Pegorín: la máquina de hierro

El tupungatino marcó una época en el ciclismo de la provincia. Corrió en Europa y tuvo una relación complicada con los Juegos Olímpicos.

Pegorín: la máquina  de hierro
Pegorín: la máquina de hierro

Rubén Pegorín heredó de Cirilo, su padre, la pasión y el interés por el esforzado deporte del pedal. Tenía alrededor de diez años, recuerda con nostalgia, cuando se subió por primera vez a una bicicleta de carrera para disputar un campeonato infantil en el Polideportivo de Tupungato, su terruño natal.

Su papá, que era un buen ciclista y competía en distintos escenarios del Valle de Uco, le había armado su primera bici y con el tiempo -en aquellos años de juventud- se transformó en su maestro y también en su consejero.

En esa época participaba junto a su primo Darío y su amigo Rubén Torres, en diversas pruebas de pista y de ruta reservadas a las divisiones formativas, que fiscalizaba la Asociación Ciclista Mendocina (ACM).

Entre los 15 y los 18 años, el “Pego” (como lo bautizó su amigo Pablo Costa), se inició en sexta categoría como federado, a la par de otras jóvenes promesas como Omar Contreras, José Villarruel, Jorge Sánchez, Sergio Hidalgo, Francisco 'Pancho' Belarde, Alfredo Labal y Raúl Velázquez, entre otros.

Pegorín ha confesado, en más de una oportunidad, que en sus inicios sentía una doble satisfacción porque viajaban juntos con su papá desde Tupungato a la ciudad o donde se corría. Llegó a tomar parte en dos Vueltas Juveniles de Mendoza: una que ganó Raúl Velázquez y la otra Jesús Barrera.

Después de cumplir con el servicio militar en el Regimiento de Montaña 11 y de completar el secundario en 1986, formó equipo con Rubén Bergamín, Walter Páez y Pablo Costa (rosarino que se preparó en Mendoza para el Argentino de Resistencia). Costa lo invitó a viajar a Rosario, donde Pegorín se radicó durante un año en Las Rosas.

A su regreso a nuestra provincia formó parte de una cuarteta compuesta con otros tres ciclistas rosarinos: Darío Priede, Pilatti y Adrian García, en la época que se había constituido la Asociación Andina de Ciclismo. La excelente relación que tenía con Pablo Costa y que se había transformado en amistad hizo que en 1989 el rosarino lo invitara a correr en Europa.

Con el decidido apoyo y el entusiasmo de su padre, Pegorín se incorporó al equipo “Cerámicas Cabrera", de Castellón de la Plana, en Valencia, España, donde permaneció durante cuatro temporadas. Para completar otras dos también en España pero en en Team "Yoplait", en Sevilla.

El "Pego", con su modestia habitual y bajo perfil, evoca aquella singular experiencia que lo enriqueció como deportista y como persona: "Pablo Costa había recomendado primero al 'Pitufo' Luis Efraín Castro y a Luis Eduardo Biera, pero como ninguno de los dos aceptó me tocó a mí. Llegué a un lugar bellísimo, rodeado de costas y con la montaña muy cerca.

Desde el primer día todo me resultó distinto, con la novedad de que me hicieron una bicicleta a medida por exigencia del entrenador Pepe Escrig; una 'corniche' 28-26 con ruedas carenadas y casco aerodinámico.

Me encontré también con una valija con todo lo necesario para entrenar, correr y hasta con la vestimenta de verano e invierno para cuando viajábamos a otras regiones de España a competir.

Todo era perfecto y muy organizado, con el cumplimiento estricto de los horarios y normas de convivencia con la mayor disciplina posible. Debuté en una vuelta de cuatro días, donde gané la etapa decisiva de la contrarreloj pero terminé segundo en la general porque el ganador era del pueblo y recibí la orden de que él debía ganar. Hasta en eso se debía ser obediente aunque no pareciera demasiado correcto y difícil de aceptar".

El regreso

Agrega el "Pego" con naturalidad: "Siempre me sentí muy cómodo en Cerámicas Cabrera, donde en una temporada resulté primero en siete "cronos" seguidas, prueba que era mi especialidad. En la Vuelta de Zamora, por ejemplo, gané la contrarreloj de las cuatro ediciones en que participé.

Luego completé dos años más en "Yoplait" siempre como amateur, donde recomendé a Gustavo Vilchez, al 'Chueco' Ignacio Gili y a Cristian Maggi, excelentes compañeros.

En España encontré un ámbito muy competitivo, de permanente exigencia y enfrenté a rivales de primer nivel, como Lance Armstrong y Abraham Olano, que con el tiempo se convirtió campeón mundial contrarreloj para profesionales.

La meta que me había fijado era pasar al profesionalismo, que es el objetivo de todo ciclista cuando llega a Europa. Tenía mucha confianza en lograrlo, me sentía en plenitud, muy seguro de mis propias fuerzas, quizá en el mejor momento de mi trayectoria, preparado y capacitado para competir de igual a igual con los mejores. Incluso tuve un par de oportunidades de hacer realidad ese sueño, pero pienso que me faltó un "padrino" o una dosis de buena fortuna.

Si "Cerámicas Cabrera" hubiera auspiciado algún equipo profesional automáticamente lo habría logrado. También se habló de una fusión con el "Kelme" justo cuando se incorporaron varios ciclistas rusos de menor costo y quedé nuevamente al margen, lo que también perjudicó a otros extranjeros.

Hasta recibí una propuesta del SEUR, que sugería que corriera un año más como amateur para pasar luego al profesionalismo, pero ya le había dado la palabra a "Cerámica" de seguir una temporada más. Fue la única frustración que traje de Europa, aunque reconozco que me fue muy bien deportiva y económicamente".

En Mendoza, en 1993, Pegorín se incorporó al equipo de la Municipalidad de la Capital, que dirigía Ricardo Fresneda. En esta segunda etapa demostró lo mucho que había aprendido en Europa, con actuaciones realmente relevantes, porque fue segundo en la XVII Vuelta de Mendoza (que ganó el 'Pájaro' Juan Marcelo Agüero), y en 1995 logró el Campeonato Mendocino de ruta, uno de los desafíos que se había fijado.

El "Pego" luego fue cuarto en la XX Vuelta de Mendoza, detrás de Erwin Chulde (Ecuador), Gustavo Toledo (La Rioja) y Fabio Placánica (Bahía Blanca), y ese mismo año se impuso de manera brillante en la tradicional Doble Bragado. Luego quedó quinto en la XXIII Vuelta de Mendoza, detrás de Elder Herrera (Colombia), Juan Curuchet (Mar del Plata), Gustavo Artacho (Mendoza) y Juan Aguirre (Santa Fe).

Vestido de amarillo

En su despedida del ciclismo, con todos los honores, vistió los colores de Amaru. Fue nuevamente segundo en la XXVII Vuelta de Mendoza, a un minuto del ganador Alejandro Corvalán (Mendoza).

El “Pego” en el equipo que dirigía el experimentado Ramón Francisco Sánchez, compartió filas con  Juan Manuel y Fabián Contreras, el “Lobito” Gabriel Brizuela, Alejandro Corvalán, Juan Aguirre, Cornejo, el entrerriano César Sigura y los ucranianos Vitaly Virovko y Kedrup.

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