sede del edificio de la Televisión Pública. Aunque no terminó todo allí, sino que el acto se abrió con la “presentación” del equipo que la TV oficial enviará para cubrir el campeonato, integrado por una importante cantidad de periodistas y relatores “militantes”, apañados por La Cámpora.
También resultó molesto el hecho de que fuese el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, quien hiciera las veces de presentador de la gente de la AFA y que aprovechara el momento para dejar caer su impronta política al señalar que deseaba transmitir “el cálido y afectuoso saludo de la presidenta Cristina Kirchner, que tomó la decisión de que el fútbol, pasión de multitudes, pueda llegar a cada uno de los hogares argentinos”, rematando con la frase de que “(durante junio y julio) no se hablará de otra cosa que de fútbol en la Argentina”.
Fueron muchos y largos minutos (a pesar de que todos tienen 60 segundos) de propaganda política, que provocaron que el propio presidente de la AFA llegara a dormitar ante lo tedioso del espectáculo.
Resultaría deseable que el Gobierno cambie de actitud en las próximas semanas. Hay gente inteligente en la actual gestión que debe entender que resulta extremadamente peligroso politizar el Campeonato Mundial de Fútbol, porque a lo largo de estos más de 30 años de democracia la gente ha madurado y advierte cuando se la está engañando.
Un triunfo de la Argentina, que todos esperamos, será un triunfo de la Selección de fútbol y no de una gestión gubernamental; pero una derrota, que nadie espera, puede arrastrar en las críticas a las actitudes manifiestas del Poder Ejecutivo.
